Son unas Finales de la NBA en la que los Boston Celtics pueden conquistar su 18º anillo, el que les dejaría solos en la cima como franquicia más ganadora de la historia. Unas en las que puede ser campeón por primera vez Jayson Tatum, prototipo de héroe deportista de los que tanto gustan en Norteamérica. O en las que Kyrie Irving, el villano de la película, podría cerrar el arco de una redención que ha iniciado con los Mavericks. Tantas narrativas en juego y, sin embargo, todos los focos, sin excepción, apuntan hacia el mismo.
Luka Doncic, ese blanquito esloveno a simple vista algo rechoncho que lleva seis años, desde que llegó a Dallas, enamorando a Estados Unidos, y por extensión al mundo entero, con su forma de jugar al baloncesto. Un talento superlativo que a sus 25 años afronta sus primeras Finales de la NBA. Esas que le pueden confirmar, si es que alguien aún tiene dudas, como el jugador de baloncesto más importante del mundo. Una etiqueta, la de ser el mejor, con la que lleva conviviendo sin que le haya lastrado desde que era un niño y llegó a España en 2012 para hacer una prueba con el infantil del Real Madrid que, por supuesto, superó.
“Habíamos visto algún vídeo de él, y la primera vez que lo veo es un entrenamiento individual que hacemos con él y en el que estaban los responsables de la cantera. Y fue muy fácil ver que era mucho mejor que el mejor, siempre lo fue, enseguida nos dimos cuenta de que teníamos delante un jugador muy muy especial. Porque además, era una generación, la del 99, que estaba muy bien“, recuerda José Luis Pichel, su primer técnico cuando llegó al Real Madrid con 13 años, que lo entrenó dos años, siendo infantil y cadete. Solo tres después, con 16, ya había debutado con el primer equipo y con 19, tras ganarlo todo de blanco, dio el salto a la mejor liga del mundo.
En ella se convirtió en un capo desde el primer minuto. A golpe de récord desde su desembarco en Estados Unidos, en verano de 2025 firmará el contrato más lucrativo de la historia de la NBA (346 millones de dólares y cinco temporadas). Dinero que justifican sus números, y su ascendencia en el juego. 34 puntos, 9,2 rebotes y 9,8 asistencias de media en liga regular, casi un triple doble por noche. Un jugador total que ha llevado su impacto aún más allá en estos playoff, donde es el único jugador con más de 450 puntos anotados, con más de 150 rebotes, con más de 150 asistencias y con al menos 50 triples anotados.
Doncic, “un tipo duro” desde niño
Nadie está a su altura. Por algo es el máximo anotador, máximo reboteador y máximo asistente. Pero también el que más tiros ha anotado, y el que más triples, y el que más tiros libres ha encestado. Y por si fuera poco, el que más balones ha robado. Hasta siete clasificaciones lidera Doncic en lo que va de playoff, algo que nadie había hecho antes llegando a las Finales.
“Tiene una calidad innata desde niño, sabe todo lo que sucede en la pista, es capaz de verlo todo y de entenderlo. Muchas veces, como entrenadores sentíamos con él que lo único que teníamos que hacer era no molestar y aplaudir, porque estábamos ante exhibiciones de un talento muy puro”, recuerda Pichel, en un discurso que guarda similitud con otro que dio su entrenador actual, Jason Kidd. Tras el segundo partido de la final de conferencia ante Minnesota, que Doncic decidió con un triple sobre la bocina, reconocía que en ese momento se había limitado a decirle que fluyera, sin preparar “ninguna jugada especial” porque “todos saben que la bola va al 77 y que va a lanzar, y no hay nada que ellos puedan hacer al respecto”.
“Le encanta ese escenario. No huye de eso. Cuando miras el nivel de comprensión que tiene Luka del juego, del tiempo y del marcador, de quién está en la cancha, es el primero de la clase”, incidía Kidd, que destacaba su fuerte carácter, el mismo que mostró desde el primer momento en el que llegó a España y con la que se sobrepuso a las trabas del idioma y de recalar en un país que no era el suyo siendo un preadolescente.
“Él era tímido, pero con una personalidad fortísima, la misma que tiene ahora. Ya era muy generoso jugando y fuera de la pista, y con 13 años ya era un líder y se hacía cargo del estado anímico del resto, de que todo el mundo estuviera bien. Y no lo hacía de una forma consciente, era algo natural”, rememora el técnico que guio sus pasos en sus primeros partidos en Madrid y con el que conquistó la primera Minicopa para la sección de baloncesto del club.
Boston, favorito frente a la magia de Luka e Irving
Un liderazgo que ha asumido en Dallas, en un equipo en el que cuenta con un segundo espada de lujo, toda una megaestrella como Kyrie Irving (son la segunda pareja base-escolta desde 1970-71 que llega a las Finales de la NBA con un promedio combinado de más de 50 puntos por partido en la postemporada), y una guardia pretoriana (Lively, PJ Washington, Jones Jr, Gafford) que trabaja a su servicio, jamás renuncia al trabajo duro y sabe perfectamente a que se limitan sus funciones en el ecosistema Doncic.
Defensa, músculo, rebote, tiradores, pívots con muelles para acabar con alley-oops los pick and roll del esloveno, otra superestrella que aparece en sus momentos de zozobra… En torno a todo ello ha construído Kidd el entorno perfecto para explotar al máximo en lo colectivo el talento individual del Doncic, rookie del año en su debut en 2018 y miembro del mejor quinteto de la temporada en las otras cinco temporadas que lleva en la liga, en la que siempre se ha medido con jugadores con mayor capacidad física que él.
“Todo el mundo del baloncesto lo conocía desde que era un crío. Creció recibiendo mucha atención de sus rivales, defensas muy físicas y contactos, y desde pequeño se ha habituado a lidiar y manejar esa frustración de que haya veces que los árbitros lo permitan. Siempre ha sido un tipo duro, que ha jugado con gente mayor que él, y ahora lo está demostrando en una liga tan física. Porque su carácter y su entendimiento del juego van por delante de todo, incluso del video”, recuerda Pichel.
De todas esas virtudes, e incluso alguna más que pueda sacarse de la chistera, necesitarán tirar los Mavericks para hacer frente a unos Boston Celtics que llegan a la serie final (madrugada del jueves a las 2.30 horas; Movistar+) con el cartel de favoritos tras un año en el que han barrido a casi cualquier equipo en la liga regular (64 victorias y solo 18 derrotas) y en su camino hacia la final en los playoff. Aunque ninguno de los que se cruzaron hasta ahora contaban con un mago como Doncic, un factor que puede marcar la diferencia y desarbolar cualquier sistema por sí solo, como ya ha demostrado en multitud de ocasiones. Ahora, solo le falta repetirlo en el mejor de los escenarios, sus primeras finales.
Mayor promedio de puntos en la historia de los Playoffs
- Michael Jordan 33,4 (179 partidos)
- Luka Doncic 31,1 (45 partidos)
- Allen Iverson 29,1 (71 partidos)
- Kevin Durant 29,3 (170 partidos)
- Jerry West 29,1 (153 partidos)
- LeBron James 28,4 (287 partidos)
- Donovan Mitchell 28,1 (54 partidos)
- Devin Booker 28 (47 partidos)
- Anthony Edwards 27,8 (27 partidos)
- Nikola Jokic 27,7 (80 partidos)