Vinicius volvió a convertirse ayer en protagonista en el partido entre España y Brasil en el Santiago Bernabéu, pese a no cuajar un buen partido. El capitán de la canarinha protagonizó una vez más incidentes extrafutbolísticos en los minutos finales, empujando a Laporte en una trifulca, desafiando a Morata y al banquillo de la selección española mientras era sujetado por un miembro de la selección brasileña, y siendo reprobado por su compañero de club, Joselu, al finalizar el encuentro por su comportamiento.
Hasta ahora el Real Madrid había puesto a psicólogos y especialistas a trabajar con Vinicius para intentar desarrollar una terapia que le ayudase a controlar esos impulsos que le llevan a meterse en todas las broncas y evadirse del juego. Siempre en encuentros del club contra rivales, sobre todo, de la liga española.
Contra la selección
Pero ahora la cosa ha escalado a un nivel superior, y con ellos más preocupante. Toda España vio cómo el brasileño, que se había convertido en protagonista en la previa con sus lágrimas y su denuncia sobre la laxitud jurídica en la lucha contra el racismo, atacaba a los internacionales españoles en el Bernabéu, desafiando incluso a sus compañeros de equipo. La patada de Endrick a Cucurella desató la primera trifulca. Vinicius empujó por la espalda de forma cobarde a Laporte, que luego ironizó sobre lo ocurrido en redes apuntando: “Quizá quería bailar…”.
Después de irse ovacionado al ser sustituido, el ambiente se calentó en los banquillos y protagonizó un agrio enfrentamiento con Álvaro Morata. Además, después del gol de Paquetá en el descuento, la forma de celebrarlo del brasileño y de su banquillo generó polémica y Vinicius se encaró con el banquillo español. Al final del encuentro hasta su compañero Joselu le llamó la atención por su actitud. “No puedes hacer eso… como si esto fuera…”, le recriminó el delantero español recordándole que era un amistoso y en suelo español. El diálogo terminó con un abrazo entre los dos madridistas.
Los seleccionadores le quisieron quitar hierro al asunto. Luis de la Fuente, preguntado por la trifulca final por El Periódico de España, del mismo grupo editorial, apuntó que “la gente se ha calentado al final, pero es lógico por la tensión y porque todos queremos ganar”. Mientras Dorival Junior, seleccionador carioca apuntaba: “Los entrenadores estábamos tranquilos, intentando apaciguar el ambiente. No ha habido ningún tipo de agresión, es natural estar exaltados por la situación, pero considero que ha sido respetuoso. Ha sido algo más verbal que de acciones puntuales. No he visto nada que generase inestabilidad entre los equipos”.
Enemigo público número 1
El problema es que Vinicius se ha convertido en la salsa de todos los platos, y estas imágenes del brasileño desafiando a los jugadores de la selección y discutiendo incluso con sus compañeros ha disparado la animadversión hacia su figura en las redes sociales. Llueve sobre mojado por la actitud desafiante del brasileño, pero ahora el blanco de sus actos era la selección española. Y eso tendrá unas consecuencias que preocupan en las oficinas del club de Concha Espina.
Vinicius ha conseguido que comience a haber aficionados madridistas que manifiesten su hartazgo sobre su actitud provocadora en el campo. La condena contra los insultos racistas es innegociable y unánime, así debe serlo sea Vinicius, Lamine o Samu Lino. Pero el cariz “pendenciero y macarra” que ha tomado el brasileño, algo que se ha acrecentado en los últimos meses, inquieta en la planta noble del Bernabéu. Restan nueve jornadas de Liga y Vinicius debe visitar con el Real Madrid los campos de Mallorca, San Sebastián, Granada y Villarreal. Estadios donde los blancos el brasileño se convertirá en la diana de las aficiones contrarias y el enemigo público número 1. Especialmente tras lo sucedido ayer en el Santiago Bernabéu.