Laporta calla; Xavi habla. Y el presidente esquiva al entrenador, quien se siente desconcertado y hasta desorientado por lo que ha vivido en los últimos días. No entiende lo que le está pasando, por mucho que sostenga que será el técnico del Barça la próxima temporada. Pero esa decisión ya no le corresponde a él, entregado como está ahora mismo a la voluntad de Laporta, quien oculta en público sus planes.
Calla y espera el dirigente. En privado, en cambio, no tiene dudas porque continúa enfadado con el técnico por el doble mensaje que traslada, unido a que el equipo ha entrado en una peligrosa involución, cerrando la temporada en blanco.
Xavi aguarda con tensión esos días finales, emplazado como ha quedado a una cita cuando acabe la Liga el próximo domingo en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla en una última e intrascendente jornada.
Será entonces, terminado el campeonato, cuando Laporta se siente de verdad con Xavi. Hasta ahora lo ha eludido. No quiso el presidente ir a Almería, enojado como quedó por esa declaración del entrenador en que no veía al club con capacidad económica para competir con Madrid y con los grandes clubs europeos. Tampoco se permitió que apareciera alguna voz de la junta para abordar este asunto. Ni en Andalucía. Ni tampoco en Montjuïc.
“El mensaje es el mismo, si tengo alguna noticia os la daría encantado, pero es que a mí me han transmitido confianza”
Deco, a quien el estallido de la crisis le pilló en Portugal, ha esquivado los micrófonos. Rafa Yuste, el vicepresidente deportivo, también. Solo habla el técnico, quien ha realizado hasta cuatro conferencias de prensa en los cuatro últimos días, intentando trasladar una sensación de normalidad.
Pero ya nada es normal. Algo se ha roto, y ahora sí tal vez sea para siempre, entre Laporta y Xavi. “El mensaje es el mismo, si tengo alguna noticia os la daría encantado, pero es que a mí me han transmitido confianza”, lleva sosteniendo el técnico desde el pasado jueves por la noche en Almería cuando puso la primera voz a la crisis que le sorprendió desde su inicio.
La agonía se alarga otra semana
Primera y última voz porque solo habla él. Los demás, callan, incluido Deco, quien debería ser la persona que decidiera si es necesario (o no) el cambio en el banquillo.
“El presidente siempre ha ido de cara y ha sido honesto y seguro que lo seguirá siendo cuando nos veamos”, dijo Xavi antes de tener un encuentro de cortesía con Laporta en su despacho de Montjuïc. De cortesía y breve. Muy breve.
No era lo que esperaba el técnico. No lo fue porque no aclaró nada su futuro. Ni tampoco le fue de cara el presidente, lo que le descolocó aún más. No lo fue, además, porque le ha alargado una semana más el desenlace sobre su continuidad.
Le hace esperar el presidente, en la antesala del despido. Está Laporta dejando caer a Xavi a cámara lenta, con la consiguiente erosión pública que eso genera, tal si fuera la repetición del ‘caso Koeman’.
Al ‘héroe de Wembley’ le pidió en el verano de 2021 dos semanas de plazo para encontrar otro entrenador. Si no lo hallaba, se quedaría. Así ocurrió. Tres meses después lo despidió en un avión de vuelta de Vallecas tras perder con el Rayo (1-0). Era noviembre de 2021.
Con Xavi el plazo no es para buscar a un sucesor –Hansi Flick, exseleccionador alemán, y Rafa Márquez, técnico del Barça Atlètic-, son los grandes candidatos- sino para poner fecha definitiva a su salida.
“No sé si hago mala cara o no, pero estoy muy tranquilo. Duermo tranquilo. Tengo la conciencia tranquila”
El plazo, curiosamente, podría ser también de dos semanas, aumentando el desasosiego en Xavi, aunque intente camuflarlo. “No sé si hago mala cara o no, pero estoy muy tranquilo. Duermo tranquilo”, confesó el técnico a DAZN antes del triunfo sobre el Rayo Vallecano. “Tengo la conciencia tranquila, dando todo para que esto funcione y con ilusión para seguir trabajando y para que empiece la próxima temporada”, añadió el aún entrenador del Barça.
Si de él depende no hay dudas porque se ve con “energía e ilusión” para continuar. En enero, en cambio, sí que dejó dicho que se iría en junio (algo nunca visto en la historia contemporánea azulgrana), por lo que el Barça se ahorraría así el año de contrato hasta 2025.
El despido tendría un coste de 20 millones brutos
Pero el club aceptó, en una pirueta de última hora, sellar su continuidad en abril, por lo que ahora si decide echarlo tendrá que asumir esa ficha, incluída la del cuerpo técnico, con una cifra que se acercaría a los 20 millones de euros brutos. En mayo, sin embargo, es el presidente quien ya no ve a Xavi en el banquillo para la próxima temporada. Pero el presidente no se lo dijo el domingo en Montjuïc en el que, tal vez, haya sido su último partido en la casa de alquiler del Barça. Aunque el técnico no se lo creyera así.
En enero, Laporta acató, y muy a su pesar, la fórmula de Xavi. En mayo, Xavi no descodifica a Laporta, que le hace esperar alargando una semana más su final. Eran amigos y en pleno idilio el técnico llegó a decir en marzo pasado que “era el mejor presidente de la historia del Barça”.
Un idilio que ya ha terminado, al que solo le falta ahora que acudan los abogados para certificar en documentos la separacion legal y cerrar el finiquito económico, próximo escollo, porque, como sostenía Laporta, “perder tendría consecuencias”. Y la consecuencia es que en los tres primeros años de su segundo mandato, Laporta busca a su tercer entrenador, síntoma de la zozobra que azota a un Barça tan desorientado como su entrenador.