Search
Close this search box.

El amor ilustrado

Comenta perfectamente Catherine Camus cómo una coincidencia histórica une a Albert Camus, su padre, que había tenido que romper con Francine Faure, su mujer, tras la ocupación nazi, y a la actriz María Casares, que venía huyendo de la dictadura de Franco (su padre era un destacado político republicano). Tras varios encuentros intermitentes, el azar los volvió a reunir cruzando el bulevar de Saint Germain, en París, el mismo día del desembarco de Normandía; desde entonces ya serían inseparables hasta el accidente automovilístico que le costó la vida al escritor en 1960. La correspondencia entre los dos, de 1944 a 1959, traducida al fin al castellano, representa la relación de dos almas libres que sobrevivieron a muchas mareas negras.

La elocuencia de María Casares al hablar de su relación es propia de un poeta: “Logramos un amor ardiente de cristal puro”. Compaginan en las cartas las vicisitudes de sus trabajos. Casares alienta a Camus, que le habla de sus proyectos con dudas filosóficas. El perfil camusiano de indagación y duda también aflora en las cartas de María. La deuda pendiente será citarse en París. El humanismo del escritor, al que tanto inspiró Orán, es encontrar un lugar, como sucede en sus libros, donde darle un sentido a la vida: “Y sé que por muy breve que sea ,por muy amenazada o muy frágil, hay una felicidad lista para nosotros dos si tendemos la mano”. Amor, por tanto, “en la fiebre de la impaciencia y el peligro”, añade Camus. Largas esperas entre nicotina y soledad, para centrar el mundo en Casares, para sentenciar frases lapidarias y magnánimas que aseveran toda declaración de amor: “No tendré paz mientras me priven de tu rostro”. La pasión sentida se refrenda en los apelativos cariñosos con que el autor de “El extranjero” la nombra: “Niña mía”.

La prolongada distancia, fruto de las ocupaciones de ambos, parece intentar acortarse en la proximidad de pasiones sinceras, la impaciencia acaba por rotular un amor que se desborda. María Casares parece contagiarse del lenguaje de su compañero en las respuestas para ser taxativa y, a la vez, dar un énfasis cálido: “Y, sobre todo, no existo, aspiro a existir, tan solo soy una promesa”.

Los secretos del alma que fluyen a borbotones en este libro, tras todos los prolegómenos, que han de concluir en la unión de los amantes. Es mutuo el relato de proyectos y el reconocimiento de los que lucharon en la resistencia en la guerra civil española y en la mundial, de los que Camus habla: hombres libres que sufrieron la penuria antes de someterse al yugo: “No olvidéis que la lucha continúa, aunque sea de forma pasiva, y que cada uno de esos hombres ha sacrificado, cuando menos, una vida de felicidad, paz y bienestar para no sucumbir y para no perder sus derechos de hombre libre, ante el mundo y ante sí mismo… No olvidéis jamás”.

María Casares comenta todas sus lecturas en una desbandada de pensamientos para mantener “nuestro reino”. Los dos sienten, punzante, la ausencia ajena. A la espera de sentir la presencia física ambos se tientan con la escritura. El interior que se vuelca en el otro elabora un sentimiento, un anhelo de querencia que se escinde de la objetividad. Entre el cansancio de los viajes, el constante fluir de personas en sus vidas hay un proyecto común de arte y vida. Albert Camus le habla a Casares de su titubeante salud, del mar como freno a la depresión. Comparten muchos gustos teatrales y literarios, al fondo estará siempre el lecho de reposo que supone París.

La pertenencia del uno al otro es inevitable, el pasado se rememora con fluidez, el presente son las mismas cartas y el futuro es el plan más inmediato. La correspondencia no es un intercambio de cartas cualquiera, su valor literario estriba en que es testimonio de dos seres cultivados y de jugosa personalidad, testigos activos del siglo XX. Los textos finales de la actriz tras la muerte del escritor corroboran la intensidad sobre lo humano de su relación, en definitiva, la persecución de la felicidad y la sacudida del vacío.

Un libro monumental de amor y vida en su más puro sentido de distancia y ofrenda.

cultura


Correspondencia 1944-1959 

Albert Camus, María Casares

Debate, 1.230 páginas, 46,45 euros



Source link