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Los gladiadores del cambio

Este no es un libro solo para actores porque la sinceridad y la autenticidad son la br del bienestar. Lo dice Peter Farrelly –dos Óscar por Green Book, a la mejor película y mejor guion original–, en el prólogo de Guía para la actuación del futuro de Bernard Hiller.

Un libro que contiene ejercicios de actuación, sí, pero con métodos que funcionan para entender la interpretación artística como una vía de empatía personal y profesional. Hiller es muy conocido en los escenarios, con muchos lustros de éxitos en la interpretación, pero sobre todo por sus talleres de arte dramático, entre ellos uno que hoy adquiere un símbolo especial, el que dirigió en el Centro de Paz Peres de Tel Aviv con actores palestinos e israelíes.

Bernard Hiller (Buenos Aires, 1962) es hijo de supervivientes del Holocausto, y ha vivido en Alemania y en Nueva York, donde se formó en la prestigiosa High School of Performing Arts y en el Alvin Ailey Dance Studio, para convertirse en un actor, cantante y bailarín cotizado en Broadway y Europa. Luego ha destacado como prestigioso formador de rendimiento artístico, comunicación dinámica y estrategias de éxito. Un coach’ reconocido en las artes escénicas que saltó al ámbito de la empresa y personal por su fama y notoriedad. “Me he esforzado –escribe– por vivir la vida de la forma más artística y auténtica que he podido y siempre he dado las gracias por la existencia de las artes escénicas, pues me han proporcionado una vida rica, interesantes, satisfactoria y llena de aventuras”.

Son casi cuarenta capítulos que enlazan con una sensata evolución, desde los primeros aspectos de introspección, para el necesario acto de autoconocimiento antes de explorar las mejores emociones propias, hasta los proyectos cumplidos. La actuación del futuro sorprende por ser un taller leído que va más allá de las habituales guías de autoayuda para entrar en un ensayo práctico sobre el entorno artístico que puede ayudar en cualquier otro ámbito.

Pensemos en reconocidos actores como Meryl Streep, Jodie Foster, Al Pacino, Tom Hanks, Penélope Cruz o Luis Tosar, y advirtamos de su gran versatilidad para meterse en papeles antagónicos y hacerlos muy creíbles. Detrás de esa admiración, hay un enorme oficio, con muchas horas de estudio y ensayos. Hiller sostiene que la diferencia entre un actor y un artista radica entre una actuación legendaria y una fácil de olvidar. Y para ser un artista, independientemente de la profesión, hay que explorar lo desconocido, salirse de la brújula para descubrir el verdadero yo.

Atención a lo que él denomina el factor “boquiabierto” para los actores. Mostrarse fuera de lo común en cinco pasos: una actuación donde se vea más al personaje; esfuerzo en una creatividad única; ser espontáneo e imperfecto; un compromiso perenne con el oficio; y la mejor formación posible sin hablar nunca de tiempo o dinero: “siempre estás por encima de tus problemas”.

Los ejercicios transformadores propuestos por Hiller empiezan nada más despertar. Hay que ponerse delante de un espejo a cuerpo completo, respirar hondo, desconectar la mente y decir en voz baja: “Me siento…”. Acto seguido, y tras un breve descanso, seguir con un: “Me enfada…”, donde recomienda unos ocho minutos de desintoxicación para luego continuar con un: “Me entristece…”. Tras un par de minutos en silencio, después de sacar todo lo negativo, hay que saltar a la alegría con un: “Voy a dar mi talento, mis pasiones, mi amor, mi energía, mi corazón, mi creatividad”. Por último, “date golpes en el pecho, extiende la mano y grita a pleno pulmón Me llamo ______ y aquí estoy, ¡al natural!. Repítelo tres veces, cada vez con más energía y fuerza. Convéncete de lo maravilloso que es ser tú, salta tres veces muy alto y di: Os guste más o menos, ¡así soy yo!”.

El libro está trufado de aforismos positivos, así que además de un manual formativo imprescindible para el sector escénico, su lectura resulta muy terapéutica. Uno de los que resume la propuesta de Bernard Hiller es este: “Creo que los artistas pueden cambiar el mundo con su arte, su talento y su voz. Para mí, son los gladiadores de la vida: los artistas siempre han sido el motor del cambio del mundo”.



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