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Ciegos en el teatro y sordos en conciertos: la cultura se resetea ante la discapacidad

Ir al teatro a ver una obra, asistir al concierto de un artista que te gusta, ver una película en el cine… A la mayoría, estas actividades parecen algo normal, accesible o, al menos, posible. Pero para un grupo de gente no es así. Las personas con alguna discapacidad, por ejemplo sordas o con problemas de visibilidad, no pueden asistir a estos eventos. No porque no quieran, sino porque no se les ofrece una forma de hacerlo adecuada a sus necesidades. En España, más de 1.200.000 personas sufren de algún problema auditivo y más de 1 millón y medio padecen baja visión.

Desde hace unos años se trabaja para mejorar la accesibilidad a la cultura de las personas con discapacidad. Una serie de nuevas normativas aspiran a regular la situación y evitar la discriminación, estableciendo medidas que compensen las desventajas de partida, como el Real Decreto 193/2023, que entra en vigor el año que viene. A nivel autonómico, el 28 de noviembre de 2023 se publicaba en el mismo sentido en Cataluña el Código de Accesibilidad.

¿En qué consiste el Decreto?

El Real Decreto 193/2023, del 21 de marzo de 2023, regula las condiciones básicas para el acceso y utilización de los bienes y servicios a disposición del público de las personas con discapacidad. Incluye cines, teatros o bibliotecas. 

El decreto, que deriva de la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad y de su Inclusión Social de 2013, responde a un desarrollo reglamentario que estaba pendiente. Ha sido promovido por el Ministerio de Derechos Sociales en el marco de la Agenda 2030.

Una de las cuestiones más importantes se encuentra en el punto 2 del artículo 23 del decreto: “Los espacios escénicos, de titularidad pública, instalarán en sus salas sistemas de inducción magnética y pantallas de subtitulado y audiodescripción para que las personas con discapacidad sensorial puedan acceder a los contenidos de las obras objeto de exhibición. En el caso de los espacios escénicos de titularidad privada se promoverá la progresiva incorporación de estos recursos.”

Asiento en primera fila

Los sistemas de inducción magnética o bucle magnético son unos mecanismos que permiten escuchar la obra de forma más nítida. Las pantallas de subtitulado no solo benefician a las personas sordas, también a aquel que está aprendiendo el idioma. La audiodescripción se usa para las personas ciegas o con pérdida visual, de forma que puedan seguir lo que está sucediendo en la escena.

Además, las personas con discapacidad sensorial tendrán preferencia de acceso a las primeras filas en los servicios de carácter cultural, conferencias y espectáculos.

Hasta ahora, algo “anecdótico”

Hasta ahora, el uso de la lengua de signos o de medidas de ayuda dependía de la voluntad de las entidades, productoras, o incluso de los propios artistas en caso de conciertos. Con el decreto, por primera vez, se impondrán. Lo que supone un paso muy importante, tal y como resalta Núria Martorell, codirectora de la Asociación Encantades junto a Francina Cortés. “Se tomaba más como algo anecdótico que como una necesidad general”. 

Asimismo, las personas con discapacidad tendrán derecho a acceder acompañados de asistentes personales o personas de apoyo sin que suponga un sobrecoste, aparte de recibir una atención preferente de acuerdo a sus necesidades específicas. La formación y concienciación de los trabajadores son claves para el buen puerto de estas medidas. “Serán cambios graduales: los espacios escénicos necesitan equiparse y sensibilizar sus equipos. Para que funcione, la cadena que compone el teatro debe entender la importancia de la accesibilidad, lo qué implica”, apunta Catalina Martín de la Asociación Teatro Accesible.

¿Qué implicaciones tiene?

Un punto importante del decreto es que este diferencia entre entidades públicas y privadas, dando más margen y tiempo a las privadas que a las públicas, que actualmente están mejor equipadas. También distingue entre los bienes y servicios nuevos y los ya existentes. Mientras que los nuevos ya deben incorporar estas medidas, para el segundo tipo sólo son obligatorios aquellos ajustes que sean razonables. El mismo decreto define un ajuste razonable como una modificación “que no impongan una carga desproporcionada o indebida”.

Ahora bien, la gran pregunta: ¿cuándo se empezará a aplicar? Aunque el decreto entra en vigor el 23 de marzo de 2024, su aplicabilidad se retrasa para dar margen. Para los bienes y servicios nuevos de titularidad pública o de titularidad privada concertados o suministrados por las Administraciones públicas, será aplicable desde el 1 de enero de 2025, un año desde ahora.

“Aunque suponga un coste, es un coste necesario”

Los bienes y servicios ya existentes que sean susceptibles de cambios razonables, gozan de más flexibilidad. Los cambios necesarios se deberán realizar antes del 1 de enero de 2026 en el caso de los de titularidad pública o privada gestionados por la Administración Pública y antes del 1 de enero de 2030, cuando se trate del resto de bienes y servicios de titularidad privada. 

Adaptar las obras para personas con discapacidad requiere un sistema de audio y subtitulado distinto para cada obra. “Aunque suponga un coste, es un coste necesario. El número de personas con discapacidad sensorial está al alza y tienen derecho a poder acceder a la cultura”, resalta Martín, responsable de Comunicación y Públicos de Teatro Accesible, un proyecto dedicado a la incorporación de medidas de accesibilidad en el teatro.

El proceso de adaptación

A priori, un concierto y una persona sorda pueden parecer dos ideas completamente contradictorias, pero en realidad no es así. “La lengua de signos, por ejemplo, no solo se usa para personas sordas, sino también para personas con autismo, Síndrome de Down, Asperger o Esclerosis múltiple. De esta forma pueden disfrutar del concierto, aunque sea de una forma diferente”, aclara Martorell.

De hecho, en España ya existen diversas iniciativas que luchan para hacer accesible el teatro y la música. Asociaciones como Teatro Accesible o la misma Encantades ofrecen propuestas para la inclusión. El Teatre Lliure o el Teatro Poliorama ya cuentan con estas posibilidades. Si bien es cierto que la problemática del centralismo, presente en tantas facetas del día a día, no escapa de la cultura accesible, siendo mucho más fácil ver una obra de teatro con audiodescripción o subtitulado en Barcelona o Madrid que en otros lugares de la península.



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