Minuto 48: Joachim Andersen pilla un balón suelto en el área alemana y marca a la mediavuelta. Minuto 50: El árbitro, a instancias el VAR, lo anula por fuera de juego en el inicio de la jugada. Minuto 51: Andersen desvía con la mano un centro de Raum. Es defensa, y está en el área danesa. Minuto 52: El VAR avisa al árbitro Michael Oliver que vea el penalti que le pasó inadvertido. Minuto 53: Havertz marca el 1-0 para Alemania.
Los vaivenes del fútbol moderno marcaron el duelo, puesto que la revisión videográfica había anulado un gol a Nico Schlotterbeck sin que se viera claro el motivo al comienzo del partido, y es una modernidad que se detenga el partido por la amenaza de una tormenta eléctrica que se confirmó con una breve tempestad con granizo.
Pero hay tradiciones que suelen cumplirse y Alemania hizo valer su condición de anfitrión y la fortaleza de su voluntad para eliminar a Dinamarca con una sólida actuación, la cuarta del torneo, aunque pasara apuros con Suiza, comprensibles, al ver el meneo que le dio a Italia. Alemania espera a España si vence a Georgia en los cuartos de final.
Tuvo Alemania un par de instantes apurados -¿qué selección no los pasa hoy en día?- que concluyeron cuando Jamal Musiala colocó el 2-0 del marcador en una escapada en solitario. No le aguantó la carrera el pobre Andersen, no se sabe si por el peso de la conciencia, del disgusto o de la culpa.
Goleada frustrada
También pudo golear Alemania con varias escapadas de sus puntas con el 2-0. Fue entonces cuando Dinamarca jugaba con tres defensas atrás, una idea que se había tornado inviable desde el inicio por el acoso de Alemania. Bah y Maehle jugaron replegados, y nunca pudo estirarse el equipo hacia adelante, ni con sus carrileros ni con balones que aguantara Hojlund en punta, salvo en momentos muy puntuales por alguna pérdida germana.
No se trató solo de una embestida temprana para impresionar, por más que en 10 minutos Alemania lanzó tres córners y los remató los tres: el primero terminó en gol sin que se apreciara que Gündogan interfiriera tanto a Schmeichel como para que le impidiera alcanzar el imponente cabezazo de Schlotterbeck.
Alemania mantuvo el gas apretado, y cuando se paró el partido, cargó de gasolina el tanque. Oliver detuvo el juego poco después de que vieran destellos en el cielo de los rayos; fue sabio el colegiado inglés, porque descargó una fuerte tormenta de agua y granizo que no enganchó a los futbolistas, ya en los vestuarios.
La segunda salida al campo repitió el cauce de la primera. En un minuto, Havertz y Schlotterbeck –el central que sustituía al sancionado Bah, un hiperactivo presente en las dos áreas– remataron de nuevo a Schmeichel. Pero Alemania volvió a la caseta con el susto por un modélico contragolpe nórdico que abortó la pronta salida de Neuer a los pies de Hojlund.
La tercera reanudación precipitó los acontecimientos con los goles y dictaron el progresivo cambio del guion, insuficiente como para que Alemania no confirmara que vuelve a ser la que fue.