Cuenta Carolina Marín (Huelva, 1993) que este mediodía, cuando le comunicaron que era la Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024, paró el entrenamiento y rompió en llanto, emocionada, y se acordó de su padre, fallecido hace cuatro años y al que estaba muy unida, y de su madre. “Sé que los dos están muy orgullosos de quién soy como hija y como persona”, sentencia la premiada, aún con las emociones a flor de piel en medio de una jornada que tardará en olvidar.
-¿Por qué se ha emocionado tanto cuando le han comunicado que era la premiada?
-Es un gran reconocimiento, un premio muy, muy importante. Es una ocasión muy especial. Me ha pillado de improviso, no me lo esperaba para nada. ¡Ni siquiera sabía que estaba nominada ni que decían hoy el ganador! Me ha impactado mucho ganarlo, soñaba con ello desde hace varios años. Cuando me lo comunicaron no me lo creía, y creo que, en cierto modo, sigo sin hacerlo.
-Cuando echa la vista atrás y piensa en su trayectoria, ¿cuál es el primer recuerdo que se le viene a la cabeza?
-Uf, muchos momentos. Me ha felicitado mucha gente por el premio, intento ir respondiendo poco a poco. Una de ellas ha sido mi amiga Laura, que es por la que empecé a jugar. Le he contestado que ella también tiene parte de culpa de esto, y nos hemos emocionado mucho las dos.
-Viene de ganar el All England (el torneo más prestigioso del circuito, Mundial y Juegos Olímpicos aparte) hace apenas un mes y medio. ¿Estamos viendo ya la mejor versión de Carolina Marín después del calvario de lesiones que ha sufrido?
-No, porque la mejor versión va a aparecer en los Juegos de París. Pero es cierto que ahora estoy muy bien, en muy buen estado de forma. Ojalá me siga respetando el cuerpo hasta los Juegos y pueda dar el 100%.
-Se rompió la rodilla por segunda vez a tan solo dos meses de los Juegos de Tokio de 2021, por lo que no pudo defender en la pista el oro de Río de Janeiro 2016. ¿Eso le da más gasolina competitiva para París?
-Sí, sin duda. Cuando me rompí la otra rodilla tan cerquita de Tokio, era motivador pensar en que solo faltaban tres años para los siguientes Juegos; intentaba sacar fuerzas cada día de donde fuese.
-¿Llegó a pensar que no podría volver a jugar?
-Por una parte sí, no le voy a engañar, y por la otra no. Lo que menos quería en mi vida era que una lesión me hiciera colgar la raqueta: quiero que esa decisión sea mía, que llegado el momento sea yo misma la que diga: hasta aquí hemos llegado. Aunque no quería que la lesión me frenase, es cierto que ha habido muchos obstáculos.
-A principio de temporada, comentó que hubo mucha gente que no creyó en usted. ¿Se llegó a sentir sola?
-Sí y no. Quienes no han creído en mí son personas que nunca han estado muy de mi lado. Después de las lesiones, muchos dudaban de que pudiera volver a competir y a ganar. Quienes de verdad han estado siempre a mi lado y han confiado en mí, gente como mis amigos, mi familia y mi equipo, son los que me han acompañado en este proceso.
-Otro factor muy importante en su carrera ha sido su especial atención a la salud mental.
-Vine a Madrid con 14 años, y a los 15 empecé a trabajar con un psicólogo. He estado con varios especialistas a lo largo de estos años. Me han ayudado a afrontar miedos, nervios e inseguridades que aparecían antes, durante y después de los partidos. También he trabajado con coach deportivos, porque quería conocerme mejor y dar voz y nombre a emociones que sentía, pero que no sabía expresar con palabras.
-Ha llegado a la cima en un deporte que siempre estuvo dominado por las asiáticas y en el que parecía impensable que una española se colase entre las mejores. ¿Cuándo se dio cuenta de que podía llegar tan lejos?
-Me fui dando cuenta poco a poco de mi mejora. Hubo un momento en mi carrera en el que quise romper esa muralla que había dentro de mí misma y decirme que, si quería soñar en grande y ser la mejor, tenía que ganar a las chinas, a las japonesas, a las indonesias y a cualquiera que tuviera delante, independientemente de su bandera: tenía que romper esa especie de Muralla China conmigo misma. Lo conseguí en la segunda ronda del Mundial 2014, cuando gané a la tercera mejor del mundo, que era china. Me dije: es ahora o nunca. Logré convencerme a mí misma de que podía hacerlo, y acabé ganándole la final a la mejor del Mundo, que también era china.
-Muchos niños y niñas juegan hoy al bádminton gracias a su ejemplo. ¿Qué les diría a esos jóvenes que empezaron a jugar por usted? ¿Qué significa ser fuente de inspiración para tanta gente?
-Les diría que se diviertan, que disfruten de jugar y que no se agobien por ser las mejores, que eso viene poco a poco, con paciencia y esfuerzo; no por tocar el primer día la raqueta y el volante ya vas a ser campeón del mundo, eso es imposible. Me siento orgullosa de haber puesto en la boca de todos los españoles la palabra bádminton, de encontrarme por la calle en mi país a familias jugando al bádminton; hace no mucho, era algo impensable.
Suscríbete para seguir leyendo