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La enorme personalidad de Manuel Machado merecía ser retratada en una obra de ficción de gran calidad literaria y eso lo ha logrado Joaquín Pérez Azaústre gracias a su obra ‘El querido hermano’ (Galaxia Gutenberg), con la que ha ganado el XVI Premio Málaga de Novela. Este viernes la ha presentado en la Feria del Libro de Sevilla acompañado por Alfonso Guerra.
Pérez Azaústre ha atendido a ABC momentos antes de su intervención y se ha mostrado satisfecho por haber compartido la presentación de su última novela con un contertulio tan machadiano como el exvicepresidente del Gobierno. «Alfonso Guerra y yo somos amigos y para mí la amistad es un valor supremo. Además, es cierto que es un auténtico experto en Antonio Machado, y creo que con mi novela su cariño personal por Manuel ha crecido. Si a eso sumas que, como hijo del 78 -yo nací en 1976-, me considero en deuda con su generación política, y más en los momentos que vivimos, me honra que me acompañe».
También se siente muy agradecido de volver a la Feria del Libro de Sevilla, cita a la que no acudía desde hacía unos años. «Hacía tiempo que no venía -asegura-, entre las pandemias y las rutas vitales, pero es un placer estar de vuelta en esta Plaza Nueva tan cariñosa con los escritores. Siempre que he venido a Sevilla, una ciudad en la que tengo muchos amigos, y con muy buenos escritores, he sido muy feliz, y también hoy me siento así».
Respecto a su nueva novela, ‘El querido hermano’, fue seleccionada entre un total de 278 trabajos presentados. Este narrador y poeta comenta sobre el hecho de haber ganado un galardón tan relevante como el Premio Málaga de Novela que «es un premio, sí, con un jurado excelente, y eso implica para empezar que la novela ha tenido unos primeros lectores de lujo. Además del prestigio del premio, otro premio en sí es publicar la novela en Galaxia Gutenberg, una editorial que siempre tiene libros que estoy deseando leer, y de hecho leo».
En cuanto a si esta obra ha podido saldar algún tipo de deuda pendiente con un personaje tan olvidado en las letras españolas, Pérez Azaústre dice que «en la novela se ahonda en el perfil humano de un hombre, Manuel Machado, que no ha sido entendido, entre otras cosas, porque ha resultado mucho más cómodo para algunas gentes quedarse con las etiquetas heredadas que molestarse en leerlo y conocer sus circunstancias reales. Lo simplista siempre conlleva menos esfuerzo que la complejidad de tocar la vida en sus matices. Antonio Machado y Manuel fueron dos hermanos que jamás se enfrentaron, que vivieron el mismo sueño de la literatura y se quisieron mucho».
La historia se inicia con la noticia de la muerte de Antonio Machado y retrata el riesgo que corrió Manuel para reencontrarse por última vez con su hermano en Collioure. ¿Ha sido complicado el proceso de documentación a la hora de preparar esta historia? Dice a colación de esto el autor de ‘Atocha 55’ que «es un proceso de vida, porque llevo leyendo sus obras, y sobre ellos, prácticamente desde que comencé a escribir. Los primeros poemas que recuerdo haber leído fueron de Antonio Machado. Un tema así, cuando estás en él, ya te acompaña siempre. Lógicamente antes de lanzarme definitivamente a escribir, aumenté esa documentación, pero en realidad son personajes que siempre me han acompañado y siempre me acompañarán. Y eso, tener en tu equipaje literario a Manuel y Antonio Machado, es una suerte».
Sobre el hecho de que cierto sector de la izquierda haya minusvalorado la obra de Manuel Machado por haber permanecido en el bando nacional durante la guerra civil y no actuar en favor de la República como su hermano Antonio, el escritor cordobés dice que «no se han molestado en leerlo porque la pereza y la ceguera sectaria siempre esconden pretextos simplones. Si lo hubieran leído, sabrían lo que ya detectó Gabriel Ferrater: que estamos ante un poeta de una modernidad deslumbrante. La gente conoce los autorretratos de Jaime Gil de Biedma, que son estupendos. Pero pon al lado los de Manuel Machado, y verás que todo viene de ahí. Su decir es moderno: es el poeta que se mira al espejo con la navaja abierta del contraste de mundos, del desencanto y la mundanidad alta».
