“Hace unos días, hicimos un concierto de música urbana en Sevilla con motivo del 125 aniversario de la entidad. El público estaba formado por unos 3.500 chavales de entre 15 y 20 años. Un público que hace unos años hubiera estado gritando ‘puta SGAE‘ y que ese día estaban super agradecidos viendo a sus artistas favoritos. Es un público que pertenece a otra generación y que es normal que no tenga ya ese rechazo en el ADN, aunque para lograrlo también hemos tenido que trabajar mucho”, comenta no sin cierto orgullo Antonio Onetti, actual presidente de la SGAE que asumió el cargo cuando la entidad de gestión pasaba uno de los peores momentos de su historia. “Estábamos apercibidos por el Ministerio de Cultura con la retirada de licencia para operar y habíamos sido expulsados de la CISAC [siglas de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores]. O arreglábamos la situación cuanto antes o teníamos que cerrar”.
Cuatro años después y a punto de la convocatoria de nuevas elecciones a finales de este mes, Onetti repasa los logros de su gestión mientras valora concurrir o no a la reelección. “En esta última asamblea hemos hecho un cambio de estatutos, que ya ha sido aprobado por el Ministerio de Cultura, por el cual los miembros de la Junta ya no nos presentamos de manera individual, sino en candidaturas cerradas por colegios. Eso significa que las reglas del juego cambian por lo que, para presentarme, necesito saber si cuento o no con un equipo con el que formar esa candidatura”.
“Lo absurdo era que una obra que se emitía a las 3 de la mañana y tenía 1% de audiencia recibiera más derechos que otra que se emitía a las nueve de la noche en prime time”
Elegido por unanimidad, los objetivos de Onetti y su junta directiva en 2020 eran muy básicos: salvar la entidad y acabar con la distorsión del reparto que se producía con la música de madrugada que, no solo contravenía los principios generales de la institución, sino que transmitía un mensaje equívoco a los socios y a los ciudadanos. “Al final, en la SGAE hay una recaudación que debe repartirse según unas normas que tú estableces. Lo que resultaba absurdo era que una obra que se emitía a las 3 de la mañana y tenía 1% de audiencia recibiera más derechos que una obra que se estaba emitiendo a las nueve de la noche en prime time. Más aún cuando un 30% de la tarifa que se les cobra a las televisiones, depende de un porcentaje de los ingresos que la cadena percibe por la publicidad”, comenta Onetti que, si bien aclara que la normativa sobre los repartos no era ilegal, no cumplía con los acuerdos contraídos con otras entidades de gestión. “La SGAE tiene acuerdos de reciprocidad con todas las entidades de gestión del mundo en cada materia. Esto supone que, cuando cobramos a los autores extranjeros, también les aplicamos nuestras normas. Esto que suponía que esa misma distorsión del reparto que sufrían nuestros autores, la sufrían los autores internacionales, con el problema de credibilidad que eso provocaba”.
Viejos problemas, nuevos retos
Entre otras cosas, durante la administración de Antonio Onetti, la SGAE ha mejorado los sistemas online de registro de obras, ha aumentado los canales de atención al socio, ha recuperado índices de recaudación previos a la crisis de reputación, se ha duplicado el número de autores que recibieron derechos gracias a las mejoras de los sistemas de identificación de obras, se ha rebajado el descuento de administración —el coste que tiene el socio por los servicios de la entidad— y, en la actualidad, se ha conseguido que los repartos se hagan trimestralmente aunque el objetivo es que se hagan mensualmente. Unos logros de gestión interna que se desarrollan sin perder de vista los avances tecnológicos y la amenaza que suponen para los intereses de los autores. Por ejemplo, la popularización de la Inteligencia artificial.
“Cuando apareció internet supuso un desastre para las entidades de gestión porque se aprovechó el vacío legal para perjudicar a los autores. Por eso, en este tiempo hemos aprendido que lo único que vale en estos temas es la legislación. La Unión Europea ya esta trabajando en ello, lo que no quiere decir que las entidades de gestión no estemos también involucradas, debatiendo sobre el tema, proponiendo soluciones y prestando mucha atención a asuntos como ¿qué pasa con las obras creadas por la inteligencia artificial? ¿De quién es la propiedad intelectual? ¿Quién las gestiona? ¿Qué sucede con el entrenamiento de esa inteligencia artificial que utiliza obras de otros autores? Hay gente que propone que se pueda vetar si una obra puede ser utilizada para entrenar a una inteligencia artificial pero eso tal vez pueda valer para una obra futura, porque sobre las que ya creadas tengo una mala noticia: la inteligencia artificial ya se ha nutrido de toda la literatura universal de toda la filmografía universal y de toda la música de todos los tiempos de todo el planeta. En ese sentido, creo que la única manera de solucionarlo sería establecer una compensación para los autores como la que se hace por la copia privada”, reflexiona Antonio Onetti que, entre esas novedades a las que se ha tenido que enfrentar como presidente, también está la proliferación de nuevas entidades de gestión surgidas, en buena parte, del desprestigio sufrido en el pasado por la SGAE.
“Con la Ley de propiedad intelectual en la mano, las entidades que han surgido son solo entidades de gestión, no de gestión colectiva”
“Con la Ley de propiedad intelectual en la mano, las entidades que han surgido son solo entidades de gestión, no de gestión colectiva —puntualiza Onetti—. Además no son propiedad de los propios autores y algunas de ellas incluso tienen ánimo de lucro, cosa que no sucede en nuestro caso. Aunque nosotros tenemos más músculo financiero, más experiencia y más capacidad de adaptación ante los nuevos retos, es el socio quien debe elegir libremente y sin presiones con quién quiere estar. En todo caso, hay mucho margen para colaborar con esas nuevas entidades porque tenemos más cosas que nos unen que las que nos separan”.
Ayudas directas a los socios
El hecho de que la SGAE sea una entidad sin ánimo de lucro es otro de los grandes valores de esta entidad que, además de gestionar los derechos de sus asociados, realiza una callada pero constante labor asistencial en beneficio de aquellos autores que, por diferentes razones, se encuentran en situaciones vulnerables.
“Todos los años dedicamos una parte importante del presupuesto de la Fundación, en torno a los 800.000 euros, a ayudas directas a los socios destinadas a la compra de gafas graduadas, audífonos, temas de conciliación familiar, problemas de drogodependencia y, en ocasiones, hasta entierros. Durante la pandemia, por ejemplo, tuvimos que doblar el presupuesto para esas ayudas e incluso creamos un banco de alimentos, porque había autores que necesitaban directamente una caja de comida. Más allá de situaciones extraordinarias como la pandemia, desde la SGAE tenemos que seguir el ciclo del autor. Esto significa que al autor joven emergente le damos ayuda para la formación y para que vaya produciendo; al autor que ya está en el mejor momento de su carrera le ayudamos en la promoción para que vaya todavía más lejos y, por ejemplo, internacionalice su obra y a aquellos autores que ya han llegado al final de su etapa profesional, se les ayuda económicamente. También tenemos casos de gente que está ahora mismo haciendo sus mejores trabajos, para lo cual han tenido que pasar antes por un proceso de desintoxicación a lo largo del cual ha tenido nuestro apoyo“, detalla Antonio Onetti que, antes de finalizar la entrevista, da una pista más sobre su posible carrera a la reelección: “Si me presento, seré yo el que os llame directamente para contaros cuáles serán mis propuestas de gobierno y no a través del departamento de comunicación de SGAE”. Quedamos a la espera.