Indicios sólidos de agresión sexual y coacciones en la conducta de Luis Rubiales y de la comisión del segundo de los delitos por parte del resto de imputados por el beso no consentido a la jugadora de la selección Jenni Hermoso en la final de Australia. Esta es la conclusión a la que ha llegado la Fiscalía tras escuchar a los numerosos testigos que han desfilado ya por la Audiencia Nacional para dar su versión sobre lo ocurrido ante el juez Francisco de Jorge.
Fuentes del Ministerio público señalan a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica. que, a falta de escuchar a la propia jugadora, no creen necesaria la práctica de más diligencias para dar por finalizada la instrucción de este asunto, con independencia de que la acusación particular y las defensas sí puedan hacerlo. La decisión de prolongar o no la investigación judicial depende, en todo caso, del titular del Juzgado Central de Instrucción número 1, que por el momento mantiene la orden por la que Rubiales tiene prohibido acercarse a menos de 200 metros de su víctima.
Con independencia de la acusación que se mantendrá con respecto a Rubiales, la Fiscalía entiende que por el momento también existe material para sostener que hubo delito de coacciones -que se castiga con penas de seis meses a dos años de cárcel- imputable al exseleccionador femenino Jorge Vilda y a los directores de la selección masculina, Albert Luque, y de marketing de la RFEF, Rubén Rivera, ambos todavía empleados federativos. No está previsto por el momento que desde la acusación pública se pida que se incremente el número de investigados.
Declaración de Jenni Hermoso
Queda aún pendiente, en todo caso, una prueba crucial, la declaración en la Audiencia Nacional debe prestar aún la propia Hermoso, que servirá para corroborar o no lo que ya dijo en su día ante la fiscal del caso, Marta Durántez, y que sirvió para que ésta diera el paso de interponer querella.
El contenido de estas manifestaciones no trascendió en su momento, pero unas semanas después parte del interrogatorio se filtró a través del programa ‘Código 10′ de Telecinco. En la comparecencia Hermoso manifestó que el beso no fue consentido y que no se sintió respetada como persona y futbolista en el momento de ocurrir los hechos. “Me estaban sometiendo a algo que yo en ningún momento busqué ni hice para encontrarme con esa situación”, desveló.
Se trata de una vesión totalmente diferente de la de Rubiales, quien ante el juez De Jorge defendió que el beso fue una “muestra de afecto” que se produjo de forma “natural”, a la luz de “millones de ojos”. A preguntas del abogado de Hermoso insistió que lo ocurrido se enmarca en una “celebración totalmente extraordinaria” y que preguntó a la jugadora antes de darle el beso y que ocurrió “con consentimiento”.
Desde el principio, ni el instructor de la causa ni la representante del Ministerio Público han tenido ninguna intención de obligar a Hermoso, que juega en el club mexicano Pachuca, a interrumpir su temporada para coger un vuelo con destino a España. Pero esta situación podría haber cambiado tras la eliminación de su equipo en los playoffs del torneo Apertura y la convocatoria de la selección española de fútbol femenino prevista para la primera semana de diciembre. El Pachuca no retomará su competición hasta después de Navidad, por lo que es previsible que la declaración se produzca en las próximas semanas.
Comparecencia presencial
Según fuentes jurídicas, el interés del magistrado es que su comparecencia sea presencial y no mediante videoconferencia, ya que en este último caso se pierde una inmediatez que se cree clave en un asunto relativo a una agresión sexual. Ello no quiere decir que se esté reservando su citación para el final de las diligencias, o al menos ese no es el interés de la Fiscalía, que quiere escucharla cuando a la jugadora mejor le convenga en función de su agenda y su presencia o no en España.
Las últimas declaraciones, como la efectuada este jueves por el presidente del Comité Nacional de Fútbol Femenino, Rafael del Amo, y de un amigo de Hermoso, han entrado en clara contradicción con las versiones de Rubiales y Vilda en relación con las presiones realizadas a través de Rafael Hermoso, hermano de la jugadora, durante el vuelo de regreso desde Sídney.
Si los dos imputados negaron que se buscara intermediación alguna, Del Amo ha reconocido ante el juez que presenció cómo Rubiales le indicaba al exentrenador que hablara con Rafael para tratar de que la delantera restara importancia a lo ocurrido. En su día, éste ya apuntó a Vilda como autor directo de las presiones y en el mismo sentido han declarado otras jugadoras y una amiga personal de Hermoso también presente durante el viaje.
Por su parte, Vilda manifestó ante el juez que “no cabe en ninguna cabeza” que el seleccionador de forma pública, en un avión, pueda presionar o coaccionar o decir algo de manera hostil o con amenazas a una persona que conoce desde hace tiempo, “que es el hermano de una jugadora que la tiene ese especial aprecio“, incardinando su conversación con Rafael en algo muy diferente a unas coacciones.
Testigos sospechosos de mentir
En el caso de otros testigos, la Fiscalía ha detectado incluso que se ha faltado “deliberadamente a la verdad”, como señaló expresamente el pasado miércoles en relación con José María Timón Iglesias, que ejerció como director de gabinete del expresidente Rubiales.
Además de en el avión, las presiones se habrían producido en el propio campo, tras producirse los hechos, e incluso durante un viaje posterior a Ibiza de las jugadoras, por lo que la Fiscalía defendió en su escrito de interposición de la querella la existencia de “hostigamiento” contra la jugadora. Otra parte de la investigación se centra en la nota de prensa que hizo pública la Federación unas horas después de que el beso se viralizara, en el que se atribuyeron a Hermoso unas manifestaciones falsas negando que hubiera existido un beso inconsentido.
Las pesquisas cuentan incluso con un informe pericial sobre un experto en lectura de labios aportado por la defensa de Rubiales, que ejerce la letrada Olga Tubau, dirigido a demostrar que sí se pidió dicho permiso.