Cayetana Guillén-Cuervo (Madrid, 1969) encarna a diferentes mujeres desterradas a una isla en Pandataria, una obra que ella y Chevi Muraday han creado aunando teatro y danza y en la que participan también Elio Toffana, La Merce, Basem Nahnouh y Chus Western. Este sábado se podrá ver en el Teatro de Invierno de San Javier. En conversación telefónica habla de este espectáculo y, como presidenta de la Academia de Artes Escénicas, del acoso y violencia sexual dentro de su profesión: “Siempre estaremos de parte de quien haya sufrido un abuso de cualquier tipo”.
Llega a San javier con una obra que parece una historia de ciencia-ficción: una isla a la que destierran a las mujeres que no se conforman, que se rebelan… y que es verídica.
Es así. Pandataria existe en la época de los césares, después cambia de nombre, se llama Ventotene, la isla está ahí, y se sacaron de la manga la Ley Iulia de Adulteriis para desterrar, acusando de adulterio, a las mujeres que les hacían sombra. Las violaban, abusaban de ellas, las acusaban de adulterio y las expulsaban a esta isla. Y esto es real, tres generaciones de mujeres murieron de esta manera. Luego la isla se convirtió en Ventotene y, en la Segunda Guerra Mundial, Mussolini desterró a los disidentes políticos, que viajaron con sus mujeres, cosa que no está en primera plana de la historia, ni se conoce. Pero una de estas mujeres fue crucial, fue la que escribió el tratado de Ventotene, que es el primer manifiesto de una Europa sin fronteras, en el que se basó toda la construcción de la Europa actual. Personalmente, es un tránsito por distintas mujeres en una función que es muy interesante, en la misma isla, que es una isla de los desterrados, una metáfora de cualquier desprecio, cualquier humillación, cualquier abuso que hayas sentido en la vida.
Tanto el destierro, la intolerancia, el odio a los que son diferentes, son cuestiones muy actuales.
Claro, Chevi Mudaray y yo empezamos a levantar este espectáculo hace tres años y cada vez es más actual. Es un espectáculo que mezcla disciplinas artísticas, que es un grito a la libertad, a la inclusión, a la diversidad y que ha querido ser eso desde el propio elenco, porque no solamente con la teoría de lo que la obra cuenta, sino desde dentro, con la diversidad y la inclusión en el propio elenco. Y entonces eso estaba generando una serie de conceptos tan potentes que decidimos que queríamos hacer un documental que dejara rastro de lo que habíamos construido. Por eso también rodamos el documental dentro de los ensayos.
¿Qué vemos en ese documental? ¿Su trabajo diario, sus reflexiones?
Se ve eso y, a la vez, de alguna manera, nos hemos abierto todos en canal a contar nuestras heridas como una especie de ejemplo, de decir: «Bueno, aquí todos tenemos cosas que contar, todos tenemos una isla Pandataria dentro y hemos podido salir adelante gracias a los demás y gracias a las artes escénicas y a intentar cumplir tus sueños». Es decir, se puede salir, se puede caminar.
¿Cuál es esa herida que tiene dentro?
Esá en el documental y está en la función, está integrado en los textos de la isla. Prefiero dejar que la gente lo vea.
Hoy en día la isla se quedaría pequeña si alguien decidiera enviar allí a todo el mundo que se sale de la norma, de lo convencional, ¿no?
La verdad es que sí, pero bueno, Chevi lo que ha hecho es transformar el decorado hasta construirlo en una barca en la que nos metemos todos y es la salvación. Es cogerte de la mano del otro y dejarte ayudar y ayudar tú, escuchar su diferencia, escuchar sus razones, abrazar la diferencia, sea cual sea lo que no entiendes. Es una función que convence a convencionales y a progresistas, porque realmente de lo que habla es de amor, de dignidad, de respeto, de derechos humanos, de empatía y de abrazar la diferencia.
Comentaba antes que es un espectáculo que aúna teatro y danza. ¿Le ha exigido mucho más que otros proyectos?
Sí, sin duda sí, porque en mi formación como actriz está la danza, pero no a este nivel. Aquí, bailar con Chevi Muraday, es muy físico, llevamos mucho tiempo ensayando, primero solos, luego ya con la inclusión del elenco. Empecé mucho antes para estar un poco a la altura (es gente profesional de primer nivel). Y lo mismo le pasó a Elio Toffana, que es un actor, rapero, un tipo privilegiado de coco, de talento, pero claro, tampoco había bailado nunca de esta manera y también se ha tirado a la piscina.
Es un proyecto muy especial, tanto estéticamente como por el mensaje.
Sí, muy transgresor, muy tendencia, son cosas que te arriesgan, que te puede salir mal, bien o se convierte en un suceso, que es lo que ha pasado, que te convierte en un ‘movimiento’ Pandataria, en el que todo el mundo se ve reflejado porque todo el mundo ha estado alguna vez expulsado de algún lado.
Las mujeres de Pandataria, ¿qué tienen en común?
Pues las heridas y la capacidad de superación. Es una historia de superación, tanto Pandataria como las historias individuales del documental que confluyen en el espectáculo a través de las disciplinas de artísticas, de la música y de los textos… Todo ese reparto tan diverso ha podido unirse, darse la mano y caminar, que es un poco la reflexión que lanza la función.
Preside la Asociación de Artes Escénicas. ¿Les han llegado denuncias de actrices por abuso?
Por ahora no, la verdad, pero siempre estaremos de parte de quien haya sufrido un abuso de cualquier tipo. Porque no es tolerable un abuso de otro ser humano en ningún caso, de ningún tipo. El ser humano tiene que hacer una reflexión sobre lo que quiere aportar al mundo, que es de lo que habla Pandataria, también se habla de abusos sexuales. ¿Para qué estamos aquí? ¿Estamos aquí para construir, para abrazar o para herir?
En su carrera, ¿alguna vez se ha visto en una situación como las denunciadas, o la ha presenciado?
Yo no he tenido en mi profesión ninguna situación así, la verdad, si no, lo diría. Estoy en un momento en que realmente lo diría, pero no lo he vivido, no me ha ocurrido.
La Academia del Cine ha condenado cualquier tipo de abuso. Ante estas situaciones ¿hace falta algo más que un comunicado?
Hombre, yo creo que la ley lo intenta, lo que pasa es que el ser humano es complicado, su cabeza es complicada. A veces parece que convivimos con desconocidos. Es muy complejo, ¿no? Por eso las artes escénicas y las artes audiovisuales, creo, podemos hacer mucho bien en hacer reflexionar, en cambiar el punto de vista, en alimentar el espíritu crítico. Creo que los textos, los espectáculos pueden sacudir. Pandataria viene en un momento realmente oportuno. Sí, habla de todo esto también.