– Si tuvieses la oportunidad de hacerle una única pregunta a Taylor Swift, ¿cuál sería?-.
– Le preguntaría si sabe que es Taylor Swift, si es consciente de lo que ayuda a la gente- responde Carmen (18 años, Madrid).
Es una de las swifties que ya hacen cola en los alrededores del estadio Santiago Bernabéu para asistir el primero de los dos conciertos que va a dar la artista estadounidense en Madrid, que tendrán lugar este miércoles y jueves. Son las cuatro de la tarde del martes, el calor aprieta en la calle, con temperaturas que rondan la treintena de grados, y todavía hay pocas personas en la zona.
– También le preguntaría que si ella tiene su propia Taylor Swift- añade la joven.
Junto a Carmen hay otro pequeño grupo de chicas asentadas en uno de los seis puntos que la organización del espectáculo ha habilitado en el Paseo de la Castellana, entre la plaza de Pablo Ruiz Picasso y Cuzco. Cada uno de ellos corresponde a uno de los accesos al estadio y tiene su propio grupito de fans que espera con ansia y expectación la llegada del gran momento. Tienen sillas de plástico, colchonetas, mantas térmicas de emergencia a modo de manta de picnic, comida, agua y refrescos, cartas del UNO, juegos de mesa, alguna tablet, bolsas con merchandising de Taylor recién comprado… Y, por supuesto, pulseras de la amistad.
Tienen cientos de ellas por doquier, junto con pegatinas, estampitas y otros objetos dedicados a la artista más escuchada y venerada del planeta. Carmen ha pasado casi un año, desde que compró su entrada, haciéndolas: “Por las noches, cuando terminaba de estudiar, “en vez de ver la tele, me ponía a hacer pulseras”, cuenta esta joven estudiante de Biología, que en este tiempo ha llegado a confeccionar “como unos 150, más o menos” de estos brazaletes hechos con cuentas y letras con canciones y mensajes de Taylor Swift.
– ¿Cuál es la inspiración para el diseño?-.
– Que lo sientas, que duela o te mueva por dentro”- contesta Andrea (30, Bilbao).
También han traído con ellas todo el material necesario para seguir haciendo más pulseras mientras se refugian del sol, charlan entre ellas, se conocen y pasan juntas las horas que va descontando el reloj. “Venimos aquí para estar lo más cerca posible, pero, sobre todo, para que la experiencia sea más chula”, explica Laia (22, Teruel), otra de las jóvenes acampadas. “Al final todas estamos aquí por lo misma razón”, añade su amiga Carmen (21, Málaga): a lo que Laia agrega que, “si estuviese en mi casa, estaría todo el rato preguntándome qué está pasando”
El sentimiento de pertenencia, el deseo de hacer comunidad y formar parte de algo tan grande como es el fenómeno de la cantante estadounidense y su gira ‘The Eras Tour’- todo ello aderezado con un toque de FOMO- impulsan a este y el resto de grupos a reunirse con antelación para esperar a la reina indiscutible del panorama musical. La mayoría de las presentes no se conocían entre sí previamente, pero no importa. A todas les une el amor incondicional por una artista que sienten a la vez como una persona cercana, casi una conocida o una amiga, y como un fenómeno trascendental que traspasa fronteras y une a personas.
“Es muy difícil de explicar”, apunta la Carmen malagueña, aunque lo intenta. Sienten que han crecido y evolucionado junto a la cantante, que las letras que compone reflejan también momentos de sus propias vidas, sus experiencias, vivencias y emociones. “Son muchos factores”, expone esta joven, “pero es como que tienes la sensación de que cualquier cosa que te pase o que te vaya a pasar ya lo ha vivido ella y ha hecho una canción sobre eso”.
– Yo le preguntaría si es feliz – replica Sofía (25 años, Madrid).
“Es que a veces los fans le exigimos demasiado”, cuenta esta otra joven. “No ha terminado de sacar un álbum y ya queremos el siguiente”, puntualiza Sofía, que confiesa que, por encima de todo, quiere que la cantante “sea feliz”.
– Y yo que si compensa el sacrificio que hace por los fans- añade Judith (27, Logroño).
Algunas de las presentes llevan ahí desde esta mañana, otras desde la noche anterior y, las menos, desde el fin de semana. La mayoría va a pasar allí la noche, aunque lo “gordo”, anticipan, empezará a primera hora del miércoles. Según cuentan, lo más probable es que la gente empiece a acudir desde las 5 o 6 de la mañana y que en pocas horas la zona se llene a rebosar. Para intentar controlar la situación, el staff de la organización les ha indicado que se pinten con un rotulador en el reverso de las manos el número del orden de llegada a las colas.
– A mí me encantaría saber en qué momento se dio cuenta de que estaba creando un movimiento tan grande- reflexiona Mai (30 años, Madrid).