Lo fácil es jugar a las vidas paralelas y decir que Alejandro Magno empezó su andadura con la edad en la que Alfonso Goizueta ha sido seleccionado como finalista del Planeta, pero las distancias son oceánicas y además el joven escritor de 23 años, a quien nadie conocía antes, tiene un aspecto mucho más aplicado y formal que las estatuas del estratega griego que han llegado hasta nosotros. El autor ha sido la gran sorpresa de la noche del Planeta. El suyo es un salto de cero a 1.000 –o mejor dicho, a 200.00, euros, la dotación del premio- porque hasta el momento sus publicaciones, dos ensayos y una novela fueron autoeditadas, y más cuando se tiene en cuenta que Fernando Savater, Juan Benet, Fernando Fernán Gómez, Francisco Umbral o Manuel Vilas lo obtuvieron en el pasado.
El malogrado rey de Macedonia es el protagonista de ‘La sangre del padre’. El libro en el que ha retratado a su héroe es, dice, una novela de aventuras porque ahí “están las batallas, las intrigas palaciegas y los asesinatos”, pero también y sobre todo, una obra psicológica que fantasea y se preocupa por lo que ocurría en la cabeza del prócer. “Me gusta imaginar que además de militar y político, Alejandro era también un niño que por la noche en su cama pensaría en los asuntos del día”. De ahí que el motor de la historia sea plantearse nuevas preguntas sobre él: “Los historiadores cuentan que en su camino imparable de conquista quería continuar siempre adelante hacia el Este, pero yo lo he visto de otra manera. Me he preguntado por qué no quería volver a Macedonia. No me creo que la respuesta sea la ambición, tuvo que ser algo más profundo, su temor a regresar al hogar quizá”.
Entre las lecturas de Goizueta sobre el tema están las biografías de Robin Lane Fox y Brian Bosworth, pero también, cómo no, Plutarco. “Me gustan especialmente los divulgadores históricos anglosajones porque apuestan por la reflexión antes que por la mera acumulación de datos”. Y lo dice con el tono del buen alumno que fue en el King’s College de Londres.