Nunca supo dónde iba a acabar. Quiso darse un tiempo con las piscinas cuando dejó la natación sincronizada, pero Andrea Fuentes (Valls, 1983) necesitó compartir todo lo aprendido y tras años de vueltas por el mundo, cogió las riendas de la selección de Estados Unidos de natación sincronizada. Ha clasificado al combinado estadounidense para los Juegos Olímpicos tras 16 años sin disputarlos y dos medallas de bronce en el Mundial de Doha. De los miedos, los cambios y la dura realidad del deporte femenino charla con El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica.
Cuando se retiró, ¿se sientió perdida?
Cuando dejé de ser deportista no tenía claro que quería ser entrenadora. Empecé a explorar otros campos para ver qué era lo que me gustaba. Sinceramente, no me quería cerrar solo al mundo de la sincro. Probé diferentes cosas, pero siempre tenía la cabeza en la piscina. Sentía que tenía mucho conocimiento que me estaba quedando para mí, que no estaba compartiendo.
¿Qué le hizo dar el paso?
Coincidió que algunos clubes me empezaron a llamar para ver qué haría tras retirarme y me ofrecieron cursos de una semana. Me pedían que les hiciera la coreografía, ya que yo soy muy artística. Cada vez me iba gustando más. Entonces empezamos a viajar con la familia. Íbamos cada mes a un país distinto a dar los cursos. Mi marido es gimnasta y hacía la parte de las acrobacias. Cogimos a nuestros dos hijos recién nacidos y nos fuimos. Cuando pasaron cuatro años necesitábamos estabilizarnos e instalarnos en un sitio fijo.
Y recibió la llamada de Estados Unidos.
Había estado un par de veces haciendo cursos de una semana. La entrenadora hasta ese momento tuvo problemas graves y lo dejó. Me llamaron para ofrecerme el puesto de seleccionadora. Yo nunca lo había hecho y era un rol muy diferente. Les dije que no tenía experiencia, pero les daba igual. Querían que llevara al equipo y confiaron más ellos en mí que yo en mí misma, la verdad. Ellos querían, además de tener a alguien conocido, a alguien que pudieran formar con sus principios. Los míos coincidían con los que ellos querían para el equipo.
¿En qué se basan?
En Estados Unidos empezaron antes que nadie a tener en cuenta la salud mental en el deporte. Y yo siempre me había puesto como misión entrenar en la sincro sin perder el respeto al deportista. Con mucho más peso en el empoderamiento de las deportistas que a través de la autoridad. No sabía cómo se hacía porque nunca lo había visto. Empecé a montar un sistema que alineaba los valores que querían aquí con los míos. Y así llevamos cinco años y medio. Lo empezamos desde la mierda más profunda hasta ahora, que ganamos la plata en los últimos mundiales. Han costado mucho estos cinco años, la verdad. No había casi federación ni estructura cuando llegué.
La natación artística, antes conocida como sincronizada, es uno de los pocos deportes donde la mujer ha tenido siempre un papel protagonista.
En nuestro deporte es muy común tener mujeres como entrenadoras. Ahora empieza a haber hombres, pero es más fácil que una mujer sea seleccionadora porque de por sí ya estamos en este deporte. En otros, como el fútbol, el waterpolo o el balonmano, a mí me extraña que no haya más mujeres seleccionadoras.
¿Por qué cree que sucede?
He intentado pensar cuáles pueden ser los motivos y creo que es una cosa de costumbres. El hecho de no ver a mujeres ejerciendo como seleccionadoras hace que otras ni se lo planteen. En cambio, aquí es: ‘Claro que puedo ser entrenadora o seleccionadora. Lo he visto mil veces’. Si no lo has visto nunca, realmente tienes que ser alguien que quiera cambiar las reglas para realmente crear los cambios. No son normas escritas, pero es lo que está socialmente establecido. Hay que propiciar que las mujeres lo vean, que no son las primeras y que se puede hacer.
La creación de referentes es clave.
La vista entra más que el oído. Por eso es más importante que veamos el ejemplo. Las mujeres no es que no se sientan capaces, es que nunca lo han visto y si quieres hacer algo que nunca has visto requiere un tipo de carácter que no es tan común. No a todo el mundo le da igual lo que está establecido en la sociedad.
Con su carrera deportiva, está claro que se ha convertido en una de ellas.
Me alegro mucho de poder ser una referente. Yo las tuve como nadadora, con Gemma Mengual, pero como entrenadora no tuve ninguna específica. Tengo referentes de diferentes deportes y cosas buenas de cada entrenadora que he tenido. He ido mezclando cosas de diferentes personalidades, como por ejemplo Pep Guardiola.
¿Qué ha adaptado de él?
Leí que él había aprendido de Johan Cruyff que a cada persona hay que hablarle de una manera diferente para que le llegue dentro. Saber qué tipo de discurso le apela directamente. El cómo hacer que cada persona, en su individualidad, llegue al máximo gracias a la motivación. Cada persona tiene algo dentro diferente y lo que debe hacer un entrenador es ver que enciende la chispa de cada uno. Guardiola me inspiró para ver que después de ser buen atleta se podía ser buena entrenadora. Siempre me decían que no se podía, y yo siempre le ponía a él de ejemplo.
Estados Unidos ha sido siempre referencial en el deporte. ¿Nota mucho la diferencia?
Aquí, si no te dedicas al fútbol femenino o a la gimnasia, no puedes vivir de ello. Ellas son superfamosas y están muy bien valoradas, y el futbol femenino aquí es enorme. Para que una niña pueda jugar al futbol son mínimo 500 euros al mes. Hay una competición feroz de niñas queriendo hacer fútbol femenino que no lo ves en otros deportes. El gobierno de los Estados Unidos no da nada, ni una subvención. Todo son políticas privadas, espónsors y patrocinadores. Quien tiene marketing fácil lo hace rápido y quien no, nada. Nosotras no tenemos ningún apoyo por parte del gobierno y todo nos lo hemos tenido que buscar por patrocinadores privados. En España, el Comité Olímpico y el Consejo Superior de Deportes dan dinero, becas… Pero aquí no. Mis nadadoras, cuando acaban de entrenar, tienen que ir a trabajar para pagarse el piso.