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En el norte de Cáceres espera al visitanteel Ambroz, uno de los valles más bonitos del país que nada tiene que envidiar a sus vecinos –el Jerte y La Vera–, un lugar de contrastes con montañas que superan los 2.000 metros y zonas de vega y dehesa a solo 500 metros de altitud que se ha convertido en noticia gracias a la declaración del Otoño Mágico como Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Esta celebración, que tiene lugar cada año desde finales de octubre hasta principios de diciembre, se caracteriza por el desarrollo de actividades de diversa índole en las que se pone en renombre la importancia de la naturaleza, ganadería y gastronomía ligada a la tradición durante los meses de esplendor de la estación otoñal.
El reconocimiento le ha sido otorgado ‘por su capacidad de convertir el otoño en una fiesta de la naturaleza, con vocación turística, medioambiental y de cohesión territorial, además de fuertemente marcada por elementos culturales y patrimoniales de la región’. Además, este conjunto de actividades pensadas para todo tipo de públicos contribuye a la desestacionalización turística de la región, tradicionalmente muy focalizada en torno a la primavera y, sobre todo, en verano.
El Otoño Mágico se suma así a la Semana Santa de Cáceres, el Carnaval de Badajoz y la Semana Santa de Mérida como las cuatro fiestas extremeñas reconocidas internacionalmente.
El Ambroz, un valle de contrastes
Lo mejor para hacerse una idea de la extensión y grandeza del Valle del Ambroz, así como para obtener una buena panorámica, es optar por subir al Puerto de Honduras, cuyo punto más alto está a 1.440 metros. Antes de llegar a la cima no hay que perderse el abedular del Puerto de Honduras, declarado Árbol Singular por ser el conjunto más numeroso y mejor conservado de Extremadura de esta escasa especie propia de zonas más norteñas del país. A este enclave se puede llegar en coche o a través de varias rutas senderistas de diferentes niveles de dificultad, siendo la que parte en el Puerto de Tornavacas la más larga –26 kilómetros– y costosa.
A lo largo del valle se reparten ocho pueblos. El primero es Hervás, el más conocido gracias a su barrio judío, uno de los mejor conservados del país. Aquí el visitante podrá también apreciar su conservada arquitectura tradicional con casas de piedra, madera de castaño y adobe y floridas fachadas. También merece una visita la iglesia de Santa María, de estilo renacentista, cuya muralla perimetral se convierte en el mejor mirador de la comarca. Otro imprescindible es Baños de Montemayor, cuyo principal atractivo son sus aguas termales y la iglesia de Santa María de la Asunción, monumento histórico-artístico con portada plateresca, torre cuadrada gótica y retablo renacentista. En la zona más llana del valle está Abadía, una localidad monumental de gran riqueza cultural en la que no hay que perderse el palacio de Sotofermoso que con su patio mudéjar y sus jardines renacentistas fue lugar de descanso de escritores de la talla de Lope de Vega. Y, desde luego, Segura del Toro, el que es probablemente el pueblo más antiguo del Ambroz. El toro celta de piedra es su símbolo principal y el recuerdo de la civilización prerromana de los vetones, aunque, sin duda, lo más singular de esta población es su patrimonio natural.
La ruta puede seguir por La Garganta, el pueblo de mayor altitud (1.100 metros) en el que destaca un pozo de nieve, Casas del Monte, en cuyas proximidades se encuentra la mayor densidad de castaños centenarios del Ambroz; Aldeanueva del Camino, que debe su nombre a la calzada romana cuyo trazado sigue hoy su calle principal y de la que todavía quedan restos muy bien conservados, además de un puente romano, y Gargantilla, donde sobresalen los cultivos de cerezos y ciruelos en terrazas.
Por último, toda visita a este valle debe incluir los castaños del Temblar, un conjunto de cinco castaños que por sus grandes dimensiones, edad y valor paisajístico han sido declarados Árboles Singulares y, por tanto, forman parte de la red de áreas protegidas de Extremadura. Estos son: el Retorcío, que toma su nombre por su forma, el Hondonero, con una edad estimada de 700 años y una altura de 25 metros, el Menuero, el Bronco y el del Arroyo, cuya edad puede superar los 800 años. Desde octubre hasta enero no es posible visitarlos ya que se encuentran en una finca privada y sus dueños reservan esos meses para la recolección del fruto.
Una edición muy especial
La declaración del Otoño Mágico como Fiesta de Interés Turístico Internacional hace que la 27 edición, que tendrá lugar desde el 25 de octubre hasta el 9 de diciembre, cobre mayor importancia, por lo que no se descarta que el programa definitivo, que todavía no ha sido anunciado, incorpore alguna celebración especial.
Por el momento, lo que se sabe sobre los festejos es que habrá rutas de paisaje con visitas guiadas a lugares con encanto, la V Fiesta de la Lana, con talleres, charlas, mercado y música, entre otras cosas, un Rally Fotográfico (concurso de fotos otoñales), varios conciertos que se repartirán por los diferentes pueblos del valle, la marcha senderista Bosques del Ambroz, actividades relacionadas con la micología con salidas guiadas o showcookings, la gran calbotá en la que se asarán castañas para todos los asistenes, el Día Infantil, con juegos, talleres y otras actividades orientadas a los más pequeños, el Ciclo Noche de ensueño con magia y humor y la gran Fiesta de la Trashumancia.
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