Poco o nada ha cambiado en el deporte desde que Rusia invadió parte del territorio de Ucrania en 2022. Los deportistas ucranianos disputan sus competiciones locales en casa, interrumpidas de vez en cuando por las alarmas antiaéreas. Al refugio, se espera y los partidos terminan como si hubiera sido una pausa de hidratación. Al otro lado de la difusa frontera, los clubes y atletas rusos permanecen en su universo propio. Las ligas continúan, pero fuera de ellas, en competiciones internacionales, no tienen sitio. Salvo que renuncien a su bandera y a realizar cualquier mensaje político, como en los JJOO de París 2024. Sí lo han podido hacer en los Juegos Deportivos BRICS que se han celebrado en Kazán, un evento rusófilo.
Varsovia, Wrocław, Lodz… el eterno peregrinaje de Ucrania
¿Cambiará la situación? A corto plazo, no, y menos tras los avances de Ucrania en suelo ruso que han cronificado el conflicto. Este jueves, el FC Kryvbas ucraniano recibió al Betis en la previa de la Conference League en el Kosicka Futbalova Arena de Kosice (Eslovaquia). Es uno de los cuatro conjuntos ucranianos que disputa o ha jugado competición europea esta temporada 2024/2025. El FC Polissya Zhytomyr quedó eliminado de los ‘playoffs’ de la Conference ante el Olimpija Ljubljana esloveno en un encuentro disputado en el Estadio Municipal de Tychy de Polonia, el país más acogedor con los vecinos con los que organizó la Eurocopa de 2012.
“Polonia es el país que más partidos ha acogido de la selección nacional de Ucrania y de los clubes ucranianos desde la escalada de la guerra. Varsovia, Wrocław, Lodz, Lublin, Cracovia, Gliwice… Son innumerables las ciudades que han servido de sedes en un país donde viven miles de ucranianos”, comenta a este diario Andrew Todos, periodista deportivo ucraniano y fundador de ‘Zorya Londonsk’, cuenta especalizada en el deporte del país del este, del que solo en el último año han salido un millón de refugiados rumbo a Polonia.
“Nos une la hermandad contra los rusos”, contaba a este periodista un ultra del Legia de Varsovia, ciudad que acogió la pasada Supercopa. En los alrededores del Estadio del Ejército Polaco, sede del equipo más laureado del país, hay pegatinas con la cara de Putin tachada. El odio hacia Rusia proviene de los tiempos de la URSS y ha servido de ungüento en la solidaridad con Ucrania. El Dinamo de Kiev también jugó la ida de la fase previa de la Champions en Polonia, en el Arena Lublin. En la Ekstraklasa, la liga polaca, militan 11 futbolistas ucranianos. Sin embargo, el gran referente, el Shakhtar Donetsk, se mudó el año pasado a Alemania tras jugar sus partidos de Champions como local en Varsovia. “Es un movimiento para buscar un mayor rendimiento económico”, explica Todos.
La liga rusa sigue vetada por la UEFA
Mientras, la Liga Premier de Rusia mantiene su autarquía. Con sus equipos excluidos de las competiciones de la UEFA, el combate de Zenit, CSKA, Lokomotiv o Dinamo se reduce al contexto interno. Más inoperante es el papel de la selección de Rusia que entrena Valery Karpin, cuyo mayor mérito, fuera de la Eurocopa y del Mundial, ha sido recibir este año a Serbia, el primer rival de la confederación europea con el que se ha enfrentado en los últimos años. Este partido se organizó por las buenas relaciones entre los países, como el resto de amistosos programados: los próximos son contra Vietnam y Tailandia.
Los aliados son los mismos que han permitido a Rusia competir bajo su bandera en los Juegos Deportivos BRICS, celebrados en Kazán. Como bien indica su nombre, esta competición se creó para que compitiesen entre sí atletas de los BRICS, la asociación, grupo y foro político de países emergentes que se constituyó en 2006 como un espacio alternativo al G7. B de Brasil, R de Rusia, I de India, C de China y S de Sudáfrica, a los que después se unieron otros como Irán o Emiratos Árabes Unidos. Los BRICS Games surgieron en 2016 para estrechar los lazos entre estas naciones.
En la edición inaugural, celebrada en Goa (India), solo se jugó al fútbol sub-17. En la siguiente, en Guangzhou, se compitió en las disciplinas de vóley, wushu y taolu (estas dos últimas, artes marciales). La cita se ha celebrado anualmente con un número reducido de modalidades hasta la que tuvo lugar en junio de 2024 en Kazán, que convocó a deportistas en 27 modalidades. Pero lejos de ser una “competición multideportiva”, como se promueve en su web, fue un evento paralelo a los Juegos Olímpicos para mayor gloria de Rusia, vetada como país en París 2024, cita a la que acudieron una quincena de atletas bajo bandera neutral.
Juegos BRICS, alternativa a los JJOO para mayor gloria de Rusia
Las dos delegaciones más amplias de los BRICS de Kazán fueron la rusa, con 642 participantes, y la bielorrusa, con 409. Participaron atletas de 97 territorios, algunos con reconocimiento limitado, como Abjasia, república en territorio georgiano reconocida solo por un puñado de países, entre ellos Rusia. Mismo caso que el de Osetia del Sur. La mayoría de los comités enviaron delegaciones reducidas y en algunos casos los representantes eran estudiantes o trabajadores residentes en Moscú y otras ciudades.
Para clasificarse no hubo mínimas y el país anfitrión se llevó 513 de las 1.280 medallas que se repartieron. Los participantes iban saliendo y desapareciendo de los listados. En algunas modalidades llegó a haber un solo atleta inscrito. Para consumo interno, Rusia intentó darle el carácter de gran cita internacional, como alternativa a París 2024. De ahí que pese a no participar, una persona llevó la bandera de España en la ceremonia de inauguración donde los deportistas rusos sí pudieron lucir sus enseñas nacionales.
En la cita francesa, los atletas rusos que participaron a título individual ni siquiera participaron en la apertura. Los BRICS recordaron a las Epartaquiadas, eventos multideportivos que se disputaron entre 1928 y 1934 entre los países del Bloque del Este, muchos de los cuales, como Polonia, Hungría o la República Checa, ausentes de los BRICS Games, los distópicos JJOO de Rusia. Otro resultado de un conflicto en el que un bando permanece aislado y el otro exiliado.