Las playas de la provincia de Cádiz son cada vez más conocidas y reconocidas por sus múltiples cualidades. Entre ellas, hay rincones que son auténticos paraísos naturales en los que sol, agua, arena, rocas, acantilados y naturaleza verde son los protagonistas de un entorno que hace que quien disfrute del mismo sienta que el tiempo se para.
Ese es el caso de una zona de Los Caños de Meca, conocida como la cala La Pequeña Lulú. Anexa a la playa de Los Castillejos se trata de un pequeño espacio, con aguas limpias y cristalinas, envuelto en rocas y desde donde también se divisa el Parque Natural de Las Breñas.
Hace años era únicamente una playa nudista aunque, actualmente se pueden encontrar todo tipo de bañistas. Pese a ello es un lugar idóneo para disfrutar del silencio y del ruido de las olas del mar antes de adentrarse en las aguas del Atlántico y refrescarse.
La Pequeña Lulú no suele estar muy concurrida porque su extensión es limitada y, en función de la marea, hay momentos que incluso el mar inunda la zona playera. Por eso, se recomienda acudir temprano en época de temporada alta.
Playa virgen
La cala se puede considerar como virgen ya que el enclave es único. Además, goza de un pequeño lugar, denominada la ventana, desde donde la vista se extiende al contemplar la inmensidad del océano.
Este marco incomparable se ha hecho popular gracias a las múltiples fotos que los viajeros suben de la misma, sobre todo, a distintas horas del día. La belleza es incomparable tanto a primeras horas del día como en el atardecer. Además, muchos ‘instagramers’ la utilizan como fondo para sus contenidos.
Alrededor de la cala, el visitante puede pasear por Las Breñas, respirando aire puro, y no puede perderse la puesta del sol junto al Faro de Trafalgar y, una vez terminada la jornada playera, continuar en la zona gracias a la oferta de bares, chiringuitos y restaurantes.
Para alojarse, lo mejor es alquilar habitaciones o apartamentos, casas y villas, para descansar después de un intenso día y amanecer, de nuevo, en un maravilloso paraje al que siempre querrá volver.