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Sergi Roberto pasa del milagro del PSG a la gesta frente al colista

De la eternidad del gol contra el PSG a ser el salvador del Barça contra el colista Almería. La vida puede ser muy retorcida. 

Sergi Roberto vivió el día más bonito de su carrera aquel marzo de 2017 en que propició la remontada contra los parisinos en un Camp Nou entregado al éxtasis y las lágrimas. Este miércoles, en el tétrico Montjuïc, Sergi Roberto también se sintió muy afortunado. Aunque el escenario nada tuviera que ver. La gesta fue esta vez tumbar con dos goles a un Almería que jugueteó con el drama ajeno. Bienvenidos al presente.

Raphinha es un futbolista extraño. Corre mucho, pero sin demasiado sentido. Tampoco es demasiado ducho cuando la pelota ronda el alboroto de sus pies. Juega enfadado, como si sólo pudiera avanzar rebelándose ante molinos de viento. También se siente incomprendido. Cuando marcó frente al Almería, el peor equipo de la Liga, en pleno despropósito del Barça, y con los cuatro gatos que subieron a Montjuïc dándole al silbido ante tan deprimente primer tiempo, al chico no se le ocurrió otra que ponerse los dedos en los oídos. Pero que explica la irrealidad en la que vive el equipo, aunque también el club. El Barça de Xavi, para su presidente Joan Laporta, es claro aspirante a ganar la Champions

Antes de que Raphinha celebrara como si no hubiera mañana su tercer gol en la Liga –tras saque de esquina, sólo tuvo que empujar la pelota sobre la línea de meta después de un cabezazo de Araujo y un desvío corto de Maximiano–, el Barça venía de protagonizar un rato horroroso. Pero acorde a su tiempo. El ritmo cachazudo de los jugadores del Barça, que pretendían jugar con las manos en los bolsillos sin fijarse en que Fermín pretendía todo lo contrario, permitía que el Almería jugara tan pancho. Después de una posesión almeriense que se hizo eterna, y con lo jugadores de Xavi sin ánimo alguno de acudir a la presión, los hinchas de Montjuïc comenzaron a quejarse. 

La versión de João Félix no fue la genial, sino la fantasmal; Gündogan, a priori el gran cerebro del equipo, pasaba el balón a los rivales; Christensen amontonaba errores, tantos que el señalado Koundé tuvo que salir tras el descanso; y Lewandowski, bueno, a sus labores y sin concreción alguna.

No extrañó así que el Almería, un equipo que no ha ganado un partido en toda la temporada y al que poco había podido mejorar Garitano respecto al despedido Vicente Moreno, acabara echándose al monte. Araujo rechazó mal un pase largo y Bapistao picó a gol sobre Iñaki Peña. El delantero del Almería no estaba en fuera de juego por escasos centímetros. Sí lo estaba en la acción anterior, pero esa no la juzgó el árbitro.

Mejoró en actitud el Barça en el segundo tiempo, ya es algo cuando no hay plan ni juego. Ayudó a ello Ferran Torres. Pero sobre todo el empeño de Sergi Roberto, que giró el cuello de fábula en el 2-1 tras un córner que no pareció serlo. Un grave error de Iñaki Peña llevó al Almería a un momentáneo empate que Sergi Roberto, todo corazón, negó tras ser habilitado por Lewandowski.

Salió el capitán del Barça aclamado por en un estadio de Montjuïc que presentó la peor entrada de la temporada y frente a un Almería que sigue sin ganar un partido.

Las alegrías pasan ahora por estas pequeñas victorias. Mejor no mirar atrás, por mucho que el presente duela y el futuro inquiete.





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