Del primer partido de cualquier torneo internacional hay que salir con el menor daño posible. Ese pareció ser el pensamiento de Polonia en su pulso ante los Países Bajos. La receta fue la canónica de los equipos que buscan sorprender, más que ser protagonistas. Cinco defensas atrás y aprovechar un despiste del rival para meterle miedo. Le salió perfecto el planteamiento al seleccionador polaco Michal Probierz. Al cuarto de hora de partido se había sacudido el arreón inicial de los de Ronald Koeman y se había encontrado con un gol de aquellos que tanto abundan en el fútbol de estos tiempos. Zielinski sacó un córner afilado que solo necesitaba de un tallo como Buksa, el sustituto del lesionado Robert Lewandowski, para que pusiera la cabeza y desviara el balón a la red (min. 16) . A dos defensas tan expertos como Dumfries, sobre todo, y Van Dijk, en menor medida, se les apuntó el borrón.
A los Países Bajos de Koeman les iba a tocar remar y eso que salieron al campo sin ánimo especulativo. Fueron a por el partido desde el primer minuto. Gakpo, el delantero del Liverpool, monopolizaba el juego ofensivo desde la banda izquierda. Su insistencia encontró el premio con un regalo inesperado. Un balón rifado por un defensa acabó en sus pies, y encontró una autopista para progresar hacia el área. Gakpo armó el disparo, poderoso pero centrado, pero encontró la colaboración de un rebote en Salamon para despistar al siempre solvente Szczesny, el portero de la Juventus.
Falta de clarividencia
El equipo de Koeman había minimizado los daños con relativa rapidez (min. 29) y el partido volvió al escenario inicial. Los neerlandeses llevaban el mando, pero se ofuscaban en los últimos 20 metros. No encontraban el camino para desmontar el entramado defensivo polaco. Así llegó el momento en que ambos dieron por bueno el 1-1 a la espera de ajustar cuentas en la segunda parte. Lo hicieron los hombres de Koeman, que salieron al campo con mayor ambición todavía que en el inicio, pero con la misma falta de clarividencia. El juego se inclinó hacia la banda de Dumfries, el poderoso lateral del Inter que ataca como una locomotora. Polonia resistía y se sentía cómoda a la espera de tener su oportunidad. Tuvo más de una ante una defensa neerlandesa que titubeó más de la cuenta, y que obligó al joven portero Verbruggen, de 21 años, a demostrar por qué lo quiere toda la Premier.
Los cambios parecieron sentarle bien a Polonia que empezó a estirarse en busca de dar el golpe, con una actitud mucho más ofensiva que la que mostró en su triste paso por el Mundial de Catar. Koeman también buscó soluciones porque Xavi Simmons pareció superado por un escenario como una Eurocopa y porque Memphis Depay apenas dejó un par de detalles y poca amenaza goleadora. Sí la encontró el exentrenador del Barça en Wout Weghorst. Lleva el 9 en su camiseta el delantero del Hoffenheim de la Bundesliga y no es por capricho. El primer balón que tocó acabó en el 1-2. Aké, el lateral del City, puso el balón dentro del área con el que sueñan los goleadores. Y Weghorst ni se lo pensó. Se protegió con su corpachón del acoso del defensa y lanzó un zurdazo imposible para Szczesny.
Era el minuto 83 y de ahí al final solo quedó tiempo para que Lewandowski se revolviera en el banquillo, angustiado por la derrota, y para que Koeman se moviera por la banda, ansioso porque llegara el pitido final y la primera victoria de Países Bajos en el grupo D. Un triunfo clave en el que probablemente sea el más complicado de la primera fase. Francia y Austria son los otros adversarios.