A caballo entre España y República Dominicana, Diego El Cigala ha desarrollado una carrera transoceánica siempre con el flamenco como bandera. Lo canta, lo implora y lo respeta a 100 kilómetros por hora. En cada instante. De hecho, por momentos, esta conversación deja la palabra para tomar el verso. “Calamares, calamares…”, entona de repente entre risas.
Burlón y serio según la pregunta, el artista hace balance de 30 años sobre el escenario. Un lugar que ha compartido con nombres de la talla Bebo Valdés, Niño Josele, Omara Portuondo, Alejandro Fernández, Rosario Flores… y en el que, próximamente, versionará clásicos de la tradición mexicana. Si bien la gira arrancará el 15 de diciembre en Pamplona, ya está ensayando un cancionero de alma universal.
Ganador de siete Grammys, cinco Lunas, cinco Amigos y dos Ondas, ha despachado dos millones de álbumes. En 2021 fue detenido por un presunto delito de violencia de género, aunque las cuestiones personales están descartadas en la charla.
¿Qué emociones le despierta la música de México?
Pasión. Date cuenta de que este pueblo me abrió su corazón hace ya 20 años. Y, desde entonces, sólo he recibido cosas buenas. Este disco ha estado bastante tiempo en el cajón por culpa de la pandemia, pero es el momento de que el mundo lo escuche en directo.
¿Tiene algún ritual antes de salir al escenario?
No, qué va. Le doy gracias a Dios y ya está.
¿Sigue siendo igual de creyente que al principio?
Aún más.
Yo no doy un paso sin permiso del Nazareno… Cuando lo he hecho, me he ido a la mierda
¿Qué papel ha jugado Dios en su carrera?
El Señor vive en mi pecho. Siempre está presente. Todo lo que hago en mi vida tiene el permiso del Padre, ¿me entiendes? Yo no doy un paso sin permiso del Nazareno… Cuando lo he hecho, me he ido a la mierda. Él es el camino de la verdad.
¿Qué es para usted el flamenco hoy?
Todo. Ahora bien, no comparto cómo lo está llevando otra gente. Yo, por ejemplo, estoy grabando un disco para defenderlo. Tendrá su soleá, su taranto, su bulería… Tengo hambre y quiero darle a mi público lo mejor.
¿Rosalía lo hace?
No. La respeto y la quiero, ¿vale? Tiene un rollo que te cagas, me encanta. Es un pedazo de artista porque, si no, no estaría ahí. Pero el flamenco es otra cosa. Uno de sus grandes ídolos es este servidor. Es una genio de la música urbana, eso sí.
¿Ha cambiado su forma de entender el género?
No, hombre. Esto es como los buenos vinos, con el tiempo ha ido mejorando. Canto a la velocidad de la luz, aunque con reposo. Eso sólo te lo da la madurez, como decía mi compadre Bebo Valdés. No canto igual que con 20, sería un aburrimiento.
¿Está orgulloso de nuestra cultura?
Por supuesto. De las cañitas, las tapitas, los caracoles y los zarajos. Ay, el Brillante y su bocadillo.
¿Qué es lo que más le preocupa de la España que tenemos?
La juventud. Hay tantas personas preparadas sin futuro… No me jodas. Los grandes pensadores, inspectores, ingenieros y músicos se van fuera. Se va a quedar la mediocridad porque los pobres no pueden tirar hacia adelante. Está todo por las nubes. Cómo puedes pagar una casa de 1.000 pavos con un puesto de becario. Que no, que no. Tendría que haber más oportunidades. Vamos a ver si el presidente, Dios me lo bendiga, hace algo.
¿Se considera feminista?
Sí, respeto y reivindico a la mujer. Quiero que tenga los mismos derechos que el hombre. La amo y es lo más bonito que ha dado el universo. ¿Qué haríamos sin ellas? Ser unos infelices. La mujer te da la vida y la alegría de vivir. Es una maravilla, por eso la creó Dios. Entonces, claro que soy feminista.
Le he tenido más miedo al dinero. Te puede llevar por mal camino. Hay que saber disfrutarlo, si no…
¿Qué habría pasado si no hubiese triunfado en la música?
Hubiera sido médico o futbolista.
¿Echa de menos el anonimato?
Que va. Me siento a gusto, la gente es muy respetuosa. No me da la vara.
¿Qué le asusta más: el dinero o la fama?
Le he tenido más miedo al dinero. Te puede llevar por mal camino. Hay que saber disfrutarlo, si no… Pero la fama también hay que aprender a llevarla. Van de la mano. Yo he conseguido controlar las dos gracias a Dios.
¿Cómo lo ha hecho?
Soy humilde y tranquilo. Tengo los pies en la tierra. Jamás verás que rechace una foto, al contrario. Me debo al público.