Andalucía en verano es un auténtico paraíso en el que se puede encontrar todo tipo de playas y opciones para el disfrute. Desde kilométricas playas de arena dorada, hasta pequeñas y escondidas calas pasando por preciosos acantilados en los que el océano se mezcla con la montaña. Por todo ello, cada verano, millones de personas eligen Andalucía para desconectar y disfrutar de sus vacaciones.
Dentro de las posibilidades que ofrece la costa andaluza, es Cádiz una de las mejores opciones, ya que se trata de una provincia que lo tiene absolutamente todo. El disfrute comienza en la desembocadura del río Guadalquivir, donde se encuentra Sanlúcar de Barrameda, continúa por ubicaciones como Chipiona, Rota o El Puerto de Santa María, para terminar adentrándose en lo salvaje buscando el estrecho de Gibraltar, donde el Atlántico se funde con el Mediterráneo.
Dentro de las mil y una opciones que aparecen ante el visitante en relación a la costa de Cádiz, en esta ocasión nos vamos a trasladar a la que es una de las playas más espectaculares no sólo de esta provincia sino de toda España. Se trata de la playa de Bolonia, que se encuentra entre Zahara de los Atunes y Punta Paloma, en el término municipal de Tarifa.
Bolonia es un destino de lo más singular, con una mezcla de aspectos bohemios y paradisiacos, donde destaca sobre todas las cosas un paisaje y una naturaleza absolutamente imponente. Una de las imágenes más icónicas es su gigantesca duna, que fue declarada Monumento Natural en el año 2001. Una duna que todo visitante que se precie a esta playa tiene que subir para experimentar la que es una de las panorámicas más bonitas de toda Andalucía, con el mar cristalino de fondo y a lo lejos el continente africano que se distingue en los días más claros.
Sin lugar a dudas, la antigua ciudad romana de Baelo Claudia, cuyas ruinas se pueden visitar en la actualidad, es otro de los atractivos que tiene esta espectacular playa, en la que también es muy habitual presenciar la curiosa imagen de las vacas paseando tranquilamente cerca de la orilla.
En dirección contraria a la duna, es decir en dirección desde la playa hacia Tarifa, se encuentra otro paraje que a lo largo de todo el año atrae a muchos visitantes, como es el caso de las famosas piscinas naturales de Bolonia, a las que hay que dar un buen paseíto para llegar a las mismas. Una excursión que merece la pena, donde se puede disfrutar de un fantástico baño en un paraje apartado, en el que según baje o suba la marea, las formaciones rocosas dibujan unas curiosas piscinas.
Es precisamente este lugar en el que vamos a realizar la actividad principal de nuestra excursión, ya que en este entorno son muchas las personas que se aplican barro sobre el cuerpo para practicar la denominada ‘fangoterapia’. Un tratamiento natural, que en este caso lo brinda el entorno y que cuenta con numerosos beneficios para la salud.
Tratamiento beneficioso
El agua del mar impacta con la roca de pizarra de la zona, creando un lodo especial que es el que las personas que llegan hasta este lugar utilizan para aplicárselo sobre el cuerpo. Posteriormente hay que dejar que el barro se seque sobre la piel, para terminar con un gratificante baño en el mar que hace que poco a poco el barro vaya desapareciendo.
Este barro que proporciona un paisaje dominado por el mar, la arena y los pinares, elimina toxinas de la piel, actúa mejorando la circulación, reduce la grasa de la piel y favorece también la producción de colágeno. De la misma manera, la fangoterapia que se practica en esta zona ayuda a mejorar las situaciones de estrés, está indicada para tratamientos de reumatismo, artrosis y para personas que sufren problemas de psoriasis y eccemas.
Llegar a Bolonia, subir su duna, visitar las ruinas romanas de Baelo Claudia y rematar la faena con una excursión a sus piscinas naturales para practicar la fangoterapia se convierte por tanto en un plan redondo que hará las delicias de los viajeros más exigentes.