AUSTRIA EN PRIMERA PERSONA
En el imprescindible Barrio de los Museos de Viena (Austria) hay que visitar el Museo Leopold, con obras de Egon Schiele y Gustav Klimt
En mis paseos por Viena durante cualquier época del año nunca falta el Barrio de los Museos. Caminando por sus concurridos patios y sus modernos edificios me sigue sorprendiendo cómo en estos establos imperiales de la corte del Hofburg, el Palacio de Invierno de los Habsburgo, que albergaban a una cuidada selección de 600 caballos en el siglo XVIII, se alza ahora uno de los mayores espacios museísticos del mundo. Son 60.000 metros cuadrados que exhiben más obras de arte que algunos países más pequeños pero no solo eso.
A los vieneses les encanta esta plataforma para la creación artística y el intercambio de ideas, pero también para relajarse y descansar en su inmenso patio; en verano para tomar el sol en alguno de sus bancos de color y en invierno para celebrar la Navidad tomando un vino caliente en las casetas que se instalan mientras aparece la nieve en la ciudad. Es, por tanto, otro lugar especial para charlar, beber, ver pasar el mundo y despedir el año en curso. Y lo disfrutan desde 2001…
En el Barrio de los Museos, el Museo de Arte Moderno (MUMOK) destaca por las provocadoras obras del Accionismo vienés, pero lo cierto es que el buque-insignia de este espacio cultural vienés es el Museo Leopold, sobre todo porque alberga la mayor colección de obras de Egon Schiele dentro de una oferta de más de 8.300 obras que abarcan desde el Historicismo hasta el Expresionismo austriaco.
Sin embargo la producción de Schiele es la que despierta más asombro y emoción entre los visitantes del museo. Hablamos de 42 cuadros, 187 gráficos originales (dibujos y láminas pintadas) y manuscritos personales (cartas y otros) con las principales obras maestras del pintor, como el Autorretrato con frutas de linterna china o el Retrato de Wally Neuzil, todo un paquete de obras artísticas, más de 3.000 sobre papel y 300 pinturas, de un artista que murió a los 28 años en 1918, víctima de la gripe española, curiosamente tres días después de que falleciera su mujer.
A Schiele se le criticó en su época por ser grotesco, erótico, incluso pornográfico, pero acabó siendo reconocido como un gran maestro de la desnudez explícita, alguien que, según los críticos actuales, intentaba representar la verdad del ser humano, la versión más auténtica del individuo. De ahí que Schiele, tratado en la Austria de principios del siglo XX como un marginado, decidiera retratarse a sí mismo como un hombre desnudo y deforme en algunas pinturas crudas e intensas.
El Museo Leopold es también una cámara del tesoro única para el estilo Art Nouveau de Viena con obras maestras del fundador de la Secesión, Gustav Klimt, gran amigo y mentor de Schiele. Normalmente los visitantes de la ciudad imperial acuden al Palacio de Belvedere a admirar ‘El beso’, su obra maestra de 1907 y más famosa en la que dos figuras se funden en un abrazo apasionado, pero el Leopold Museum también muestra otras piezas de este maestro del simbolismo, pionero del modernismo austriaco. Desde sus primeros cuadros, donde aspiraba a alcanzar el mayor nivel de realismo posible en sus retratos y realizaba incursiones en los límites de la abstracción con algunos paisajes, hasta alcanzar el éxito con su célebre obra Muerte y vida (1910-1915), toda una alegoría sobre el ciclo de la vida humana.
Por otra parte, el Museo Leopold exhibe en sus cuatro plantas piezas únicas y extraordinarios artefactos para la vida cotidiana y doméstica de gran calidad de la Wiener Werkstätte, firmados por Josef Hoffmann y Koloman Moser, así como otras exposiciones especiales sobre modernismo clásico y arte contemporáneo. La última exposición temporal lleva el nombre de Familiares Desconocidos y muestra seis colecciones privadas del Grupo de Seguros de Viena. Permanecerá abierta hasta el 6 de octubre.