El fútbol de toda la vida es el que propone Niclas Füllkrug. Un reloj suizo, aunque no tenga nada de señorial, pero sí mucho de perfecto engranaje. El tanque germano salvó a la anfitriona de perder el liderato ante una buena selección helvética. Le faltó el ‘tic-tac’ final a los de Yakin para llegar a octavos como líderes de grupo. Pero Raum unió en un mismo centro a los optimistas y pesimistas germanos para poner un centro magnífico al delantero del Borussia Dortmund. Un tanto decisivo para un empate que pone en el camino de España a la Mannschaft.
A Nagelsmann no le gustan las calculadoras. Tampoco las bolas de cristal. Dos productos que elevan su cotización con la jornada final de la fase de grupos. Existen demasiados cálculos y caminos hipotéticos en el galimatías de cruces que se dará en octavos de la Eurocopa. El camino más recto es ganar, por eso el seleccionador alemán optó por repetir el mismo once con el que consiguió dos triunfos ante Escocia y Hungría. No se fiaba de Suiza y sus sospechas se confirmaron.
Alemania se desnaturaliza con el gol de Suiza
El cuadro germano es el más veterano del torneo (28,5 años de media). Funciona como un diésel de última generación. Necesita minutos para no perder la velocidad de crucero con la que se ha quitado el miedo a otra muerte ridícula, una sensación que siempre le circunda. Así se lo recordó Suiza, el cuadro más incómodo que existe. Lo demuestra en cada torneo al que llega como convidado neutral y termina armando la revolución, como sucedió en la Eurocopa 2020, cuando se llevó por delante a Suiza en octavos.
Clasificación final grupo A Eurocopa
- Suiza: 7 puntos
- Alemania: 6 puntos
- Escocia: 2 puntos
- Hungría: 1 punto
El técnico suizo Murat Yakin formuló una defensa zonal que tenía como misión parar la movilidad de los hombres ofensivos de Alemania. Amenazó con decantar rápido a su favor el encuentro el anfitrión. Sommer falló ante un dispar lejano con bote envenenado de Andrich. Una falta previa de Musiala anuló el tanto, respondido con violencia por Suiza, al que sí le favoreció la revisión del VAR en el gol de Ndoye. El atacante suizo se asoció con Freuler para ponerse a la cabeza del grupo A y alterar el estado de tranquilidad de Alemania.
El plan helvético era como como el Matterhorn, el pico más alto del país. Constituir una dura escalada con una línea de cinco y otra de cuatro para deslizarse a la contra como en una pista de esquí alpino. Por primera vez en ‘su’ torneo, Alemania perdía y resucitaba fantasmas del pasado como este: ha encajado 14 goles en los últimos 15 partidos en grandes torneos. Las prisas entraron en el cuerpo de los de Nagelsmann antes del descanso, al que llegaron como un equipo desnaturalizado. Serio aviso para entender que la Eurocopa es una carrera de fondo y obstáculos.
Solo Fullkrug puede contra el mecanismo helvético
El problema de Alemania estaba claro. A diferencia de encuentros anteriores, los hombres de arriba actuaban como ‘landers’ independientes. Cada un su ritmo y en una esfera de poder que no incomomadaban al conjunto de Yakin, construido con sillería. A Suiza le bastó la velocidad de Embolo o del goleador Ndoye para armar contragolpes que se transformaban en un mano a mano al estar la escuadra rival volcada en ataque.
La ‘Mannschaft’ buscaba la mirada de Kroos, pero hasta su brújula perdía balones. Reinó el desconcierto en el anfitrión, vulnerable en los duelos individuales. Bah era el paradigma. Con una amarilla encima, que le impedirá estar en octavos, se jugó constantemente la segunda amarilla. Mientras, Akanji y compañía daban una ‘masterclass’ defensiva. El primer rival de Alemania capaz de desencriptar su juego le sacó del favoritismo.
Nagelsmann tuvo miedo, por lo que alteró la zaga. El gran problema estaba en ataque, donde solo veía el gol a través de la mirilla de los tiros de larga distancia, la moda de la Eurocopa. Pero la clave estaba por dentro, como evidenció Kimmich con un caracoleo que terminó en un pase de la muerte que Kimmich no sup aprovechar. El susto accionó de nuevo la presión de Suiza, que, como el mejor de los Longines, accionó un mecanismo de resistencia que Füllkrug destrozó con un testaraz que hizo respirar a Alemania. Aunque el susto sirve de advertencia para el resto de Eurocopa.