«Feliz y, sobre todo, orgulloso de tener la posibilidad de poder continuar en el Valencia CF (…) y, sobre todo, con esa ilusión y esas ganas y energía que siempre he transmitido desde que llegué aquí y con la que quiero seguir trabajando durante las dos próximas temporadas para hacer crecer al equipo», eran las palabras de Rubén Baraja el día de su renovación, dando continuidad a un concepto que ha repetido de forma reiterada desde que tomó las riendas del banquillo del Valencia, que no es otro que buscar que el equipo sea mejor cada temporada a fin de alcanzar algún día de nuevo el lugar que le corresponde.
Para ello no se puede permitir pasos atrás, cada año está obligado a mejorar y el mercado juega un papel clave, pero un verano más la maquinaria valencianista demuestra estar completamente obsoleta, muy lejos de hacerse fuerte en una industria muy competitiva. Consumido prácticamente un mes de mercado de fichajes, tres amistosos, dos incorporaciones después y el futuro de algunos futbolistas en el aire, queda patente que la plantilla necesita refuerzos en todas las líneas.
Empezando por la defensa, con la lesión de Mouctar Diakhaby el equipo pide a gritos un central de jerarquía. Ahora mismo se busca una complicada salida para Cenk Özkacar, que no da el nivel para la plantilla, y el Valencia afronta la temporada con Cristhian Mosquera como líder de la retaguardia y dos noveles como Yarek Gasiorowski y César Tárrega, ambos de gran potencial, con un futuro muy prometedor y un presente muy sólido, aunque con una importante falta de bagaje en el fútbol profesional. Una plantilla competitiva pide cuatro jugadores de garantías para esos dos puestos.
El centro del campo, por otra parte, también necesita una inyección de nivel para dar un salto competitivo. Solamente Pepelu está en pretemporada al nivel que se exige para jugar en la medular valencianista y el año pasado también fue el único que logró ser regular toda la campaña. Mientras se espera el paso al frente en términos de regularidad tanto de André Almeida —perdido además en el doble pivote— y de Hugo Guillamón, el futuro de Javi Guerra no está para nada claro, lo que obligaría a realizar un esfuerzo todavía mayor en reforzar la medular. En todo caso, incluso sin salir el de Gilet, el centro del campo pide un futbolista más para tratar de dar un salto de calidad y también para enriquecer una rotación que ya no cuenta con un intrascendente Amallah.