Ningún aficionado al Levante es capaz de interiorizar cómo el fútbol le está dando tantos reveses en los últimos meses. Es inevitable pensar que no corren tiempos de bonanza en Orriols. Nadie olvida cómo un penalti tan gris como cruel destrozó el destino de un club que, por mucha grandeza que atesore, busca, casi a la desesperada, que tanto el fútbol como la vida le devuelvan todo lo que le han arrebatado. Pese a ello, el Levante, curtido en lo que a resistir ante los golpes se refiere, nunca tirará la toalla. Y menos, se refugiará en las excusas. Quiere seguir dando guerra independientemente de los obstáculos que se encuentre a lo largo de su camino.
Después de días convulsos por lo acontecido en Butarque, el Levante regresa al escenario donde todo lo que ocurre en su interior adquiere una tonalidad diferente. Es, de hecho, el lugar idóneo para refugiarse de tantas injusticias y, sobre todo, para volver a mirar al futuro con ilusión y optimismo. El Ciutat de València, que tantas emociones genera cuando su equipo entra en acción, abre sus puertas con un único objetivo: vencer al Racing de Santander y recuperar su poso en la parte noble de la clasificación.
El conjunto de Javi Calleja cierra ante el Racing de Santander la decimosexta jornada de Segunda División consciente de que tres puntos son vitales para no descolgarse de la pelea. Sobre todo, tras un fin de semana en el que cinco de los seis equipos que tiene por delante se han dejado unidades por el camino. Ganar al combinado de José Alberto López, cuyas tres últimas derrotas consecutivas le han distanciado de la promoción de ascenso, situaría al Levante a solo dos puntos del segundo. Sin embargo, las bajas vuelven a estar encima de la mesa. Pendientes de Sergio Lozano, Fabrício y Álex Muñoz, Calleja no contará con los sancionados Capa y Postigo, pero las ausencias no serán impedimento para un Levante cuya obsesión es la de volver a ganar. Volver a ser feliz.