Se acerca el verano y, como en cualquier época del año, la enfermedad boca-mano-pie se convierte en una consulta habitual para los pediatras.
- Se trata de una infección viral leve y contagiosa bastante frecuente entre los más pequeños (entre 1 y 3 años) que puede aparecer en cualquier momento del año.
- Su principal síntoma es la aparición de unas ampollas en la boca, las palmas de las manos y los pies, de ahí su nombre.
- Y los responsables de estas vesículas tan características son los enterovirus.
Recientemente la Unidad de Enterovirus del Centro Nacional de Microbiología (CNM) del Instituto de Salud Carlos III, ha realizado un estudio sobre este virus, publicado en la revista Viruses, concluyendo que la notificación de casos de esta enfermedad o de vesículas relacionadas con la infección ha aumentado en España en los últimos años.
¿La causa? Pues probablemente el aumento de la circulación de uno de los serotipos de enterovirus, en concreto el coxsackievirus CVA6, que hasta 2010 no se había detectado en nuestro país.
- ¡Pero tranquilidad! Los microbiólogos aclaran que “el aumento de casos no es preocupante y su gravedad no parece ser mayor”.
En cualquier caso, los investigadores recomiendan mejorar la vigilancia de los enterovirus en las manifestaciones mucocutáneas, con el objetivo de facilitar la identificación de nuevos tipos o variantes de los enterovirus que puedan relacionarse con brotes y patologías más graves.
¿Se contagia? ¿Cuáles son sus síntomas?
Esta enfermedad típicamente infantil y leve, insistimos.
Se transmite con facilidad, mediante el contacto directo:
- Por vía fecal-oral (heces)
- Y aérea (secreciones de nariz, boca o gotitas que se lanzan al toser).
Los pediatras de la Asociación Española de Pediatría (AEP) explican que:
- El virus permanece en las heces y sobre todo o en las vías respiratorias varias semanas después de padecer la enfermedad”.
- Puede sobrevivir mucho tiempo en los objetos manipulados y usados con los niños, como pañuelos, mesas, sábanas, toallas… lo que hace muy sencilla la transmisión.
- Es más, los niños pueden diseminar el virus sin ni siquiera tener síntomas de haber tenido la enfermedad del boca-mano-pie.
Una vez que el niño está infectado, el periodo de incubación es de 3 a 6 días. Y los síntomas de que el enterovirus les ha infectado son:
- Unos días de fiebre moderada y malestar.
- Cuando la fiebre cesa aparece la erupción cutánea (exantema) típica de este virus: ampollas en la boca (paladar, encías o lengua), en las palmas de las manos y de los pies, y en la zona del pañal.
- Estas vesículas no pican y estarán curadas entre 5 y 10 días después de su aparición.
No hay tratamiento y se puede pasar más de una vez
Lo único que les queda a los padres cuando los más pequeños tienen la enfermedad boca-mano-pie son los analgésicos y la paciencia. Porque esta patología no tiene un tratamiento específico que no sea lo habitual para reducir la fiebre y el malestar.
Además, tal y como explican desde la Asociación Española de Pediatría, el haber pasado la enfermedad no inmuniza.
La gran cantidad de fenotipos del enterovirus puede hacer que nuestro hijo vuelva a contraer la enfermedad.
Así que lo mejor es tratar de prevenir el contagio. ¿Cómo? Pues lavándose las manos de forma habitual, en especial después de cambiar los pañales, y desinfectando las superficies que pudieran estar contaminadas (el cambiador, las sábanas, las mantitas del coche…).
Y poco más, porque a día de hoy no se ha desarrollado ninguna vacuna que actúe contra los enterovirus.
¿Puedo mandar al niño al cole o la guardería?
Si algo ha conseguido la pandemia es que cualquier pequeño síntoma que presente el niño sea motivo suficiente para dejarlo en casa. Esto, probablemente, ha evitado muchas infecciones propias de la infancia.
Pero los pediatras de la AEP explican que en el caso de la enfermedad boca-mano-pie el dejarlos en casa no siempre evita los contagios. ¿Por qué? Pues porque con mucha frecuencia esta infección no produce síntomas. Además, la transmisión del virus se produce antes de que este comience a dar la cara.
Así que no llevarlos al colegio o a la guardería cuando aparecen las ampollitas, no garantiza en ningún caso que evitaremos la transmisión del virus al resto de compañeros. Si el niño se encuentra bien, no tiene fiebre, y las vesículas no le producen demasiados problemas, los pediatras creen que puede acudir a clase sin problema.