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Tuvo casi veinte minutos Carlos Alcaraz para pensar qué diría cuando tuviera que subir al podio y explicar qué sentía como campeón de Roland Garros. Unas palabras largamente soñadas, imaginadas acaso, y que debía reencontrar llegado el momento culminante. Aunque ya hubiera jugado muchas veces en la pista central, sabía que había millones personas que le estarían mirando y escuchando.
Ni una lágrima derramó el tenista, pura pasión durante el juego y en la cancha, recuperada la frialdad en la ceremonia. “Gracias por hacerme sentir como en casa”, dijo al público francés, que se ha encariñado con él, tal vez por ver en Alcaraz la representación futura de Rafa Nadal y disfrutar con grandes tardes de tenis como las que ofreció el mallorquín.
Alcaraz gana por primera vez Roland Garros al batir en la final a Zverev en cinco sets / EFE
Un gran viaje
“Ha sido un gran viaje, desde el primer día hasta el último”, acertó a decir Alcaraz, que en París se ha recuperado de todos los males físicos que le aquejaban. Desde que tuvo que retirarse antes de debutar en Montecarlo a la inesperada caída en Madrid. Recordó que había podido entrenar poco para preservar su plenitud en los partidos y, sin embargo, culminó el sueño de su vida.
El sueño que se repetía “cuando salía corriendo del colegio para ver el torneo por la tele”, explicó en público para corroborar la ilusión que le producía conquistar algún día Roland Garros. Tenía la copa plateada en sus manos que tantas veces había visto en manos ajenas. Tal vez en algún vídeo de Bjorn Borg, el antiguo rey de París hasta que apareció el extraterrestre Nadal, que se la entregó.
“Vinimos aquí prácticamente sin poder entrenar y estoy muy agradecido de tener el equipo que tengo, que me hace mejorar como jugador y como persona. Os llamo equipo pero sois como mi familia”, confesó, antes de dirigirse a los suyos, después de haber escalado a la grada y abrazarse a sus padres y allegados: “Poder enseñar el trofeo delante vuestro es increíble”.
La primera felicitación desde fuera llegó procedente de Nadal. Tenía hecho el tuit, y solo esperaba el momento para apretar el botón de “publicar”. “Enhorabuena por esta inmensa victoria. Grande. Muy contento de tus éxitos”, escribió el multicampeón, que había sido la primera víctima de Zverev en el torneo, tras el endiablado sorteo.
“Tienes 21 años y ya has ganado tres Grand Slams en tres superficies distintas. Felicidades por tu increíble carrera”

Alexander Zverev, triste, al final del encuentro a la espera de la entrega de los premios. / EFE
“Tienes 21 años y ya has ganado tres Grand Slams en tres superficies distintas. Felicidades por tu increíble carrera”, dijo Alexander Zverev, a medio camino entre la sincera admiración y punto de envidia sana, el primero en recoger el trofeo de consolación como finalista.
Alcaraz quiso animarle. “Estoy seguro de que el tenis te dará la oportunidad de ganar este torneo y de un Grand Slam”, aseguró al tenista murciano, que también reconoció en Zverev el esfuerzo invertido en volver a la priemra línea “y el nivel que estás exhibiendo en este principio de temporada.
El alemán felicitó al equipo de Alcaraz, saludándoles con un “hola”. También se dirigió al suyo, para agradecerles todos los esfuerzos por haberle ayudado a recuperarse de la grave lesión de tobillo que había sufrido en el torneo francés. “Estuvimos cerca, pero no lo suficiente, espero que algún día lleguemos”, añadió convencido, antes de dirigirse a la grada: “Volveré el próximo año”.
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