11 álbumes de estudio. 17 recopilatorios. 53 sencillos. 43 videoclips. Y sólo 34 años para desarrollar un emporio musical único en el mundo. Las cifras que Taylor Swift maneja son apabullantes. Sin embargo, más allá de los datos, la cantautora ha forjado una discografía de alto vuelo que la ha convertido en un fenómeno musical y social sin precedentes. El country que abanderó en 2006 con un atractivo debut ha ido evolucionado hacia géneros tan dispares como el folk, el pop, la electrónica y el rock que la terminaron de coronar en la industria. Este miércoles, regresa a Madrid por segunda vez tras tocar en el Palacio de los Deportes en 2011. Durante tres horas, el Santiago Bernabéu será testigo de la ristra de éxitos que la artista ha alumbrado en este tiempo: Cruel Summer, Love Story, Cardigan, Blank Space, Anti-Hero…
Ahora bien, aunque no sonarán en The Eras Tour, en cada uno de sus álbumes se esconden joyas que han pasado desapercibidas. No por su calidad, sino porque es imposible digerir semejante volumen de temas. A continuación, seleccionamos aquellos que merecieron una vida mejor. Aunque, bueno, quizá su gran triunfo es haberse convertido en pequeños tesoros.
‘The Outside’ (‘Taylor Swift’, 2006)
Desde bien pronto, Taylor dejó claro que lo suyo era una cuestión personal: canta por necesidad. Y este tema, en un entonces inadvertido debut, lo corrobora: “Era una marginada en la escuela… no encajaba. Estaba acostumbrada a componer sobre relaciones que nunca vivía. Me limitaba a ver a los demás. En esta ocasión, decidí escribir de aquello que observaba cada día. Lo hice de la tristeza. La música siempre ha sido una válvula de escape”, explicó a Entertainment Weekly. 18 años después lo sigue siendo.
‘Hey Stephen’ (‘Fearless’, 2008)
No hay nadie como Taylor para escribir sobre el amor. Si existiese una Biblia para enamorados, cualquiera de sus álbumes podría optar a tal honor. De Fearless, el segundo, Hey Stephen es el corte perfecto para quienes no se atreven a revelar sus sentimientos… tal vez, por miedo a descubrir la peor respuesta posible. Ñoñadas aparte, estamos ante uno de los ejercicios musicales más honestos de su carrera. Posiblemente, no el más maduro. Pero vale igual… la edad es lo de menos cuando se trata de imaginar el futuro con alguien.
‘Haunted’ (‘Speak Now’, 2010)
Hagan la prueba: pongan esta canción a El diario de Noa, Querido John, Crepúsculo o cualquier otra película de base romántica. Es curioso lo bien que encaja como banda sonora. Las cuerdas de Haunted son dignas de los mayores dramas amorosos del cine. Ay, si Rose y Jack se hubiesen despedido a ritmo de Taylor sobre aquel maldito iceberg… “Hablo del instante en que te das cuenta de que la persona que te ciega está desapareciendo y no sabes qué hacer”, contó la artista en su web. ¿Lo mejor? Añadir más lágrimas al fuego. Como ella.
‘Holy Ground’ (‘Red’, 2012)
Si quiere llorar por, otra vez, sí, y quedan más, un amor pasado que parecía perfecto y no pudo ser, esta vez, póngase Holy Ground. Que no le despiste su eco festivo, aquí la letra irá escociéndole p-o-c-o-a-p-o-c-o. En un disco redondo, con We Are Never Ever Getting Back Together y All Too Well como estandartes supremos, pasó sin pena ni gloria pese a tener una las mejores letras de la carrera de Taylor. Denle una oportunidad en acústico, su belleza se multiplica… tanto como el dolor. Sólo apto para valientes.
‘Welcome To New York’ (‘1989’, 2014)
Criticada injustamente por una prensa reticente al furor que Taylor estaba levantado, Welcome To New York fue vapuleada sin mayor fundamento que “carecer de la sofisticación de los éxitos de Frank Sinatra y Billy Joel”. ¿En serio? Qué poco entendieron los críticos de un tema que, de esencia pop sintético, sólo pretendía iluminar las torpezas que nos hacen humanos. “La inspiración que encontré en esta ciudad es difícil de comparar con cualquier otra fuerza que haya experimentado jamás”, defendió en su presentación. Un saludo al sol hecho arte.
‘New Year’s Day’ (‘Reputation’, 2017)
¿Qué hay más potente que un beso? Para Taylor, pasar juntos el día de Año Nuevo. La canción es una de las escasas delicias que conforman el malogrado Reputation. Siete veranos después de su lanzamiento, a piano, y con su mirada alta, sigue helando la respiración con la fuerza de un huracán. Aquel que, cuando los astros se alinean, es capaz de arrasar todo menos el amor que lo ha provocado. Sencilla e íntima, la cantautora sacó su vena más luminosa en mitad del terremoto que estaba azotando su vida personal. De ahí que duela tanto.
‘Soon You’ll Get Better’ (‘Lover’, 2019)
De no haber sido por una discusión familiar, Soon You’ll Get Better no hubiese visto la luz. A modo de nana country, relata las batallas de sus padres contra el cáncer. Dentro de Lover, su séptimo elepé, destaca por la sinceridad y la vulnerabilidad con que la interpreta: apenas hay instrumentos, aquí lo importante son sus recuerdos. Y, frente a ello, no hay melodía prodigiosa que valga. Es una anomalía en su carrera. Y bendita rareza. Gracias a ella, todo el brillo que rodeaba a Taylor se intensificó: su canción más chiquita, curiosamente, la volvió aún más grande.
‘Seven’ (‘Folklore’, 2020)
Es el punto álgido de Folklore. Conmovedora hasta decir basta, ha envejecido mejor que el resto. Y ya es decir en el mejor álbum de Taylor. En ella reflexiona sobre la amistad y la infancia desde el prisma de una amiga que ha sufrido una violencia atroz en casa. Aunque no es la primera vez que la artista aborda problemas sociales, sí de esta manera tan cruda. Se trata de una propuesta que gana con las escuchas, cierto. Ahora bien, supone un punto de inflexión en su trayectoria: vislumbra una madurez que, desde entonces, le ha acompañado.
‘Long Story Short’ (‘Evermore’, 2020)
Como si de un acuerdo consigo misma se tratase, Taylor ha firmado la paz que hacía tiempo que no tenía. Con la seguridad que da la libertad, rubrica una historia que relata la nueva etapa que acaba de empezar. De coros adictivos y baterías envolventes, ha levantado un refugio para resguardarse de los momentos de flaqueza que suelen visitarle. Es verdad que no mantiene su tono habitual, pero le sienta de maravilla romper las reglas y salirse de la evidencia. Si algo demostró con Evermore, es que hace y deshace a su antojo. Y qué bien.
‘Dear Reader’ (‘Midnights’, 2022)
Vive tu vida. Olvida todo. Son las dos grandes lecciones que recoge Dear Reader: cansada de guiar a un público a veces demasiado exigente, la artista ha decidido quitarse peso de encima y encaminarse a un futuro indefinido. Sin pretensiones ni prejuicios. Pues sólo así podrá apartar la soledad que tantas veces le ha visitado. “Nunca tomes el consejo de alguien que se rompe a pedazos”, canta. Si bien no es el mejor corte del elepé, sí es el más sincero. Algo que lo vuelve único en el inmenso mar de canciones al que nos reta hoy.