El ciclismo español lleva unos años sumido en las dudas, al pedalear en una especie de tierra de nadie donde los jóvenes apuntan a grandes gestas, aunque siempre acaban dando en el palo. En estas condiciones, la Vuelta supera al Tour porque en las carreteras españolas, por calurosas que se presenten, los corredores locales siempre acaban destacando más que en las francesas donde, por desgracia, no se vislumbra a un ganador nacido al sur de los Pirineos en un futuro inmediato.
En cambio, en esta ronda española hay dos ciclistas –Enric Mas y Mikel Landa– que tienen ante sí una oportunidad que difícilmente volverán a encontrar para romper una mala racha de victorias locales que jamás se había producido desde que se inventó la Vuelta en 1935.
Alberto Contador, 2014
Si no se rompe el mal fario de aquí al 8 de septiembre, cuando la aventura ciclista acabe en Madrid, se llevarán diez años sin un triunfo español. Jamás se había dado un periodo de tanta sequía, desde que Alberto Contador, el último gran héroe del ciclismo local para rondas de tres semanas, conquistó la Vuelta por delante de Chris Froome en 2014. Sólo, entre 1991 y 1998, en los años de dominio suizo con Tony Rominger y Alex Zülle, se había producido un periodo de escasez similar al actual, aunque más corto.
Sin embargo, durante estos últimos diez años la Vuelta ha crecido internacionalmente como nunca había hecho antes, con la presentación en sociedad de Tadej Pogacar (tercero en 2019), el triunfo de 2022 de Remco Evenepoel y la segunda plaza del año pasado de Jonas Vingegaard autorizando el triunfo final de su compañero Sepp Kuss que sin su beneplácito y el de Primoz Roglic, tres triunfos en este periodo de escasez española, jamás se habría dado.
Panorama internacional
En estos diez años se ha conseguido que la Vuelta dejase de ser una carrera de exaltación española, donde los extranjeros, salvo contadas excepciones, se excitaban más bien poquito viviendo episodios de épica nacional que habrían hecho las delicias del gran Benito Pérez Galdós.
En este contexto, Vingegaard habría corrido ahora la Vuelta si su mujer no saliera de cuentas la próxima semana, mientras que Pogacar ya ha anunciado que el año que viene se apuntará a la carrera después del Tour, así que ya tenemos anotado el nombre del ganador de la edición de 2025 si cumple su palabra.
Roglic y su espalda
¿Qué encontramos ahora? Pues el escenario posiblemente más abierto desde 2014 para que un español vuelva a ganar la Vuelta, sobre todo por dos cuestiones; la principal, Roglic, que es el gran favorito, ha sufrido enormemente con su espalda en las dos etapas de ascensos largos, el jueves pasado en Yunquera (Málaga) y el domingo en la sierra granadina. Una fractura de vértebra, aunque sea pequeñita, no se cura disputando a tope una carrera ciclista de tres semanas como la Vuelta.
Y la segunda es que el resto de los candidatos extranjeros ofrecen dudas reales de que sean capaces de subir el 8 de septiembre a lo más alto del podio de Madrid. Ben O’Connor, el actual líder australiano, está reñido con los ascensos cortos y explosivos que llegarán en la tercera semana con el Coitu Negru asturiano, y tanto Richard Carapaz como Adam Yates no dan garantías de que realmente estén enchufados en la pelea por el jersey rojo.
Mas y Landa
Es aquí donde resalta, sobre todo, la figura de Enric Mas, absolutamente reñido con el Tour -como un amor no correspondido- pero que se crece como corredor y se convierte en estrella cuando disputa la Vuelta, carrera en la que ha sido tres veces segundo (2018, 2021 y 2022). El domingo logró deshacerse de Roglic, que ascendía por las largas y calurosas cuestas de Granada renqueante por culpa de la espalda. Y aunque quede la duda de si lo dejó escapar porque sabía que lo capturaría en el descenso a meta, nunca el ciclista mallorquín había sumado tanto tiempo ganado sobre Roglic en una subida.
Landa hasta el final de Vuelta del año pasado nunca se había sentido atraído por esta carrera al contrario de lo que le ha pasado con el Tour y el Giro. Hasta parecía que rehuía disputar la ronda española, agotado por las batallas de Italia y Francia.
En cambio, si está conectado y con buena cobertura en la Vuelta irá de menos a más para convertirse en un peligro sobre la bici durante la tercera semana de una prueba viva y vibrante en las 12 etapas de competición que quedan.
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