Alguien dice que sigue aquí, dentro de cada una de nosotras, porque vino para quedarse. Y ella se sienta erguida en una silla en mitad del escenario y cruza las manos sobre su regazo, preparada para responder las preguntas de la periodista.
—¿Cuál es su lugar favorito de la casa?
—La Iglesia, el oratorio y el despacho de mi marido.
—¿Y el lugar que menos le gusta?
—El patio de los Borbones.
La entrevista forma parte de un reportaje ficticio titulado Entramos dentro del cuerpo de Carmen, Carmen y Carmen es Carmen Polo, la caudilla, la generalísima, la collares, la esposa del dictador Francisco Franco y está abriendo su corazón y las puertas de su palacio del Pardo a los lectores de la revista Hola! Carmen confiesa que viene de una familia rica venida a menos, que estaba “predestinada a Paco” y que está orgullosa de “vivir en un sitio que ha sido recinto de caza de la corte durante siglos”. Y precisamente de cacerías va esta historia, Dama dictadura, de la compañía Hermanas Picohueso, una obra que explora la herencia moral de la dictadura franquista a partir de la figura de Carmen Polo y que recorre los distintos tipos de cacerías durante y tras la dictadura: el cortejo/caza de Franco a Carmen que terminará en boda, las cacerías que Franco celebraba en el Pardo con sus acólitos y esas otras, muerto el dictador, de grupos neonazis contra personas vulnerables.
En escena, Josep Orfila y Lluki Portas, que también firma la dirección y la dramaturgia de esta pieza que llega este viernes al Teatro del Barrio de Madrid con formato de reportaje vintage de revista del corazón, con dos cámaras que filman en vivo las declaraciones de Orfila encarnando a Polo y a Portas en su papel de narradora o en la piel de Franco, pero también collages de postales antiguas, titulares de prensa, carteles de cine censurados por Carmen Polo y el entonces ministro Fraga, anuncios de cubitos Knorr o despliegues fotográficos de monterías varias. Lluki Portas, fundadora junto con Diego Ingold y Gal.la Peire de esta compañía nacida en 2016 entre Cataluña y Baleares, escribió la dramaturgia de Dama dictadura tras leer Palomas de guerra, de Paul Preston, y su proceso de escritura fue posible gracias a una residencia de seis meses en el Centro de Creación Espai El Tub de Palma de Mallorca, con tutoría del director Andrés Lima.
“Observamos el personaje de Carmen Polo con preguntas”, explica Portas a este diario. “Una de ellas es si era conocedora de los proyectos de su marido y qué había de Carmen en las decisiones de Franco en el gobierno y en el búnker, en la cúpula franquista. En 1975 murió Franco, pero él tenía párkinson desde el 65, y en esos años Carmen agarró las riendas de muchas decisiones, para ella era un drama ver cómo todo lo que habían construido se estaba hundiendo y venía la democracia”. Orfila/Polo se lamentará en escena: “Yo soy del clan de los ultras, de los inmovilistas, yo soy el búnker. ¿Dónde estáis, miembros destacados de la élite franquista? No estáis a la altura de mis rígidos valores morales. Paco, yo tomaré las cartas para resolver tus dudas finales”.
Ni Lluki Portas ni Josep Orfila pisarán el escenario caracterizados como Carmen Polo o el dictador. Ambos llevarán abrigos negros, acolchados, pero ni rastro de collares de perlas o uniformes militares. “Tuvimos claro desde el principio que no queríamos ni caracterizarla ni reírnos de ella”, dice la directora, “es más, Josep intenta entenderla, intenta vivirla y empatizar con ella”. El proceso, señala, no fue demasiado complicado porque Carmen Polo “es muy obvia, es como el fascismo, sus ideas son muy claras. En las izquierdas tenemos muchas más preguntas”.
Las cacerías de los cachorros del Franquismo
Portas explica que en la dramaturgia de Dama dictadura late su necesidad de “hacer entender que el franquismo no ha terminado, que desde mi punto de vista está aquí, entre nosotros”, de ahí que la gran pregunta que articula la obra sea “qué hay de Carmen dentro de cada una de nosotras”. La respuesta viene dada, en escena, con los relatos de varios asesinatos cometidos hace décadas por grupos neonazis y cachorros del franquismo: el de Lucrecia Pérez, muerta a tiros en 1992 por un guardia civil en las ruinas de la discoteca madrileña Four Roses; el de Sonia Rescalvo, asesinada un año antes por una brutal paliza en el Parque de la Ciudadela de Barcelona; y el de Guillem Agulló, un joven antifascista de Castellón, apuñalado en 1993 y cuya historia llevó al cine Carlos Marques-Marcet en La mort de Guillem.
La cacería del inmigrante, de las personas trans y travestis, y de los activistas contra el fascismo conviven en escena con esas otras en las que el dictador cazaba perdices en los Montes del Pardo. En escena veremos un fragmento de la entrevista que Jesús Quintero le hizo en su día al jovencísimo asesino de Sonia Rescalvo o a Josep Orfila detallando el informe forense de Lucrecia Pérez. Cuando todo eso sucedió, dirán los intérpretes en escena, Carmen Polo ya estaba muerta, pero “a Carmen no la mató un guardia civil a tiros (como a Lucrecia Pérez) porque a Carmen la amaban los guardias civiles. Se pajeaban pensando en los valores morales de Carmen. Carmen estaba en el otro lado. Carmen estaba en el lado de los que cazan”.
En su pieza Excalibur y otras historias de animales muertos convirtieron a la Oveja Dolly en presentadora de un corrosivo talk show sobre animales muertos por la brutalidad humana. En Pacto Idiota, concebida como una oda al caos, invitaron al público a “no dejarse llevar por la rueda preestablecida”. “Nosotras, como compañía, trabajamos con cosas que nos preocupan”, explica Lluki Portas, “y, obviamente, el fascismo es algo que ahora mismo nos preocupa mucho”. La directora, consciente de llevar a escena una obra que plantea una confrontación explícita con el universo de la ultraderecha actual, sostiene que “en Baleares tenemos a la ultraderecha y al PP dentro del gobierno y eso tiene una influencia directa en lo que vivimos. Este espectáculo se ha hecho cuatro veces en las islas y no volverá a hacerse. Nos han llegado informaciones de que arriba interesa que no esté. Es así, y tenemos claro que en estos cuatro años no se va a poder hablar de según qué temas en según qué sitios. Por eso mismo lo hablamos, por eso sentimos que hay que meter un poco de caña”.
¿Tendrá esta obra dificultades para hacer una gira en condiciones? “Sí, sí. Mucha gente nos lo dice. Y no nos molesta, pero es triste que cuando acabamos una función, en vez de hablarnos de lo artístico, la gente nos dice ¡wow! esto no lo vais a poder hacer. A mí, lo que me da pena no es que el espectáculo se haga o no, sino que estamos hablando del franquismo y de unas muertes de hace 20 años a manos de neonazis y resulta que de esto no podemos hablar. Ahora quieren espectáculos blancos, que no se metan ni planteen nada y, con todo el respeto, yo no sé trabajar desde ahí”.
Tras su paso por Madrid, Dama dictadura podrá verse en octubre en el Festival Escena Poblenou y en febrero de 2025 en el Teatre Tantarantana. Antes de eso, Hermanas Picohueso estrenarán el próximo 5 de julio en el Festival Grec, también en Barcelona, una instalación sonora e interactiva dirigida a un público familiar llamada Acciones Humanas No Identificadas en la que proyectarán una mirada crítica sobre las nuevas espiritualidades (neoliberales).