El Levante UD ha abandonado definitivamente su territorio simbólico y ha dejado de ser un equipo solo del Cabanyal, pero también ha dejado de ser un equipo solo de la ciudad de València. Estas son algunas de las conclusiones que arroja el análisis exhaustivo del último censo del club, el ‘nuevo levantinismo’ que emerge en el 115 aniversario que hoy cumple el club, según el análisis de los códigos postales de cada uno de los más de 14.000 socios que han renovado en la última campaña de abonados.
A pesar de los vaivenes de los últimos tiempos, las dos décadas de éxitos que inauguró el ascenso de 2004, hace ahora 20 años, ha permitido al club vivir su etapa de mayor expansión demográfica, con más de 20.000 socios algunas temporadas, asentados hoy en la frontera de los 15.000, y una apuesta clara por fidelizar a nuevas familias a través de la figura de los niños. La estabilidad ha permitido consolidar a varias generaciones, de modo que ya se pueden observar tendencias y, sobre todo, movimientos tectónicos que modifican lo que históricamente ha sido la masa social del levantinismo.
A diferencia de la mayor parte de su historia, el Levante UD comienza a trascender las fronteras del término municipal de València. El mito del equipo que solo ‘pescaba’ en Valencia se derrumba. La expansión social es también geográfica. De este modo, de los más de 14.000 socios, unos 7.200 están censados en la capital, aproximadamente la mitad. Es un dato reseñable que da un nuevo protagonismo a la comarca de l’Horta, tanto norte como sur.
Orriols, Benimaclet, Alboraia
En este sentido, parece ser la proximidad, el vecindario, el criterio que distingue la ‘nueva’ masa social granota. El estadio Ciutat de València, con algo más de medio siglo de historia, se configura como el gran núcleo irradiador de levantinismo. Así, los barrios de Orriols y Torrefiel, con 1.022 socios, son las calles valencianas con más socios. Si se añade Benimaclet, otro feudo granota que accede a pie al estadio, suman casi 1.550 abonados. Para cerrar el perímetro en torno al estadio, aparece el municipio de Alboraia, con 443 abonados, como gran afluente de levantinismo. El mismo criterio de proximidad podría aplicarse a la carretera de Barcelona, desde Tavernes Blanques a Rafelbunyol, pasando por Almàssera o Massamagrell, que forma una especie de cordón umbilical que conecta con el estadio: casi mil abonados entre todos esos pueblos, con casos destacables como los más de 130 socios de Meliana.
Estadio bien comunicado
Los ancestrales problemas de accesos al estadio hoy están resueltos, con metro, tranvía y la Ronda Nord, que deja el estadio a 15 minutos de Paterna, otras de las ciudades pobladas de granotes, con más de 400 socios. L’Horta Nord, en realidad, es la comarca que más simpatizantes suma: en torno a 2.500, pero no con tanta diferencia con l’Horta Sud como podría preverse. Torrent (300), Mislata (220), Manises, Paiporta, Xirivella, Quart… las ciudades del sur de la capital, zona densamente poblada, aportan 2.000 socios. En paralelo, el levantinismo se consolida con fuerza en El Camp de Túria, con casi 900 socios. Solo entre la Pobla de Vallbona y l’Eliana cada día de partido bajan casi 300 abonados por la CV-35.
Aunque con escasa tradición levantinista, la huella granota, a tenor de la información disponible, crece también más allá de las comarcas vecinas. Al norte, en el Camp de Morvedre, con una base importante en Sagunt y Port de Sagunt de unos 140 socios.
La huella es también perceptible en un amplio número de localidades al sur, en territorios inesperados, como la comarca de la Ribera, con Alginet, Carlet o Alberic. Incluso en territorio comanche, como Sueca, el rovellet de l’ou del adn mestallista, con medio centenar de socios granotas; cantidad similar a la de ciudades como Gandia, o Alzira, con una treintena de socios.
Poblados Marítimos resiste
De regreso a la ciudad de València, junto a la proximidad, aparece otro criterio: la tradición. Hubo un tiempo, en los años de plomo, en que buena parte de la grada seguía procediendo del antiguo feudo del Levante FC del Cabanyal, a pesar de que el Levante UD, desde la fusión de 1939, dejó de estar domiciliado en la fachada marítima de la ciudad. Hoy, tras 20 años de estabilidad deportiva, se puede concluir que el tópico se ha visto matizado por el paso del tiempo, por el crecimiento del club, y por la aparición de nuevos núcleos de influencia granota. Sin embargo, los Poblados Marítimos (Malva-rosa, Cabanyal, Grau y Nazaret) no solo resiste como reserva simbólica -la arcadia del levantinismo-, sino también como vivero de socios del club, con 1.150 abonados. Es más que el distrito de Rascanya (Orriols-Torrefiel), y una cifra muy superior a la de otras coordenadas de la ciudad.
El ‘Club de los Niños’
Por otro lado, el retrato robot del levantinismo, además de dibujar a un socio cercano al estadio, arroja una edad media que ha cambiado. Es otra de las características que sorprendería al levantinista que apareciera en Orriols con una máquina del tiempo llegada de los años 80, cuando el relevo generacional se había roto. La de ahora es una grada absolutamente rejuvenecida. Con los datos de 2024, la edad media del socio se sitúa en 36 años.
Dos factores pueden explicar este cambio. El evidente: la permanencia en Primera las dos últimas décadas ha atraído a nuevas generaciones. Otro factor podría encontrarse en la política del club durante el mandato de Quico Catalán, la estrategia de atraer a nuevas familias con el anzuelo del abono gratuito para los niños durante algunas temporadas pasadas parece haber consolidado nuevos socios en los últimos años. Esa campaña ha dejado poso. En este momento, la mitad de esta renovada grada pertenece a generaciones que no han conocido otro Levante que el que en los últimos 25 años ha estado o en Primera o luchando por el ascenso. Uno de cada tres socios (5.100) ni siquiera habían nacido cuando el Levante jugó su última promoción de ascenso a Segunda (1999), hace ahora 25 años.
Se difumina el peso de los baby boomers
Con estas nuevas generaciones se difumina el peso de los baby boomers, los que tienen entre 60 y 78 años: son 2.175. Entre estos y los de la generación más mayor apenas suponen el 18% de los abonados. En el rango opuesto, abundan los jóvenes. Más de mil niños menores de 10 años. La gran singularidad está en la generación Z, jóvenes de entre 12 y 27 años. Son 4.440 socios, el 31% del total. Además, hay otros 2.200 abonados de la generación Milenial, los que tienen entre 28 y 43 años. Por último, a la generación X (de 44 a 59 años) pertenecen una de cada cuatro socios.