No hay mucho que explicar sobre lo que es un callo, porque la mayoría de nosotros los hemos sufrido, o cuando menos los hemos visto alguna vez.
- Un callo es una capa dura y gruesa que aparece en la piel cuando ésta intenta protegerse del rozamiento o de una presión excesiva.
Los callos más habituales y molestos aparecen en los dedos de los pies, pero pueden aparecer también en los de las manos y en cualquier zona de pies y manos.
Habitualmente los callos se detectan cuando comenzamos a sentir una cierta molestia cuando caminamos. Y cuando nos quitamos los zapatos descubrimos que tenemos una callosidad, o lo que popularmente también se conoce como un ojo de gallo, de pollo….
¿Qué es un callo?
Como explica la podóloga Maite García, vicepresidenta del Ilustre Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV):
- “Cuando hablamos de callos hablamos de una producción de queratinocitos, que son las células típicas de la piel. Son predominantes en la epidermis, la capa más superficial de la piel, y contienen una proteína muy dura que se llama queratina”.
- “Siempre que aparece un callo está motivado por una agresión externa, ya que es una forma de defensa”.
¿De qué se defiende el pie para que salga un callo?
Pues según explica esta experta de “un exceso de presión, de un roce, de un mal apoyo…”.
Ante estas agresiones, los pies se defienden activando la creación de queratinocitos, dando lugar a un exceso de estas células, conocido popularmente como callosidades, y cuyo nombre clínico es la hiperqueratosis.
Diferencia entre callo y callosidad
Los callos son más pequeños y más profundos que las callosidades y tienen un centro duro rodeado de piel inflamada.
- Pueden ser dolorosos cuando se ejerce presión sobre ellos.
- Los hay duros, que suelen formarse en la punta de los dedos de los pies o en el borde externo del dedo pequeño del pie.
- Y los hay suaves, que tienden a formarse entre los dedos de los pies.
Las callosidades no suelen ser dolorosas y tienden a formarse en lugares en los que se ejerce presión, como:
- Los talones
- La parte anterior de las plantas de los pies
- Las palmas de las manos
- Las rodillas.
Pueden tener diferentes tamaños y formas, y con frecuencia son más grandes que los callos.
Además, en función de qué tipo de presión esté sufriendo el pie, existen dos tipos:
- Las hiperqueratosis más superficiales. Suelen presentar un aspecto blanquecino o casi trasparente, aunque en personas con mala circulación o fumadores adquieren un color amarillento.
- Por otro lado, helomas, conocidos por todos como ojos de gallo o de pollo. También están producidos por una acumulación de queratinocitos, pero en vez de hacerlo hacía fuera lo hacen hacía adentro. “Esto es debido a que la presión que los provoca es más puntual y no tan superficial”, explica Maite García.
Pero es importante no confundir este tipo de callosidades con otras afecciones podológicas como son los papilomas o verrugas plantares, que son infecciones víricas.
Los callos no tienen raíz
La doctora García explica que existe la creencia generalizada de que un callo tiene raíz.
Esta idea parte de que una vez que el especialista en podología realiza la quiropodia (tratamiento para eliminar durezas, callosidades, etc), pasado el tiempo esas callosidades vuelven a aparecer. “Y el paciente entiende que esto es debido a que no se ha quitado la raíz del callo. Pero no, lo callos no tienen raíz”.
“El problema de las callosidades es mecánico. El origen está en un dedo que se deforma, un hueso del pie que está fuera de su normalidad, un mal apoyo cuando se camina, el uso de algún tipo de zapatos…”.
Por eso, “sólo un podólogo, viendo la forma andar del paciente, palpando los pies y estudiando su morfología, puede encontrar el origen del problema”, concluye García.
Tratamiento siempre a cargo de un podólogo
Solo los especialistas en pies son capaces de determinar qué es lo que está detrás de esas callosidades y solo ellos conocen la mejor forma de tratarlos sin poner en peligro nuestra salud, ni nuestro bolsillo…
- Los tratamientos más habituales son las quiropodias (limpiezas)
- O el uso de plantillas que modifiquen la biomecánica del paciente para que ese pie no siga apoyando mal y siga provocando esa hiperqueratosis.
- “Si con ello no es posible terminar con el callo podría ser necesaria una intervención quirúrgica para arreglar el pie“.
La experta también nos da un aviso importante:
“Cuidado con los productos que podemos encontrar en distintos establecimientos para eliminar callosidades, porque lo único que hacen es alisar, no quitan capas, con lo que el callo va a seguir ahí”.
Hablamos de cuchillas, limas…
- Pero es más preocupante el tema de los callicidas, sobre los que la podóloga advierte que «lo que hacen es macerar la piel para que la zona se descame un poco, pero no todas las pieles son susceptibles de soportarlos».
“Personas con pieles sensibles, con patologías crónicas, o problemas de circulación deben tener un especial cuidado con ellos, ya que un exceso de maceración de la piel puede producir úlceras. Tiene que ser un tratamiento controlado por un especialista”, subraya la experta.
Cuida tus pies porque las callosidades no siempre se pueden prevenir
¿Es posible evitar la aparición de las callosidades? Pues lamentablemente, no.
- “No todo el mundo puede prevenir las hiperqueratosis y los helomas”.
Lo que sí se pude retrasar su aparición o que aparezcan menos.
¿Cómo? Con estas sencillas recomendaciones:
- 1) Evitar el calzado se ajuste en exceso a nuestro pie.
“Hay que dejar que los dedos tengan espacio suficiente para poder moverse y que no se produzcan roces”.
“Si mantenemos la piel hidratada evitamos la aparición de eccemas y favorecemos tanto que el callo tarde más en aparecer como que esté más blando”.
Además, hay que hidratarlos con cremas específicas para los pies. “La planta del pie tiene más capas de queratinocitos, son células más gruesas y necesitan cremas específicas, que normalmente incluyen urea”.
- 3) No aplicar callicidas sin consultar con un podólogo y sin saber el origen del problema.
- 4) No manipular las durezas o callosidades con cuchillas u otros productos. Sólo un profesional sabe hasta qué punto es conveniente seguir eliminando capas de piel.
No olvidar nunca que una cosa es la estética de nuestro pies y otra la salud.