Fue una escena pintoresca, tal vez un poco psicotrópica, la de estas dos voces de la música popular, bien comercial y terrenal, como son David Bisbal y Pasión Vega, haciendo trepar sus voces entre las torres de Gaudí, incrustadas en una misa, pero se trataba de cantar para una causa más grande que ellos. Concierto y culto, confluyendo con la vista puesta a ese hospital de campaña que hay que construir en Ucrania con donaciones como las que cursaron los 3.200 asistentes al evento benéfico, este martes en el templo de la Sagrada Familia.
Llamarlo espectáculo, aunque tuvo algo de ello, puede ser frívolo: se hizo oír la palabra eucarística en boca de monseñor David Abadías, Obispo Auxiliar de Barcelona, que nos invitó a “sacar de nosotros este corazón de piedra y poner en su lugar un corazón de carne”. Mensajes amparados por Sor Lucía Caram, organizadora del acto junto con el empresario Enrique Tomás.
Flautas y charango
Se trataba a su vez de conmemorar el 10º aniversario del pontificado del Papa Francisco, coincidiendo con la festividad de la Virgen de Guadalupe. Y por ello, la base musical la puso la ‘Misa Criolla’ que el argentino Ariel Ramírez compuso en 1964. Ofrenda con vivaces acentos de folklore, ampliando los colores del rito religioso. Charango y flautas andinas transmitiendo calidez, tintineando sobre el cuerpo de la docena de instrumentistas y del coro del Liceu (con dirección de Jacob Sureda).
La pareja cantora, muy puesta en situación. Pasión Vega se ajustó a la solemnidad de ‘Sanctus’ y ‘Agnus Dei”. Y David Bisbal suplió aquella lejana súplica juvenil de “Ave María, cuándo serás mía” por el anuncio pío y navideño de que “Dios ha nacido, pétalo y flor”. El cancionero se abrió a piezas como ‘Hallelujah’, de Leonard Cohen, con un sentido Bisbal, y ‘El cant dels ocells’, que Pasión Vega abordó en catalán propulsada por el coro. Y un ‘Gracias a la vida’, de Violeta Parra, en el que se los vio a ambos juntos y más sueltos, vencidos los rigores y dejando que fluyera el chorro de voz sobre un colchón de percusiones.
La Sagrada Família no es el escenario más propicio para un concierto: visibilidad complicada, nula incluso en ciertas posiciones (todas esas columnas), y relieves proveedores de rebotes acústicos, acomodando tan solo las notas largas. Pero, adaptados a la situación y abordando un festivo ‘Solo le pido a Dios’ (León Gieco), David Bisbal y Pasión Vega estuvieron al fin a sus anchas, y no faltó el elogio de monseñor Abadías. “Lo habéis hecho muy bien”. Y un cordial recordatorio que dibujó algunas sonrisas: “Hacemos misa cada domingo. Podéis volver cuando queráis”.