La International Football Association Board (IFAB), entidad que se encarga de definir y modular el reglamento del fútbol, informó que evaluará nuevas normas que podrían ser efectivas desde el año que viene en el fútbol internacional. De esas nuevas normas destacan algunas que acercan aún más el fútbol al rugby, deportes que separaron sus caminos allá por 1823 cuando William Webb Ellis, el estudiante del colegio de Rugby, cogió la pelota con la mano “con fina desobediencia de las reglas” y aquel día nació el deporte del rugby como alternativa al fútbol.
Entre esas propuestas se encuentran dos que hace años, siglos incluso, que el rugby ha hecho suya y aplica en el desarrollo de sus partidos. El fútbol baraja incluir las expulsiones temporales y la prohibición de hablar con el árbitro, exceptuando al capitán del equipo. Costumbre esta última que sigue vigente en el rugby como señal de respeto de los jugadores hacia la figura del colegiado, al que además todos los jugadores de rugby tratan de “señor”.
El TMO llegó en 2001
Estas reglas vienen a sumarse a otras normas que el rugby ha implantado en su deporte desde hace décadas y que el fútbol va incorporando progresivamente a su desempeño. El rugby utiliza el TMO, Television match official, desde 2001. Comenzó siendo una herramienta que sólo se utilizaba para jugadas relacionadas con los ensayos, una tecnología de gol. Y con el tiempo se ha extendido a casi todas las situaciones de juego poniendo más énfasis en la protección de la integridad física de los jugadores. El fútbol copió esto con la integración del VAR, tecnología que, sin embargo, ha generado más controversia por la forma en que se utiliza y su protocolo de uso. En el rugby el protagonismo del TMO ha llegado a condicionar el desarrollo del juego como hemos visto en el último Mundial.
En el fútbol también se ha tratado de incorporar, esta vez sin éxito, el pasillo y los terceros tiempos. En Italia intentaron que al final de los encuentros los dos equipos hicieran el pasillo al rival como se hace en los encuentros de rugby. Primero el equipo ganador hace pasillo al derrotado, un pasillo en el que agradece al rival su esfuerzo y se felicita por ello, y luego inmediatamente seguido el derrotado hace lo propio con el ganador. La Serie A trató de hacerlo durante un par de temporadas, pero la iniciativa no fructificó. Y el tercer tiempo, ese momento de confraternización que viven los dos equipos al acabar el partido para compartir unas cervezas y una comida tras los partidos de rugby ha sido otra costumbre que el fútbol ha barajado implementar sin que se concretase finalmente.
Entre las normas que el fútbol también ha barajado copiar del fútbol está la de microfonar al árbitro, para que se pueda escuchar las conversaciones con los jugadores y con los compañeros de la sala de videoarbitraje, en este caso con el TMO y la llamada en rugby ‘sala búnker’. Pero parece que ni árbitros ni futbolistas están por la labor.
La ‘futbolización’ del rugby
El rugby también esté adquiriendo una deriva que lo está ‘futbolizando’ y cada vez se ven más tics ‘futboleros’ en el campo. Desde jugadores que no son el capitán protestando al árbitro, a aficiones pitando los pateos a palos del rival, camisetas con los nombres de los jugadores serigrafiados o celebraciones histriónicas tras la consecución de los ensayos.
Sin embargo, en el rugby aún hay costumbres completamente opuestas a las del fútbol. Un jugador de rugby solo simula estar bien cuando está lesionado para poder seguir en el campo ayudando a sus compañeros, mientras que los futbolistas simulan golpes, agresiones, patadas y hasta lesiones para engañar al árbitro y que amoneste al adversario. Y, sobre todo, en rugby las aficiones comparten la grada y departen amistosamente bebiendo cervezas mientras ven los partidos sin que se produzca ningún tipo de incidente. En el rugby no hay insultos desde la grada ni al jugador de tu equipo, ni al rival, ni al árbitro. Y en el fútbol la violencia verbal y física en las gradas ha terminado por impedir que un aficionado visitante pueda vestir tranquilamente la camiseta de su equipo en otro estadio.