No siempre es fácil hacer lo que se espera de uno. Cada vez, cada reto, además de ir acompañado de una oportunidad, también está cargado de responsabilidades y expectativas. El deber, eso que se presupone de alguien que acostumbra a llevar por costumbre u obligación. Eso le pasa al Barça con el partido de este sábado. Ganar es una virtud, pero también su cruz. Contra el Chelsea, en Stamford Bridge, no hay otra (18.30 horas). Si las azulgranas quieren estar en Bilbao, solo les vale ganar con el 0-1 en contra de la ida. Y, cuanto más debes hacer una cosa, más complicada a veces es de conseguir.
En los pasillos de Stamford Bridge aún resuena la épica culé. El Barça visita un estadio que la temporada pasada conquistó por la mínima con un gol de Caroline Graham Hansen que hizo bueno el empate en casa en la vuelta. El equipo masculino también dejó huella en el templo ‘blue’ con el tanto de Andrés Iniesta que daba el billete a la final de Roma. Los antecedentes en el estadio del Chelsea son esperanzadores para un Barça que llega a Londres consciente de la situación límite.
“No tenemos que hacer muchas cosas distintas a lo que venimos haciendo hace años. Siempre salimos a ganar, no a especular”, sentenció Aitana Bonmatí antes del envite. “De las derrotas se aprende. Es donde más puedes reflexionar. No estamos muy acostumbradas a perder, pero ahora no hay tiempo para las lamentaciones. Tenemos un gran partido. Hemos analizado bien lo que hicimos en Montjuïc y sabemos lo que tenemos que hacer mañana”, añadió la Balón de Oro, que mira a los ojos a un Chelsea que se presenta como un lobo con piel de cordero.
Si en Eindhoven remontamos en 45 minutos, ¿por qué no hacerlo mañana en 90?
Así lo ha querido escenificar Emma Hayes, entrenadora del conjunto inglés, que pretendió deslizar todas las responsabilidades y presiones al equipo azulgrana. La británica quiso poner en foco en la parte mental, que destacó como clave para llevarse el partido y la eliminatoria. Jonatan Giráldez recogió el guante, pero no compró su discurso: “Para mí todo es importante. Has de jugar bien al futbol y tienes que estar fuerte a nivel mental”.
El vestuario y el staff creen que la remontada es posible. Al fin y al cabo, solo hay un gol de diferencia a favor del Chelsea. “Si en Eindhoven remontamos en 45 minutos, ¿por qué no hacerlo mañana en 90?“, desafiaba Aitana. La ’14’ tiene vivo, como todos los culés, el recuerdo de la final de la Champions del año pasado. La final de Eindhoven se convirtió en una odisea. En la media parte, las barcelonistas iban perdiendo por dos goles. Hacía falta la épica que no llegó en Turín, donde perdieron ante el Olympique de Lyon. Sin embargo, el chip cambió. Remontaron y se coronaron por segunda vez como reinas de Europa.
Antecedentes trampa
Pese a los tiempos recientes, si nos ceñimos a los números y echamos la vista atrás en el calendario, al Barça no se le da bien remontar. Las culés se han encontrado hasta seis veces por debajo del marcador en una eliminatoria y tan solo una ha conseguido darle la vuelta en el marcador. La última que lo necesitó, eso sí. La temporada 2018-2019, el BIIK Kazygurt las batió en el partido de ida por 3-1. Al desastre se dibujó solo, con un once poco habitual y con varias de las figuras más importantes del equipo fuera de la convocatoria. Además, se le añadió una intoxicación alimentaria de la plantilla.
El emblemático Mini Estadi era el escenario de la vuelta. Era necesario revertir el marcador, mucho más abultado que el que tienen que batir este sábado ante el Chelsea. Las azulgranas plantaron un 3-0 en el marcador, llevándose los dieciseisavos y continuando con su camino en la Champions. “Estamos acostumbradas a sobreponernos a las adversidades como lo hicimos en Eindhoven. Tomaría el ejemplo de la eliminatoria del 2018 para el partido de este sábado”, señaló Aitana, que formaba parte de la plantilla del primer equipo en ese partido.
El Barça tiene delante un nuevo reto. Es de los que le gustan. De esos donde se demuestran de qué pasta están hechas estas futbolistas que han cambiado la historia. El escenario pone la piel de gallina, con el eco de los grandes triunfos y las noches mágicas. Este sábado, el equipo comandado por Jonatan Giráldez solo tiene que hacer una cosa: ganar. Tan difícil y tan fácil (para ellas) a la vez.