La vigente campeona de la Eurocopa es Italia. Aunque no lo parezca. No figura en la primera línea de favoritas ni candidatas al título. Llegó a la final de la anterior edición (la de 2020, atrasada a 2021) sin haberse clasificado para el Mundial de 2018 y se ha presentado en Alemania sin participar en el de Qatar 2020. Con un seleccionador mayor y un grupo muy joven.
Luciano Spalletti tiene 65 años. Los 26 jugadores podrían ser sus hijos. No existen dudas sobre quién ostenta la autoridad y el liderazgo en Italia. Más allá de la edad. También por la personalidad del entrenador, nombrado el pasado verano tres meses después de coronarse campeón de la Serie A 22-23 con el Nápoles, el éxito más grande de su dilatada carrera.
“Cuando lleguen a mi edad tendrán que contar historias, y esto es uno de los partidos que les puede dar una historia que contar en el futuro”, reflexionó Spalletti, compartiendo el consejo que dará a sus futbolistas, con otra educación, con otras prioridades, tal que fuera el abuelo Cebolleta.
Llega tapada Italia, pero no engaña a nadie. Menos a España, rival en la semifinal de la Euro 2020 (victoria transalpina por penaltis) y en la de la Liga de Naciones 2023 (victoria roja en la prórroga). Diferencias mínimas siempre. Será el undécimo enfrentamiento desde 2008.
Pero es una nueva Italia bajo las órdenes de Spalletti, a quien se le reconoce una mayor voluntad de posesión de balón de lo que es tradición en el estilo de la azzurra. Una cierta idea de aproximarse al estilo de España, a la que reconoce como “una escuela de fútbol”. “España tiene de todo”, aseguró, refiriéndose a las virtudes no solo técnicas y tácticas, sino a la capacidad de ejercer una efectiva presión adelantada.
“Cuando lleguen a mi edad tendrán que contar historias, y esto es uno de los partidos que les puede dar una historia que contar en el futuro”
Personalidad reconocible
“Si España adquirió una personalidad reconocible es porque con el tiempo ha sido capaz de mantener esa idea futbolística, a sus jugadores se les ha pedido lo mismo y ellos han estado dispuestos a llevarlo a cabo”, explicó Spalletti, y a quien les gustaría implantar una identidad propia a Italia.
“Nos vestimos de Giorgio Armani, nos pondremos el mismo traje de siempre, pero debemos mostrar el mismo deseo y las mismas ganas que nuestro rival. Saldremos con el mejor traje, como italianos que somos, pero si nos tenemos que manchar, nos mancharemos”, fue la analogía que empleó a Spalletti para explicar que el duelo no se va a dirimir sólo en términos de posesión de balón. Por muy admirable y vistosa que sea esa concepción atractiva del juego.
“No se puede jugar con diez regateadores”, comentó en referencia a Lamine Yamal, “también es importante jugar con un futbolista al que no le regatee nadie”. Seguramente aludía a Federico Dimarco, el lateral izquierdo de Italia, un defensa con alma de extremo.
“No se puede jugar con diez regateadores; también es importante jugar con un futbolista al que no le regatee nadie”
Las emociones del juego
Spalletti entiende que es tan o más importante “saber interpretar el juego” en cada momento y tomar las mejores decisiones según las circunstancias, ya sea presionando muy arriba o esperar atrás. “España no perderá la posesión si no se la presiona muchísimo”, decía el técnico en la sala de prensa del Veltins Arena, expresando la voluntad de su equipo de llevar la iniciativa del juego a partir del dominio del balón.
El técnico italiano concibe el fútbol como “la suma de todas las fases”, y entre ellas está la psicológica. Destacó a los suyos la buena reacción que mostraron tras el error de Dimarco a los 23 segundos del Italia-Albania, aunque sabe que ante España puede ser irremediable. Y puso como ejemplo que el juego ha de discurrir con la máxima naturalidad posible, que “marcar un gol pueda ser algo sencillo”.
“Si predominan las emociones, todo se complica muchísimo más”, dijo, y suficientes emociones confluyen en una Eurocopa, en un España-Italia. El viejo Spalletti, curtido en mil experiencias, aconsejó a sus hombres que conserven el equilibrio, pero que lo den todo.