Que la televisión aborde el genocidio judío de los nazis no es algo nuevo: ya en 1978 se estrenó la explícitamente titulada miniserie ‘Holocausto’, con Meryl Streep como una mujer alemana casada con el artista judío encarnado por James Woods; cuatro años después, la misma Streep protagonizaba en cine ‘La decisión de Sophie’, sobre una mujer polaca que, según revela tardíamente al mundo, fue obligada a elegir cuál de sus hijos debía morir en una cámara de gas de Auschwitz.
Pero ha sido en el último par de años que las series sobre el Holocausto se han multiplicado por las plataformas. Ha habido historias de almas caritativas: ‘Transatlántico’ (Netflix) recordaba las heroicidades del periodista literario estadounidense Varian Fry, líder en Marsella del Comité de Rescate de Emergencia; ‘Una pequeña luz. Protegiendo a Anna Frank’ (Disney+) era la historia de Miep Gies, una secretaria que, como apunta el título español, ayudó a Frank a ocultarse en Ámsterdam durante la segunda guerra mundial. La resistencia francesa juega un papel fundamental en ‘The New Look’ (Apple TV+), en la que se recordaba el paso de Catherine Dior (una gran Maisie Williams) por Ravensbrück, y sobre todo, ‘La luz que no puedes ver’ (Netflix), sobre la conexión inesperada de una joven francesa ciega con un miembro de la unidad de vigilancia por radio de la Wehrmacht.
La familia que logró salvarse
A las citadas viene a sumarse ahora ‘Fuimos los afortunados’ (Disney+, 19 de junio), miniserie desarrollada por Erica Lipez (guionista y productora de ‘The morning show’) a partir de la novela que sirvió a Georgia Hunter para profundizar en la historia de su propia familia. El libro, admite su autora, tiene algunas partes de necesaria invención. Y la serie es orgulloso melodrama. Pero en ambos casos, la esencia de la trama es tan increíble como auténtica: veintidós de los Kurc, familia judía polaca, lograron sobrevivir a la separación de los suyos y sus respectivas desgracias tras la invasión de Polonia por los alemanes en 1939.
Dirigida por Thomas Kail (el musical ‘Hamilton’ en sus múltiples versiones), la creación de Lipez convence, sobre todo, por un rico conjunto de personajes elevado por actores de carisma. Joey King, a la que vimos como hija sometida a una madre con el síndrome de Munchausen por poderes en ‘The act’, encarna a Halina, la más pequeña de cinco hermanos, enfrentada a grandes decisiones vitales antes de que la guerra elija su camino por ella. Es el personaje principal junto a su hermano Addy (Logan Lerman, el Percy Jackson cinematográfico), aspirante a compositor en París, pero Hadas Yaron (vista en la famosa serie israelí ‘Shtisel’, también haciendo pareja con Michael Aloni) roba escenas y protagonismo como otra hermana, la embarazada Mila, decidida a salvar a su bebé por el medio que sea.
Luz en el horror
Algo peor recibida que la anterior, ‘El tatuador de Auschwitz’ (Movistar Plus+, desde el 25 de junio) es la algo previsible adaptación de la muy vendida novela de Heather Morris, relato (al parecer no especialmente preciso) de la verdadera historia de Lali y Gita Sokolov, quienes se enamoraron siendo prisioneros en Auschwitz-Birkenau, el campo de exterminio donde más de un millón de judíos y fueron asesinados durante el Holocausto.
Harvey Keitel interpreta a un Lali ya anciano, viudo desde hace poco tiempo; Melanie Lynskey encarna a la propia Morris, aspirante a escritora que le visita en su casa de Melbourne para recoger sus memorias (aquí declaradamente confusas) sobre un tiempo traumático y un romance más grande que el odio. En la serie vemos cómo el judío eslovaco Sokolov (Jonah Hauer-King) es trasladado a Auschwitz en 1942. Poco después de llegar, se convierte, no sin sentido de culpa, en uno de los encargados de grabar los números de identificación en los brazos de los prisioneros. Es así como conoce a Gita (Anna Próchniak), el perfecto negativo luminoso del volátil oficial de las SS (Stefan Baretzki, interpretado por Jonas Nay, descubierto en ‘Deutschland 83’) que no les pierde de vista.
Todavía hoy, hacer una serie de televisión supone generalmente aceptar ciertas convenciones. En ambas nuevas series, sobre todo en ‘El tatuador de Auschwitz’, se tira de clichés visuales asociados a esta clase de historia y se envuelve la tragedia humana en una música plañidera que, lejos de empeorar el impacto, lo amortigua. La (falsamente) silenciosa película ‘La zona de interés’, de Jonathan Glazer, ha marcado un demoledor e inteligente punto y aparte en la representación de esta tragedia humana.