En verano, las enfermedades diarreicas se disparan. Y esto se debe a que durante esta temporada, al clima que favorece la diseminación de las bacterias que las provocan. Y con un riesgo doble: las altas temperaturas pueden producir deshidratación.
Según los especialistas, se considera que hay diarrea cuando se realizan tres o más deposiciones diarias y éstas son líquidas o pastosas.
Las diarreas son uno de los trastornos más comunes. Normalmente son leves y suelen durar como mucho una semana, pero en algunas ocasiones veces pueden ir acompañadas de fiebre, dolor, hinchazón abdominal, náuseas y vómitos.
Las causas que la provocan son múltiples. Bacterias, virus, toxinas… También puede ser provocada por algunos medicamentos, por una cirugía abdominal, por un proceso inflamatorio de la mucosa intestinal y un largo etcétera.
Y aunque debemos insistir en que por lo general se trata de episodios leves y autolimitados en el tiempo, también es importante tener en cuenta que en algunos casos requiere que un profesional sanitario la valore.
¿Cuándo una diarrea debe hacernos ir al médico?
¿Cuándo? Pues según indica la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), cuando afecta a menores de 12 años o a mayores de 75 años y cuando no mejora 48 horas después de recibir tratamiento.
También cuando la fiebre que la acompaña es muy alta (más de 38.5ºC), si se detecta moco o sangre en las heces o si lo vómitos hacen imposible que el paciente pueda alimentarse.
El problema de este tipo de episodios es que, si persisten en el tiempo o son muy copiosos puede provocar que el paciente se deshidrate, pierda sales minerales y baje de peso de forma brusca.
¿Qué debemos comer?
La SEEN da algunas pautas nutricionales para controlar los efectos de un episodio de diarrea.
- Para evitar la deshidratación, la ingestión de líquidos es fundamental. Se deben tomar unos 2 o 3 litros diarios, a lo largo de todo el día en tomas pequeñas pero frecuentes.
Se puede aderezar el agua con limón natural y azúcar, infusiones, incluso tomar el caldo con el que se cuece el arroz. Hay también fórmulas de rehidratación en las farmacias para los más pequeños o para los ancianos.
- Podemos reponer el agua y las sales que perdemos a causa de la diarrea mediante soluciones rehidratantes preparadas en casa. La SEEN nos da una receta: Un litro de agua hervida o embotellada, media cucharada de bicarbonato, 2 o 3 cucharadas de azúcar y el zumo de 2 o 3 limones.
Si la dejamos en frigorífico mejoraremos su sabor y la tomaremos en pequeñas cantidades cada 1-2 horas para completar un total de 2-3 litros diarios.
- A las pocas horas del inicio de los síntomas en casos leves, o a partir de las 24 horas en casos más graves, se puede comenzar a seguir una dieta astringente a base de pan tostado que no sea integral, patatas, sémola de arroz, arroz, zanahorias, pescado, pechuga… siempre cocidos.
También podemos incluir fruta como los plátanos, manzana sin piel, frutas en almíbar, yogur natural descremado o membrillo.
- Estos alimentos deben consumirse siempre que se tenga hambre, en raciones pequeñas y con más frecuencia de la normal.
- Los alimentos no deben estar ni muy fríos ni muy calientes.
- Y para evitar prolongar la diarrea habrá productos que durante algunos día no debemos probar si quiera, como los fritos, los embutidos y demás alimentos grasos. Tampoco están indicadas las verduras, las legumbres, los frutos secos y las frutas con piel.
- Por supuesto, mientras nuestras visitas al baño no mejoren, quedan fuera de nuestro menú las bebidas gaseosas, el café, el alcohol, la leche o el chocolate.
- Un último consejo: no debemos tomar medicamentos contra la diarrea sin consultar con nuestro médico.