Gustave Eiffel ha pasado a la historia como el ingeniero civil que diseñó la torre parisina que lleva su apellido, emblema de la ciudad en particular y de Francia en general, una maravilla hecha con 7.300 toneladas de hierro que mide 300 metros y que visitan siete millones de personas al año.
Pero su obra, obviamente, no se limita a esa famosísima torre. En Láchar, un pequeño pueblo de poco más de tres mil habitantes y a veinte kilómetros en coche de Granada, hay un puente que también él diseñó, aunque muchísima gente no lo sabe. Ignora incluso la existencia del mismo.
Lo mandó construir en 1897 Julio Quesada-Cañaveral, duque de San Pedro de Galatino y, aunque no venga mucho al caso, el primer precursor de que hubiera una vía de comunicación entre Granada y Sierra Nevada. El noble tenía una azucarera en Láchar y le venía muy bien el puente para transportar la mercancía hasta Íllora, que contaba con una estación de ferrocarril.
Con el declive de las azucareras, especialmente acusado en las décadas de los sesenta y los setenta del siglo XX, el puente dejó de cumplir su función original, aunque más adelante empezaron a cruzarlo coches hacia los vecinos núcleos poblacionales de Valderrubio, Escóznar o Fuente Vaqueros.
«Elemento del patrimonio histórico»
En 2006, no obstante, su estructura se derrumbó parcialmente a consecuencia de un accidente y desde entonces no se utiliza. Pero la Diputación Provincial de Granada, en 2024, ha anunciado la inversión de 300.000 euros para su recuperación, que acarreará por lo demás un tercer uso. No será ni para coches -que ya cruzan por otro puente muy cercano- ni para trenes, sino peatonal.
La Diputación y el Ayuntamiento de Láchar creen que será un aliciente turístico y que además se preservará así un elemento del patrimonio histórico no sólo del municipio sino de la provincia. Es una zona que realmente merece la pena visitar por varios motivos.
Por ejemplo, tanto en Fuente Vaqueros como en Valderrubio se conservan casas donde vivió Federico García Lorca, tan emblemático en Granada como pueda serlo Gustave Eiffel en París. Además, es una delicia pasear por las choperas junto al río Genil o ver los secaderos de tabaco -muy pocos ya en activo, eso es cierto- que se conservan de la época en la que ese cultivo era la forma de vida de miles de personas.
Láchar, Peñuelas, Escóznar y otros lugares aún más pequeños como Obéilar, donde en su día se mandó construir una estación de ferrocarril por orden directa del rey Alfonso XIII y donde se conservan interesantes casas señoriales, son puntos que se han salvado por ahora de la despoblación por su relativa cercanía de la capital y también por el auge del turismo rural. Lugares como El Cortijuelo, en Escóznar, son obligatorios si se busca pasar unos días de desconexión y cercanía con la naturaleza.