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Duran Duran sube al tren de la bruja en ‘Danse macabre’

Tal vez no lo parezca, pero Duran Duran siempre ha estado ahí, desde 1978, practicando alguna que otra pausa, pero sin separarse nunca y atendiendo a sus seguidores con periódicas novedades discográficas. La más reciente fue ‘Future past’ (2021), y ahora Simon Le Bon y compañía se sacan de la manga un extraño artefacto, ‘Danse macabre’, pensado para amenizar esa festividad de origen pagano, convertida en evento comercial, que (también aquí) conocemos como Halloween.

Se trata de un álbum que mezcla canciones nuevas (tres) y versiones tanto de otros artistas como de piezas de su obra pretérita, todo ello con el nexo temático del presunto diálogo con el más allá. Con un poco de humor y jugando con cierto ‘malrollismo’: véase esa portada en blanco y negro, que reproduce la foto de una remota escena espiritista, que al parecer Nick Rhodes (el teclista), adquirió en una subasta. Ya vemos que la materia, en fin, suscita gran interés en el cuartel general de Duran Duran.

Familia reunida

La idea surgió del concierto por Halloween que el grupo ofreció el año pasado en Las Vegas. Todo ha ido bastante rápido, y su creatividad no ha dado más que para crear esas tres canciones que se dejan oír, aunque no cambiaran el rumbo del planeta Tierra. Sobresale el tema titular, ‘Danse macabre’, con sus aires de ritual siniestro. Luego, el lustroso funk de ‘Black moonlight’, con guitarras del recuperado (parcialmente) Andy Taylor y del gurú Nile Rodgers (que produjo al grupo en el álgido ‘Notorious’, 1986). Sí, esta jugada ha servido para recuperar viejos cómplices y propiciar cierto efecto de reunión familiar, ya que también se deja caer por el disco Warren Cuccurullo, titular del grupo entre 1989 y 2001. El tercero de los temas nuevos, ‘Confession in the afterlife’, cierra el recorrido dejando una suave estela abracadabrante.

Ese material se entrecruza con repescas de su pasado, un tanto tuneadas para la ocasión, como ese ‘Nightboat’ menos synth-pop y más grave que en 1981. Y desfilan por el ‘tracklist’ una serie de versiones de suerte dispar. ‘Spellbound’, de Siouxsie and the Banshees, gana en efectos especiales y pierde en el camino el primitivismo originario. ‘Paint it black’, de los Rolling Stones, suena algo paródica, disfrazada para el tren de la bruja. Y en el asalto a ‘Bury a friend’ apenas queda nada de la sofocante oscuridad que le imprimió Billie Eilish.

El ‘cover’ último, ‘Psychokiller’, de Talking Heads, con el fornido bajo de Victoria de Angelis (Måneskin), es una excusa para estirar la fiesta (la canción ni siquiera tiene relación con la temática funeraria). Y queda, en fin, un rastro de álbum-divertimento que se vale del Halloween con un espíritu banal semejante al de todas esas comedias de terror con calabazas tétricas y payasos que te amenazan con un mazo. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

‘Chronicles of a diamond’

Black Pumas

ATO Records

Soul-rock

★★★★

Después de debutar en 2019 con un astuto elepé de soul ‘vintage’ que se coló en la fiesta de los Grammy, el dúo tejano confirma las promesas de aquel álbum homónimo con una suculenta colección de canciones que se aleja un par de pasos de la sombra retro de su predecesor y no teme aventurarse por senderos de jazz-funk o rock and roll. Sin cambios dramáticos: Eric Burton es un vocalista soul de primera división y ahí están cortes como ‘Angel’ y ‘Gemini sun’ para demostrarlo. Rafael Tapounet

‘Postales de invierno’

The New Raemon

Cielos Estrellados Music

Rock de autor

★★★★

Tras entregar en solo tres años una trilogía con Madee y otros dos álbumes con David Cordero y Marc Clos, regresa The New Raemon en solitario con un halo trascendente, elegía al amigo desaparecido (el protagonista de ‘Irutzun’). Canciones portadoras de fuerza interior, con más delicadeza poética que atropello, entre cuerdas neoclásicas y cavilaciones sobre la vida, la muerte y el poder del amor. Sin postureo siniestro ni nihilismo, reconfortando el alma. J. B.

‘Revanchist’

Evian Christ

WARP

Electrónica

★★★★

El primer álbum del prestigioso productor británico Evian Christ es una celebración del trance. Retorcido, hipertrofiado y extraño, como todo lo que ha hecho hasta ahora -colaboraciones con Kanye West, experimentos con hip hop-, pero trance al fin y al cabo. ‘Revanchist’ está hecho con los materiales menos nobles pero más populares de la música electrónica de baile: oleadas de sintetizadores que buscan descaradamente la lágrima, bombos atronadores, ritmos marciales, subidones de una tensión insoportable, voces etéreas que invitan a soñar y evadirse. Una celebración sincera y sin ironía de cuán emocionante y poderosa puede ser la melodía más pueril del mundo cuando cabalga sobre un bombo a negras a 145 pulsaciones por minuto. Roger Roca



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