Mover la pierna (o botarla, mejor dicho) de forma nerviosa y constante se ha convertido es un comportamiento cada vez más extendido y, a su vez, normalizado. Pero… ¿A qué se debe?
Es una pregunta que no muchos de los afectados saben responder. Sin embargo, tanto la psicóloga Elena I. Daprá, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COPM) como Ana Isabel Abad, psicóloga en Capital Psicólogos, saben muy bien cuál es la causa fundamental: la ansiedad.
Si nos fijamos, ya sea en la terraza de un bar, en la clase de un instituto o, incluso, en nuestro puesto de trabajo, podremos observar cómo hay una o varias personas que tienen este comportamiento. Pero no solo ocurre con la pierna, hay personas que les da por mover las manos o los pies de forma constante.
Y la respuesta de la psicóloga Abad no deja de resultar sorprendente:
- “Si tú eres de los que tiene ese tipo de movimientos nerviosos pero conscientes… ¡Enhorabuena! Es una señal del cuerpo que indica que tienes ansiedad.
- Y digo enhorabuena por qué también podríamos haber tenido otros síntomas más desagradables que nos lo indicasen”.
Un alivio, pero a corto plazo
Entre muchos de los síntomas que presenta la ansiedad podemos encontrar:
- Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
- Aumento del ritmo cardíaco.
- Respiración acelerada (hiperventilación).
- Sudoración.
- Temblores.
- Sensación de debilidad o cansancio.
- Tensión. Lo que provoca que nos llenemos de contracturas.
Pero la sensación de nerviosismo, o agitación, también es uno de ellos. Y como acabamos de ver no es de los más graves. Porque se limita a traducirse en un movimiento “automático” y constante de las extremidades con el objetivo, indican las expertas, de tranquilizarnos.
Claro que en la parte negativa encontramos que ese efecto funciona, pero solo en el momento en que se está produciendo.
- “Solo alivia a corto plazo, pero a largo plazo no funciona. Es una señal que nos indica que algo no va bien y que necesita tratarse. Pero mover el pie o la pierna no es una solución“, detalla Abad.
Es la “pescadilla que se muerde la cola”
De hecho, este movimiento constante puede llegar a convertirse en un motivo para ponernos aún más nerviosos.
Porque es muy habitual que nos ponga más nerviosos el hecho de ver que quienes nos rodean perciben este comportamiento. Y la consecuencia es que eso provoca que todavía se incremente más nuestro movimiento.
Como señala la psicóloga Daprá:
- “Es la pescadilla que se muerde la cola. Y no para ahí. Porque también acaba poniendo nervioso al resto ver a una persona tan agitada. Y al final se trata de un movimiento que incomoda tanto al que lo sufre como al que está con él”,
El movimiento “automático” y constante de las extremidades tiene el objetivo de tranquilizarnos ante situaciones que nos provocan nerviosismo.
¿Cuándo se convierte en un tic?
Esta situación se extrapola, también, a otros comportamientos nerviosos como:
- Morderse las uñas.
- Tocarse el pelo.
- Morder el tapón de un bolígrafo.
Y aunque puedan parecer ‘tics‘, las expertas especifican que solo lo serían si comenzasen a ser habituales e incontrolables.
En ese caso insisten en la necesidad de acudir cuanto antes a un experto, para que no vayan a más o incluso para cerciorarse de que no se trata del síndrome de las piernas inquietas.
¿Estrés o ansiedad?
Podríamos pensar que estos movimientos incontrolables son fruto de un simple momento de estrés, pero hay detalles que diferencian con claridad el origen de estos movimientos.
¿Cuándo es estrés?
La psicóloga Abad indica que el estrés, tiene un origen claro e identificable, y que se desencadena por factores externos.
Durante los momentos de estrés predomina la preocupación que genera dicho estímulo y que, además, puede desembocar en:
- Irritabilidad.
- Tristeza.
- Frustración.
Todo ello se da porque no tenemos los recursos suficientes con los que superar esa circunstancia como nos gustaría.
Asimismo, el estrés desaparece cuando también lo hace el estímulo que lo estaba provocando.
¿Cuándo es ansiedad?
En cuanto a la ansiedad, la persona que la experimenta siente miedo o amenaza ante algo que pueda suceder, sea real o imaginario. Hace una anticipación de la situación y lo hace con pensamientos irracionales o catastróficos.
Su origen es más interno, y está relacionado con la parcela cognitiva (procesos mentales que nos permiten recibir, procesar y elaborar la información).
Claro que a veces puede ocurrir que situaciones de estrés acaben convirtiéndose en ansiedad.
Por ejemplo, cuando la situación tiende a prolongarse en el tiempo y la remisión depende de la reconstrucción de la realidad que haga el sujeto, es ansiedad.
Sin embargo, cuando nos piden un trabajo que todavía no habíamos terminado encontramos que el estrés sube. Y desaparece una vez se ha entregado.
Pero siguiendo el mismo ejemplo, la ansiedad es lo que sentimos cuando nos quedamos pensando en qué dirán de ese trabajo, de si será motivo de una bronca o, incluso, de un despido por no haberlo entregado cuando nos lo habían pedido.
El movimiento nervioso de las extremidades se convierte en un ‘tic’ cuando son habituales e incontrolables.
¿Cómo evitarlo?
Más que preocuparnos por pararlo, explica Abad, se trata de prestar atención a lo que nos quiere decir este comportamiento.
“Se trata de afrontar la situación que te está generando ese nerviosismo”.
De igual forma opina Daprá, quien apunta a que el mejor tratamiento para estos casos de ansiedad es la terapia Cognitivo-Conductual.
- Es decir, una terapia psicológica en la que el psicoterapeuta nos ayuda a tomar más conciencia de nuestros pensamientos negativos. Así, se pretende que seamos más resolutivos en situaciones exigentes.
Ansiedad, fruto de la inmediatez
La sociedad ha evolucionado hacia la inmediatez. En la actualidad, tenemos un estilo de vida marcado por las prisas, por el quererlo todo “para ayer” y eso nos provoca ansiedad.
Según cifras del Ministerio de Sanidad, este trastorno supone el problema de salud mental más frecuente en España.
En concreto, son más de 3 millones de españoles (6,7%) los que están diagnosticados con este trastorno. Y son más, según los expertos, puesto que esta cifra solo atañe a los casos diagnosticados.