Cuando Dennis Lehane (Boston, 1965) publica una nueva novela, las páginas de las secciones de cultura de los diarios nos recuerdan que es el autor de “Mystic River” o “Shutter Island”, llevadas a la gran pantalla e interpretadas por Sean Penn, Tim Robbins, Kevin Bacon, Leonardo DiCaprio o Max von Sydow. También añaden que colaboró en los guiones de “The Wire”, “Boardwalk Empire” y “Bloodline”, y que se le han concedió los premios Edgar, Shamus, Anthony y Barry, y el Pepe Carvalho en 2007.
Aparte de esos datos, el escenario de sus novelas ha sido Boston, en el que retrata la vida de inmigrantes, generalmente irlandeses, resaltando la influencia de la religión católica en su cultura. En las primeras novelas de la saga de Patrick Kenzie & Angela Gennaro, de las que sobresalía “Un trago antes de la guerra”, Lehane resaltaba las descripciones del crimen y la violencia. Sin embargo, en las novelas posteriores, se detiene en analizar el tráfico de drogas, las secuelas personales y sociales del narcotráfico, el racismo y el enfrentamientos social, la religión católica como base cultural, la identidad irlandesa con referencia constante a la raigambre blanca europea, el arrepentimiento de las decisiones que condicionaron vidas, el peso psicológico de los padres en la infancia y la palabra comprometida en el plano personal y profesional. En resumen, son historias de conflictos sociales y políticos, que en realidad son el reflejo de lo que ocurre en el resto del mundo, pues la problemática es universal. De tal manera que si Leonardo Sciascia ambientaba las contradicciones sociales en Sicilia, hasta declarar que “Sicilia es el mundo”, Dennis Lehane las sitúa en Boston y parece gritar: “Boston es el mundo”.
Ahora, su última publicación, “Golpe de gracia”, mantiene las constantes citadas, pero se convierte en una versión moderna e irlandesa de “Madre Coraje y sus hijos”, de Bertolt Brecht, donde su protagonista, Anna Fierling, ahora se llama Mary Pat. De esta forma, la trama comienza con la polémica sentencia de desegregación del juez W. Arthur Garrity el 21 de junio de 1974, que obligaba a que el alumnado de los colegios se mezclase. Lo que provocó la gran “Manifestación contra la dictadura judicial”, el 30 de agosto de 1974 en la plaza del Ayuntamiento de Boston, donde se quemaron efigies del juez firmante, del alcalde de la ciudad y del senador por Massachusetts, Edward Kennedy. Un conflicto que en realidad enfrentó a la población afroamericana del Roxbury High School con los trabajadores blancos cuyos hijos iban al South Boston High School.
Los pudientes eran ajenos a este conflicto racial porque vivían en el extrarradio, en Wellesley, e iban al Wellesley High School o al Dover Middle School. Diferencia que Lehane también refleja en el reclutamiento para la guerra de Vietnam, pues los hijos de los ricos siempre encontraban médicos que pagaba papa, dispuestos a diagnosticar cualquier enfermedad para eximirlos de ir al frente, de tal manera que “Los barrios de las afueras están diseñados para escapar de razas y culturas” (p. 279).
En ese escenario de conflicto, aparece asesinado Auggie Williamson, un joven afroamericano. Al mismo tiempo, Jules, hija de Mary Pat, desaparece. Todo parece indicar que ambos sucesos están relacionados. El sargento de detectives, Michel Coyne, Boddy, lleva las investigaciones, pero la mafia local irlandesa liderada por Marty Butler le impide avanzar en las pesquisas. Es en ese momento cuando Mary Pat –reconvertida en “Madre Coraje” que no ha superado la muerte por sobredosis de su hijo Noel, después de llegar del Vietnam– quiere saber dónde está su hija Jules y no está dispuesta a que nada ni nadie se lo impida. Esa determinación, Lehane la dibuja de la siguiente forma: ” Cuando le sostienes la mirada notas que le brillan los ojos: es el brillo que ya has visto antes en los ojos de personas inalcanzables” (p. 183); “En aquella mujer hay algo irremediablemente roto […] rota pero inquebrantable” (p. 187); “Nadie le ha enseñado cómo rendirse” (p. 193); “Es todo aristas y ángulos, un mentón en permanente tensión, labios finos listos para curvarse en una mueca de desprecio: está hecha para combatir” (p. 270).
Dennis Lehane nos ha dibujado un mundo y una época donde blancos y negros no se hablaban. Un momento en el que, si eras feliz, lo mejor que podías hacer era escapar, pues, el día a día se traducía en que “matar a alguien es como quitar la nieve. No me gusta, pero si se ha de hacer se hace” (p. 323).
Golpe de gracia
Dennis Lehane
Traducción de Aurora Echevarría
Salamandra, 347 páginas, 22 euros