Según Pérez Azaústre, «el enfrentamiento entre Antonio y Manuel Machado nunca existió y se quisieron hasta el final. Cuando Manuel se queda atrapado en Burgos al comienzo de la guerra, cortan las comunicaciones ferroviarias. Las telefónicas se mantienen aún una semana, y ahí tienen una larga conversación de dos horas. Ninguno de los dos sabe que será la última. Durante su largo y penoso camino hacia el exilio, cada vez que un periodista entrevistaba a Antonio, él siempre le preguntaba si sabía algo de su hermano Manuel».
«Respecto a la mirada que tenemos hoy de Manuel Machado, me hacen mucha gracia todos esos héroes retrospectivos que son valientes cuando ha pasado el peligro»
Joaquín Pérez Azaústre
Escritor
Felipe Benítez Reyes, un gran defensor de la obra de Manuel Machado, comentó una vez a ABC que hoy en día es muy fácil juzgar la actitud del poeta desde nuestra perspectiva, pero que habría que haberse puesto en su lugar cuando le cogió el inicio de la guerra civil en Burgos para entender por qué actuó así. El autor de ‘La suite de Manolete’ comenta que al respecto que a Manuel «lo encarcelan en Burgos por una entrevista que concede a una revista francesa de teatro, La Comédie, en la que no da mucha importancia a la guerra y se refiere a ella con cierto desdén. Es decir: sin entusiasmo patriótico. Eso le cuesta el arresto después de un artículo de Mariano Daranas, y se llega a temer seriamente por su vida. Cuando es liberado se pronuncia a favor de Franco». «Respecto a la mirada de hoy -añade-, me hacen mucha gracia todos estos héroes retrospectivos que son valientes cuando ha pasado el peligro».
Aparte de ‘Ars moriendi’, Pérez Azaústre destaca otras obras de Machado como ‘Phoenix’ o ‘El mal poema’. «Precisamente Felipe Benítez Reyes tiene una antología estupenda en Renacimiento de Manuel Machado, ‘Yo, poeta decadente’, que recomiendo mucho para conocerlo. Es un poeta con más caídas que Antonio, que crea una cosmovisión, un universo lírico perfecto; pero también Manuel es más moderno, es más el hombre de hoy, es más Baudelaire con el selfie poético en la mano mientras tira el cigarrillo al río. Ambos hermanos lo sabían y se admiraban desde sus poéticas, que también tenían sus puntos subterráneos de unión, esa hondura común en los dos».
‘El querido hermano’ está escrito con estilo ágil y el jurado destacó su «intensidad poética». Dice el autor cordobés que «creo que la intensidad mayor es la fotografía de la realidad cuando se encuadra como hay que hacerlo. En la novela huyo del llamado ‘lenguaje lírico‘, porque el lirismo interior está en la foto de la realidad que palpita: ese hombre que abre la puerta de la pensión en la que vive, en Burgos, una fría mañana invernal, y se entera de que su hermano Antonio acaba de morir, y, en mitad de una guerra civil, decide ir a despedirse de él, cueste lo que cueste, aunque no consiga llegar a tiempo al entierro, y lo logra. Ahí está la poesía».
Preguntado por la visión que le va a quedar al lector de Manuel Machado tras terminar la última página de la novela, Joaquín Pérez Azaústre dice que se verá a «dos hermanos poetas en el tiempo que representan lo mejor de nuestra tradición literaria y cultural, que se siguen queriendo desde la eternidad, y también hoy nos siguen amparando, en sus obras, con su amor sin trincheras».
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