-¿Cómo afronta esta segunda tanda de la gira tras los 55 conciertos que ofreció el año pasado?
-Pensando en esos seguidores que repiten y también por mi propia salud mental, intentamos siempre darle una vuelta de tuerca al espectáculo y modificar algo el repertorio. Por ejemplo, hemos incluido canciones que llevábamos años sin tocar.
-Ha asegurado que este es uno de sus discos más personales.
-Bueno, yo siempre le doy muchas vueltas a las cosas. Pero en este disco, al haber trabajado plenamente como compositora, hay un reflejo más íntimo que en otros álbumes en los que he colaborado con más músicos. Todos los pensamientos y sentimientos que están en este disco tienen mucho que ver con mi yo más profundo.
-¿Que el disco se compusiera durante la pandemia influyó a la hora de crear las canciones?
-No sé. A mí la pandemia lo que me permitió fue escribir y trabajar más. Puede hacer más composiciones y más letras.
-También tuvo tiempo para impulsar esa iniciativa solidaria en la que habló por teléfono con unas 2.000 personas.
-Sí, fue una gran experiencia y me llevé una lección de vida con cada conversación. En lugar de lanzar videos cantando, decidí hacer esas llamadas porque me parecía que la situación era lo bastante grave como para que fuera suficiente el mero entretenimiento que puede darte una canción. Pensé que lo que podía ofrecer como cantante era bastante menos intersante que lo que podía aportar como persona y oyente. De todo eso podría haber salido un álbum muy intenso y con ciertas dosis dramáticas. Pero yo siempre he sabido ver el vaso medio lleno. Por eso los temas de este disco no son tristes. Sí, fue un periodo duro el de la pandemia, pero estas canciones no tienen un reflejo dramático de lo que vivimos. Apuestan más por la solidaridad, la esperanza y la superación como puede comprobarse en temas como ‘Hola, qué tal’ o ‘Dame tu mano’.
-El título es toda una declaración de intenciones. ¿Se ha abierto más que nunca en este disco?
-En la música soy muy impúdica, al contrario que en mi vida cotidiana. Me ocurre lo mismo con la timidez. Mi objetivo siempre es compartir aquello que me motiva o me preocupa, y lo hago de la manera más sincera, abierta y entregada que puedo. Nunca me guardo nada para una próxima canción.
-¿Y cómo vive esa aparente contradicción? ¿Ponerse el traje de cantante ya es suficiente para romper esa timidez?
-Bueno, esa es una incongruencia que compartimos muchos artistas. Pero es como una transformación que surge de lo más profundo de tu ser. Poner el pie en un escenario es como una terapia se podría decir… Eso, unido a la excitación que conlleva cualquier actuación en directo, hace que te transformes de alguna manera en otra persona.
-Lleva más de 40 años de trayectoria. ¿Hay algún secreto para aguantar tanto en la brecha?
-El esfuerzo es crucial y hay que aprender mucho de los que vinieron antes y también de los jóvenes. Pero la clave es sentir una pasión desmedida por la música. Es mi profesión, pero también mi adoración y mi vocación. Si no hubiera nadie que me quisiera escuchar yo seguiría haciendo música. Cuando me pongo a escribir, ni me planteo si eso va a ser una canción, lo escribo porque necesito verlo reflejado.
-¿Por eso empezó a hacer sus propias composiciones?
-Sí, fue una vocación muy temprana que no me ha abandonado, una especie de pálpito que sientes. Primero surgió esa necesidad de expresarlo y luego de compartirlo con los demás a través de las canciones, que son mi vehículo de comunicación. Después, por supuesto, el reto es que todo eso llegue a la gente, aunque no siempre ocurre.
-En ese sentido, ¿qué le diría a su yo de hace 40 años? ¿Le daría algún consejo?
-No creo, no me ha ido mal como para tener que echar la vista atrás y decirle cuatro cosas a la cara (ríe).
-No solo ha triunfado en España. Francia también se ha rendido a su talento y, de hecho, el año pasado recibió la máxima distinción artística que concede el país vecino.
-Solo puedo estar agradecida al público francés. Ahora acabo de grabar en el Palacio de Versalles, en directo y con una orquesta sinfónica, un programa de televisión que se emitirá allí en Navidad y en el que participan varios artistas.
-¿En algún momento de sus inicios tuvo la sensación de luchar en un mundo de hombres?
-Bueno, era el ambiente y lo que había en esa época. Una ya sabía que debía protegerse de diferentes personas y situaciones y luego ser muy cabezona si tenías claro que querías apostar por la música.
-¿Quiere seguir apostando por ella? ¿Se ve muchos más años sobre los escenarios?
-No tengo ni idea. Lo que sé es que cuando ya no tenga ganas no me subiré. Es una exigencia física y emocional enorme, pero nunca me he planteado mucho el futuro. Vivo mucho al día y no tengo tendencia de mirar atrás salvo para tomar impulso. Eso sí, tengo muy claro que dejar los conciertos no significará dejar la música. Yo seguiré componiendo y escribiendo, descubriéndome a través de la música. La verdad es que no me interesa saber qué será de mí en un futuro.
-¿Divisa ya un próximo disco o aún queda mucho para eso?
-No creo. Me ha costado mucho esfuerzo y casi cinco años hacer ‘Las ventanas de mi alma’. De vez en cuando grabo cosas, pero no me veo con un álbum nuevo de aquí a uno o dos años. Lo que no descarto es hacer revisiones de canciones que me han interesado a lo largo de mi vida, pero aún no lo sé seguro.
El cartel del festival
El pistoletazo de salida de la quinta edición del festival El Bosque Sonoro se dará este viernes con la actuación del grupo madrileño Tulsa a las nueve de la noche. Una hora y cuarto después le tocará el turno a Luz Casal (22.15), mientras que el asturiano Rodrigo Cuevas comenzará su concierto a las 00.15 horas. El sábado pasarán por el escenario de la localidad zaragozana de Mozota El Kanka y Depedro. Y el fin de semana terminará con el colofón final: Amaral dará en Mozota su único concierto en Aragón este 2024, y lo hará ante un público reducido de 2.000 personas en un concierto íntimo para el recuerdo.
Esta quinta edición será la última oportunidad de disfrutar de El Bosque Sonoro en Mozota, ya que el festival se va a redimensionar trasladando el proyecto cultural a otras ubicaciones en las que se está trabajando. Así, todo parece indicar que los conciertos grandes llegarán a su fin, al menos de momento.