Filóloga de formación, Paz Santa Cecilia (Madrid, 1961) es una gestora cultural de amplia trayectoria en el ámbito de las artes escénicas que, además, conoce bien el INAEM, donde trabajó como coordinadora general entre 2009 y 2012. También ha estado vinculada a estructuras y espacios escénicos como el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, el Teatro Central de Sevilla, el Centro Andaluz de Teatro o el Teatro de La Abadía en Madrid, en los que ha trabajado como directora de producción o directora adjunta.
Santa Cecilia ha dirigido distintos festivales, entre ellos Escena Contemporánea de Madrid, el Festival V.E.O. en Valencia y el IDEM-Festival Internacional de Artes Escénicas e Inclusión Social en La Casa Encendida. Ha sido asesora del departamento de actividades públicas del Museo Reina Sofía, productora de artistas como La Ribot, directora de la M.I.T. (Mesa Itinerante de Trabajo), un proyecto de investigación sobre las artes escénicas contemporáneas en España y ha estado vinculada a proyectos como la Exposición Universal de 1992 en Sevilla, Salamanca 2002 o la Biennale de Teatro de Venecia. En los últimos tiempos, ha trabajado como asesora de artes escénicas del Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE) de Acción Cultural Española.
Reforma del INAEM y otras prioridades
La nueva directora del INAEM tendrá que decidir en breve si convoca nuevos concursos públicos o prorroga en el cargo a cuatro de los directores artísticos de sus unidades—Alfredo Sanzol (CDN), Lluís Homar (CNTC), Rubén Olmo (BNE) y Joaquín de Luz (CND)—, cuyo mandato de cinco años termina en septiembre, a excepción de Sanzol, que finaliza en enero de 2025. Todos ellos fueron elegidos en 2019, con Amaya de Miguel al frente del INAEM, en un proceso en el que ni una sola mujer fue seleccionada para dirigir ninguna de las unidades, lo que provocó las críticas de las asociaciones y colectivos feministas del sector cultural. Además, Santa Cecilia, vinculada al mundo de la danza contemporánea, tendrá que decidir si impulsa de nuevo el viejo proyecto (sin fondos) de creación de un Centro Nacional de Difusión de la Danza que en 2020 se anunció inminente y prioritario.
También prioritaria ha sido, desde hace casi dos décadas, la reforma del INAEM, que afectaría a todas sus unidades: Auditorio Nacional de Música, Ballet Nacional de España, Compañía Nacional de Danza, Centro Dramático Nacional, Teatro de la Zarzuela, Compañía Nacional de Teatro Clásico, Centro Nacional de Difusión Musical, Joven Orquesta Nacional de España y Orquesta y Coro Nacionales de España. Una reforma tan prioritaria que lleva varias legislaturas encima de la mesa y que aún hoy ni siquiera se ha iniciado. Ya en 2005, la entonces ministra de Cultura, Carmen Calvo, anunciaba en el Congreso que se iba a “promover una revisión en profundidad de los procedimientos y mecanismos administrativos del INAEM, que en algunas áreas de actuación se han mostrado obsoletos y poco adecuados a la realidad de la gestión artística”. El pasado mes de noviembre, Yolanda Díaz recordaba en su discurso durante el debate de investidura de Pedro Sánchez que la reforma del INAEM sería una prioridad del ministerio de Cultura, cuyo titular, Ernest Urtasun, también declaró hace unas semanas que la reforma del organismo era “una necesidad urgente”.
Entre 2005 y 2024, por el organismo han pasado varios directores, se han promovido grupos de trabajo, se ha paralizado el intento de fusión de la Zarzuela con el Real, se ha propuesto que disponga de una ley propia, siguiendo el ejemplo del Museo del Prado o la Biblioteca Nacional, y se ha barajado de forma recurrente la idea de convertirlo en una agencia estatal o en una fundación, opción esta última que no cuenta con el beneplácito de los sindicatos, ya que lo consideran una privatización encubierta.
De la capacidad negociadora de Paz Santa Cecilia con trabajadores, sindicatos y otros ministerios dependerá que el INAEM tenga una nueva estructura jurídica y administrativa que agilice sus procedimientos en materia de subvenciones o contrataciones y que se adecúe a las necesidades de sus unidades, centros de exhibición y producción que apenas pueden girar sus espectáculos, cuya actividad está sujeta a la intervención de Hacienda, unidades que tardan meses en pagar a las compañías y que no disponen de recursos para buscar ingresos propios o recibir patrocinios y mecenazgos.