Al abrazo de las verdes colinas de Donegall a un lado y la impresionante Ruta Costera de la Calzada al otro, Derry-Londonderry vibra con la música de sus pubs y con los numerosos festejos que llenan sus días de diversión. Aunque, si hay un evento que sobresale en el calendario de la ciudad más animada, y la segunda más poblada, de Irlanda del Norte, ese es Halloween, reconocido como el festival de mayor importancia y tamaño en Europa, y al que llegan visitantes del resto de la Isla Esmeralda y también de todo el planeta.
Harry Matthews, representante de la oficina de turismo de Irlanda del Norte, recuerda cómo, siendo niño, los habitantes de Derry empezaban a disfrazarse y a pedir dulces por las casas siguiendo la influencia de Estados Unidos. Esta costumbre, cada vez más presente en el mundo entero, en realidad estaba recuperando el festival celta Samhain, de más de 3.000 años de antigüedad, que marcaba el final de las cosechas y el comienzo de la estación oscura. Una noche en la que no faltaban máscaras de monstruos para ahuyentar a los malos espíritus y conectar dos mundos aprovechando que el velo entre ambos se consideraba muy fino.
Fue en 1985 cuando los fantasmas regresaron de nuevo a la isla que les convocó por primera vez. Como no podía ser de otra forma en Irlanda, sucedió en un pub, con la organización de un concurso de disfraces. Era el periodo del conflicto norirlandés conocido como The Troubles y una bomba hizo que la gente saliera del local, pero, en lugar de irse a sus casas, continuaron la fiesta en las callejuelas empedradas de Derry, devolviendo así el espíritu, y los espíritus, de Halloween a su hogar original. Desde entonces, la ciudad se transforma para convertirse en un escenario donde todos los sentidos se activan para degustar, escuchar y sentir la magia que flota en el ambiente. Espeluznantes demonios, esqueletos siniestros -entre los que también está presente el del famoso noble Walter de Burgh– y otras tenebrosas criaturas del más allá toman las calles desde tres noches antes para celebrar el embrujo de Derry.
‘La ciudad de los huesos’
No hay nada mejor que empezar a empaparse de esta atmósfera sobrenatural en ‘La ciudad de los huesos’, concebida en el interior de las perfectamente conservadas murallas de Londonderry, como también es conocida la localidad. Con 1,6 km de longitud y 400 años de historia, estos muros rodean un núcleo urbano nunca conquistado. Sobre ellos se contemplan los tejados grises del barrio Bogside, bajo los cuales varios murales políticos dan color y relato a sus años más oscuros, desde 1968 hasta 1980, periodo del que se puede obtener más información en el completísimo The Museum of Free Derry [https://museumoffreederry.org/].
El arte urbano decora también las calles del casco histórico, en las que se suceden tours temáticos, estupendos conciertos, proyecciones inquietantes y performances escalofriantes. Entre el tumulto se esconde Craft Village, una callejuela de edificios de ladrillo que parecen sacados de una novela de Dickens, ocupados por tiendas de artesanos y coquetos restaurantes y cafeterías. Para seguir con la acción hay que dirigirse a The Guidhall, el ayuntamiento de estilo neogótico fundado en 1890 y ornamentado por llamativas vidrieras. En su interior se muestran exposiciones fijas, temporales y varios eventos disfrazados para la ocasión. Junto a él, el Museo de la Torre cuenta la historia de Derry desde su formación geológica hasta nuestros días.
Dejando atrás la Plaza del Ayuntamiento y sus terroríficos puestos callejeros, aguarda el distrito Waterside, en la margen este del río Foyle. Un mundo donde nada es lo que parece recibe a los paseantes con llamas danzantes, espectáculos aéreos, exhibiciones hipnóticas y un bosque de sombras que ocupa el enorme parque St. Columb´s (no confundir con la imponente catedral gótica del mismo nombre, sobre la que se proyectan aterradoras imágenes).
Volviendo a cruzar el río por el puente de la Paz, que simboliza un abrazo con su forma en S, encontramos el punto idóneo desde donde disfrutar del desfile de Halloween, antes de que un espectáculo de drones y fuegos artificiales iluminen el cielo oscuro del Samhain. La gran fiesta se desata a continuación, cuando los pubs de Waterloo Place, amenizados con distintos estilos de música en directo, se llenan de personajes variopintos dispuestos a exprimir la esencia irlandesa.