En Tierra de Pinares, a 50 kilómetros al noroeste de la capital de provincia y a 60 de Valladolid, está Coca, un pueblo que hoy no llega a 2.000 habitantes pero que, por sus monumentos y por la importancia de su entorno natural, es una parada fundamental para los aficionados a la historia o, más sencillamente, para los que buscan una escapada interesante de fin de semana.
Cauca (luego Coca) fue, antes de la época romana, una de las ciudades más prósperas del valle del Duero, una ciudad-estado dirigida por una aristocracia guerrera que halló allí, entre los profundos tajos de los ríos Eresma y Voltoya, un buen lugar para defenderse. Hasta que Roma doblegó su resistencia en el año 151 a.C., cuando tenía unos 20.000 habitantes.
En el siglo II ya gozaba del privilegio de ser municipium romano. Y en los siglos IV y V se instaló entre sus muros una rica aristocracia romana que llegó a regir los destinos del imperio en su tramo final. En ese entorno nació Teodosio el Grande (en el 347), según la Real Academia de la Historia y según se defiende en estas tierras, aunque otra teoría dice que vino al mundo en Sevilla, como Trajano y Adriano. Esta segunda versión se refleja, por ejemplo, en los estudios de la arqueóloga Alicia M. Canto, fallecida el pasado 4 de marzo.
De Coca muchos conocen la estampa de su castillo, considerado una de las más hermosas muestras del arte gótico-mudéjar español, del siglo XV. Situado en el extremo occidental del casco urbano, aprovecha como defensa natural uno de los meandros que traza el poco conocido río Voltoya, que serpentea entre las provincias de Ávila y Segovia. Desde 1958 el castillo es la sede de la Escuela de Capacitación forestal.
El arzobispo Alonso de Fonseca lo mandó construir en 1453, y fue famoso por los fastuosos banquetes que se daban en su interior. Fonseca apoyó los derechos al trono de Isabel la Católica frente a la Beltraneja, supuesta hija bastarda de don Beltrán. Como se sabe triunfó Isabel y por eso Coca es el mejor conservado de todos los castillos segovianos. Como casi todos sirvió de prisión y aquí estuvo encarcelado Alonso de Guzmán tras su fallido intento de proclamarse rey de Andalucía a mediados del siglo XVI. En 1808 ocuparon el pueblo las tropas de Napoleón, que arrasaron con todo a su paso.
Las visitas guiadas duran una hora y cuestan 2,50 por persona (información: 617 57 35 54), y quien se anime debe saber que la subida a esa incluye una subida de ochenta peldaños a Torre del Homenaje, con la recompensa de ver la fortaleza desde arriba, la muralla y el telón de fondo de los cercanos pinares. El mirador está a una altura de 40 metros desde el lecho del foso, y 25 metros desde el Patio de Armas.
De la potente muralla que llegó a circundar gran parte de la villa hoy día solo quedan en pie unos 200 metros de longitud con tres torres, parapeto almenado y el Arco de la villa, una de las tres puertas de entradas que existieron en otro tiempo.
La iglesia de Coca (de 1520, asentada sobre los cimientos de una iglesia románica del siglo XII) cumplió no hace mucho quinientos años. Es la única de las siete que hubo en Coca en otros tiempos que se conserva completa. Está construida en ladrillo para los muros y parte de la torre, mientras que los contrafuertes, las columnas interiores, los nervios de la bóveda y las ventanas son de caliza. De la iglesia de San Nicolás solo queda en pie la torre mudéjar, construida en el siglo XII (el primer documento que habla de este lugar es de 1247) a imitación de un minarete islámico.
A dos kilómetros de Coca está el Museo Nacional Forestal Cerebosma. En sus instalaciones se pueden ver varias especies forestales, vehículos, maquinaria dedicada al cuidado forestal y uniformes de los diferentes cuerpos que desde hace décadas han sido creados para el cuidado de los bosques. El contenido principal del museo es la resina, clave en la economía de esta localidad situada en Tierra de Pinares. Y es que una ruta por los pinares es un aperitivo esencial para conocer este pueblo y su historia.
Y una curiosidad más. En 1903 nació en la villa Cándido López Sanz, Cándido, el gran nombre durante muchos años de la gastronomía segoviana en la que alcanzó el grado de Mesonero Mayor de Castilla. En Coca, el cochinillo se puede degustar en el restaurante La Muralla.
A menos de media hora de Coca está Cuéllar, una referencia imprescindible del mudéjar.