Los especialistas en reumatología son muy claros, el verano es una de las épocas de mayor riesgo para desarrollar gota. Y es que como explica la doctora Luisa Lola F.F. Bursón, reumatóloga del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla, la dieta inadecuada, (alcohol, marisco, barbacoas…) tan habitual durante la temporada estival, es un factor muy común detrás de los ataques de gota. A estos malos hábitos alimenticios hay que sumarles también el incremento de las temperaturas y la deshidratación que estos pueden causar.
Como explica la doctora Bursón, la gota es una enfermedad provocada por el incremento de la producción de ácido úrico que llega a acumularse, en forma de pequeños cristales, en las articulaciones, lo que provoca episodios repetitivos de dolor e inflamación brusca e intensa.
No obstante, según la especialista en reumatología, también tiene una cara desconocida al ocasionar inflamación generalizada y asociarse a otras enfermedades, componiendo así el síndrome metabólico. “Esto provoca un incremento del riesgo cardiovascular y, por tanto, hay que darle el mismo valor que a tener el colesterol alto en la sangre.” que provoca la acumulación de cristales de este ácido en las articulaciones.
La gota puede causar problemas en cualquier articulación
Según los datos que manejan los expertos el grupo de población más afectado por el exceso de ácido úrico son los hombres de entre 30 y 40 años, “aunque también aparece en mujeres, sobre todo, a partir de la menopausia”. En cuanto al tiempo y las zonas que son más afectadas por la gota, la especialista señala que “la duración de los ataques suele ser de varios días, normalmente en torno a una semana, siendo la base del dedo gordo del pie, el empeine, el tobillo y la rodilla las articulaciones más afectadas, aunque de igual modo puede implicar otras articulaciones, bolsas y tendones”.
Además, la doctora Bursón advierte de la importancia que se debe prestar a esta patología ya que, si no se controla correctamente, se pueden llegar a producir “quistes” de cristales llamados tofos, “además de cólicos renales y eventos cardiovasculares como infartos o ictus.”
¿Qué hacer si sufrimos un ataque de gota?
Además de los hábitos alimenticios, la especialista recuerda que la gota tiene una carga genética importante, por lo que es habitual que haya varios afectados en la misma familia. Estos pacientes sufren ataques de la enfermedad de forma recurrente y, para evitarlo, sobre todo en verano, la doctora Lola F. F. Bursón apunta algunas recomendaciones:
- Continuar con la medicación. En primer lugar, la especialista recuerda que el tratamiento médico no debe cambiar con los hábitos del verano ni estando de vacaciones, “sino que por el contrario se ha de tener especial precaución con ello al ser un periodo sensible”.
- Mantenerse bien hidratado, “ya sea a base de agua u otras alternativas sanas tales como agua con gas, aguas de frutas, leches animales y vegetales, smoothies, entre otras”. Lo que si se debe evitar son las bebidas azucaradas ya que el azúcar le “roba su sitio” al ácido úrico en el riñón e impide que éste lo expulse. Sin embargo, según la especialista, los zumos de fruta hechos con la pieza entera o conteniendo trozos de la piel o la pulpa son “muy aconsejables.”
- Reducir el consumo de alcohol. No debemos olvidar que “cualquier tipo de alcohol favorece la acumulación de urato, pero la cerveza por sí misma, incluso sin alcohol, es la que más”, señala Lola F. F. Bursón. Esto no significa que no la bebamos nunca “sino de restringir su consumo”. “Es preferible tomarla sin alcohol o aclarada con zumo de limón, si bien, si hubiera que elegir alguna bebida más segura, sería el vino tinto o alternativas como el tinto de verano o sangría, aunque teniendo cuidado con el azúcar“, añade.
- Por último, la reumatóloga del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa “restringir todo sólo conduce al estrés y la frustración y al final uno lo acaba dejando”. Así, la doctora afirma que casi todo puede hacerse en su medida, “limitándose unos días y dándose un pequeño capricho otros, según cómo vaya la enfermedad”. “Por eso es bueno conocer qué está en nuestra mano para mejorar la calidad de vida”, concluye.