Recién cumplidos los 21 años, un problema martillea la cabeza de Carlos Alcaraz. Las lesiones, esas que se han convertido en su enémigo público número uno por encima de cualquier otro rival, no le dan tregua. Es más, se multiplican. En el último año y medio, desde que ganó su primer Grand Slam en el US Open 2022 y asaltó por primera vez el número uno del ránking, el tenista murciano ha sufrido diez percances físicos que no han dado respiro a su cuerpo
Dieciocho meses de triunfos y de establecerse como una referencia en el circuito, pero también de sobresaltos. El desgarro en la musculatura oblicua interna de la pared lateral abdominal izquierda que se produjo en el Masters 1000 de París en noviembre de 2022 fue el inicio de un carrusel de problemas físicos que llegan hasta el día de hoy. A partir de ahí, en su historial médico se contabilizan una rotura en el músculo semimembranoso de la pierna derecha, una distensión en los isquiotibiales, la artritis postraumática en la mano izquierda, molestias musculares en columna, una inflamación en la fascia plantar del pie izquierdo, fatiga muscular en la zona lumbar, un esguince de tobillo y la actual lesión en el antebrazo derecho, con la recaída por un edema en el pronador del mismo brazo.
18 meses en los que Alcaraz se ha perdido un Grand Slam (Australia 2023), tres Masters 1000, la Copa de Maestros de 2022 y varios torneos más de menor categoría. Desde que asaltó el número uno, solo ha podido encadenar seis meses libres de sobresaltos, entre abril y octubre de 2023. Y eso asumiendo la versión oficial de que que el problema de calambres que le llevó a retirarse en las semifinales de Roland Garros ante Novak Djokovic fue “por los nervios y la tensión” del momento.
“Fuera de la pista he hecho las cosas bastante mejor y eso hace que físicamente me haya encontrado mucho mejor. Todas esas lesiones me ayudan a saber qué cosas tengo que hacer mejor este año, cómo tengo que trabajar, descansar, comer, cómo tengo que hacer las cosas fuera de la pista”, aseguró Alcaraz, aplicado, a principios de este año al llegar al Open de Australia. Respondía de esta forma a la regañina pública de Juan Carlos Ferrero unos meses antes, en la que su entrenador inisitía en que “hay que aprender a ser profesional y hacer las cosas cuando toca: entrenar cuando toca, desconectar cuando toca, pasárselo bien cuando toca”.
“Mi cuerpo no está hecho”
Pero ni por esas. En lo que va de temporada ya se ha perdido cuatro torneos (Montecarlo, Barcelona, Roma y retirada en el debut en Río) y el run run no cesa. Los problemas en el antebrazo le hará perderse el Masters 1000 de Roma y le hará llegar muy justo a Roland Garros, que arranca el domingo 26 de mayo. Tras perderse Montecarlo y Barcelona por una lesión en ese mismo brazo, Alcaraz forzó para jugar en casa y poder defender el título de 2022 y 2023 en el Mutua Madrid Open. La consecuencia: recaída y contrarreloj hacia París, a donde llegaría con solo tres partidos de rodaje durante la gira de tierra europea.
“La verdad es que sí me preocupan las lesiones, muchas veces no entiendo las situaciones, no entiendo los momentos y yo les pregunto pero por qué si estoy haciendo las cosas bien: estoy durmiendo bien, estoy comiendo bien, estoy entrenando bien y las lesiones vienen”, reconcía Alcaraz ante las insitentes preguntas de la prensa en Madrid. “Al final tenemos que lidiar con las lesiones. A pesar de que yo me encuentro físicamente bien, que me he formado bien, tengo 21 años y mi cuerpo no está hecho. Necesito un par de años para que mi cuerpo se asiente un poquito a esta exigencia. Yo creo que cuidándonos estos años irá a mejor. Pero sí que me lo he preguntado y muchas veces no lo entiendo”, explicó el murciano.
Apenas unos días después se supo que el sobreesfuerzo en Madrid volvió a causar estragos en su cuerpo. “Necesito descanso para recuperarme y poder jugar sin dolor al cien por cien”, reconoció Alcaraz al anunciar que sería baja en Roma y después de varias ruedas de prensa en las que insitió en que los pensamientos negativos acerca de la evolución de su brazo seguían presentes.
Su físico, explosivo y en desarrollo a sus 21 años recién cumplidos, sigue siendo traicionero. La exigencia del circuito, unida a un cuerpo todavía por terminar de hacer, pasa factura. Le quiebra con demasiada recurrencia, apenas avisa, pero también le permite competir a su vuelta sin casi necesidad de rodaje, como demostró en Indian Wells. Allí llegó tras retirarse en el torneo de Río por una torcedura en el tobillo y sin rodaje y con cambio de superficie incluído, conquistó el título, su segunda corona en Palm Springs (California).
Un arma de doble filo que le ha permitido mantenerse en el top-3 durante todo este tiempo. A pesar de todo, Alcaraz acumula ya 12 títulos en su carrera, dos de los cuales son Grand Slams (US Open 2022 y Wimbledon 2023) y cinco Masters 1.000. Dos historiales, el de lesiones y el de triunfos, dignos de un veterano, pero que en su caso pertenecen a un talento con apenas tres temporadas en la élite. En buena medida, reducir el primero ayudará a dar lustre al segundo.