Las películas inesperadas conllevan, sobre todo cuando se presentan en Cannes, festival capaz de activar los altavoces mediáticos hasta el infinito y muchísimo más allá, diversas sorpresas. ‘Emilia Pérez’ era ya de por sí un título jugoso que en opinión de muchos caminaba encima de ese alambre siempre tan delicado que conlleva caer de un lado, lo sublime, o del otro, lo ridículo: drama, intriga, narcotráfico, musical, transexualidad, vaginoplastia, reivindicación, divertimento, cine social, todo en un solo filme y firmado, además, por un cineasta sobrio en las formas y los géneros narrativos, Jacques Audiard, autor de grandes relatos policiacos –‘De latir mi corazón se ha parado’, ‘Un profeta’– dramas –‘De óxido y hueso’– y wésterns –‘Los hermanos Sisters’.
‘Emilia Pérez’ generó debate, gente a favor y en contra, y gente que estaba a favor y luego se puso en contra, y al revés: las opiniones van muy rápidas y mutan en Cannes. Pero todo el mundo, apocalípticos e integrados, aplaudieron la apuesta y el concurso interpretativo. Y el jurado también lo reconoció dándole el premio de interpretación femenina a las cuatro protagonistas de la película. Una actriz española, Karla Sofía Gascón, nacida en Alcobendas en 1972 y nada o poco conocida aquí, da vida al personaje central, un narcotraficante mexicano que quiere transicionar y cuyo apodo es el de Manitas: hasta ahora ha sido la maldad personificada. Jolgorio en las plateas, pero en el fondo una cura de humildad y realismo: en cualquier ámbito puede producirse este deseo de ser quien realmente se es.
A Gascón la acompañan Selena Gomez (su esposa en la ficción), Zoe Saldana (la abogada que la ayuda en su proceso de cambio) y Adriana Paz (una mujer que perdió a un familiar a causa del narcotráfico). Las dos primeras son suficientemente conocidas. Paz fue nominada al Goya a la mejor actriz revelación por la producción española ‘El autor’. Es Gascón, sin duda, la gran triunfadora de este galardón colectivo.
Diplomada en interpretación en la ECAM, comenzó trabajando –como Carlos Gascón– en series de televisión a partir de 1996. Luego aparecería en una comedia de 2004 protagonizada por Paz Vega y Santi Millán, ‘Di que sí’. Y de repente, viaje a México, bastantes trabajos en series de televisión –‘Llena de amor’, ‘Nosotros los nobles’, ‘Rebelde’– y puntual retorno al cine español con el filme de intriga ‘El cura y el veneno’, coprotagonizado junto a Tony Isbert. En 2018 inició el proceso de transformación de género –experiencia que vertió en las páginas de la novela ‘Karsia, una historia extraordinaria’– y cambió su nombre al de Karla Sofía. Seis años después llegaría Audiard desde Francia para darle el papel más importante de su carrera hasta la fecha.
Gascón es la gran sorpresa de un filme sorprendente –de musical narco-trans se le ha bautizado–, pues el perverso Manitas no solo desea ser mujer, sino que también realiza una transición ética, social y política para ayudar a las víctimas del narcotráfico. Salir bien, sólida, airosa, en un papel de estas características, adornado además con cuantiosos números musicales, es toda una prueba de fuego para alguien que no dudo en posicionarse en su discurso en Cannes, al recibir el premio, y pedirle al mundo en general que cambiara su visión (“A ver si cambiáis, cabrones. Todos tenemos la oportunidad de cambiar a mejor”), para después dedicar el premio a toda la gente trans que sufre día tras día humillaciones, acoso e insultos.
Ya se la conoce por haber sido la primera mujer trans en ganar el premio de interpretación en Cannes. Ella es mujer; de hecho, aboga por que poco a poco ya no sea necesario utilizar el término trans. Presa de la emoción, soltaba ante las cámaras de RTVE que le encanta hacer cosas “cuanto más locas mejor”. Le ha salido perfecto.
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